Redacción Canal Abierto | Con 36 votos a favor y 22 en contra, la Legislatura porteña aprobó este jueves 3 de mayo la modificación de la Ley de Basura Cero y abrió la puerta para la incineración de residuos en la Ciudad. Lo hizo pese al rechazo de buena parte de la oposición (excepto los legisladores que responden a Elisa Carrió, el GEN de Stolbizer y Mejor Ciudad), organizaciones ambientales y movimientos sociales.
La reforma no sólo pone en riesgo las fuentes laborales de al menos 12 mil familias que recorren cada día la Ciudad de Buenos Aires y localidades del conurbano separando los residuos reciclables. La iniciativa oficialista, denuncian desde numerosos sectores, esconde también un riesgo ambiental y abre la puerta a los negociados privados que en un futuro se harían cargo de la instalación de las plantas incineradoras.
“Me parece sintomático que para resolver un problema complejo, pero que tiene una solución comunitaria, ambientalmente correcta y posible, se recurra al pensamiento tecnocrático y los grandes negocios”, señaló Juan Grabois a Canal Abierto en vísperas de la sesión que terminó aprobando el proyecto.
La Ciudad de Buenos Aires genera seis mil toneladas de residuos por día, de los cuales al menos la mitad son reciclables. Sin embargo, y pese al trabajo que realizan cartoneros y cartoneras, en la actualidad todavía es menor la proporción que se reutiliza. Según explicó el referente del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE-CTEP), esto se debe a una “ausencia de políticas públicas”.
“Es una barbaridad recurrir a soluciones mágicas como el ‘quemo todo’. Esto genera un impacto ambiental directo que envía a la atmósfera dioxinas cancerígenas. A su vez, genera un impacto social directo al desincentivar las políticas de reciclado. Además tiene consecuencias en el plano cultural ya que profundiza lo que el Papa Francisco llama la “cultura del descarte”, como si la materia desapareciera sino que se transforma”, explicó Grabois.
Por otro lado, de esas seis mil toneladas, aproximadamente tres son residuos de tipo orgánico que implican otras soluciones como el compostaje, proceso que se incentiva y realiza en muchas partes del mundo. “No son hippiadas”, aseguró a este medio el dirigente social, y agregó: “pero eso necesita de políticas y campañas de información a la ciudadanía. Queremos imitar al primer mundo cuando le interesa a los intereses dominantes en Argentina, y cuando no nos olvidamos”.
Si bien la modificación de la Ley representa un primer paso de muchos hasta que el Gobierno de la Ciudad avance en la incineración, Grabois opinó que su aprobación representa “un panorama oscuro y triste que habla del pensamiento tecnocrático, economicista y pro empresario que se ha instalado en nuestro país”.