Por Alejandro Asís | El 20 de diciembre de 2017 el dólar valía, en la calle, $17,95. Casi seis meses después, el billete superó los $28,60. Aquel 20 de diciembre, las perspectivas inflacionarias del Gobierno para todo 2018 estaban en el orden del 10% (elevadas, días después, al 15%); luego de seis meses, se habla de una inflación anual del 27%. Ese 20 de diciembre, las perspectivas del crecimiento de la economía se situaban en el 3,5% del PBI; para el junio siguiente ya se vaticina que no se crecerá ni un punto porcentual. Por diciembre de 2017, cuando recién se liberaba el precio de los combustibles, en el Gran Buenos Aires el litro de nafta súper era de $22,66; a fines del mayo siguiente, con cuatro subas en el medio, roza los $26.
En diciembre, el Gobierno nos hablaba de un despegue económico maravilloso y, seis meses después, pide un auxilio de US$ 50.000 millones al Fondo Monetario Internacional (FMI).
La Argentina de Mauricio Macri no tiene rumbo. Según datos de ATE-Indec, desde diciembre del 2015, cuando asumió Cambiemos, los trabajadores han perdido un salario y medio. Si se actualiza con el reciente cierre de la paritaria en un 15%, mientras se especula que la inflación superará el 27%, habrá que sumarle varios puntos a esta caída.
Hace 12 años, la Argentina cancelaba sus deudas y dejaba la tutoría del FMI. Hoy, con un gobierno neoliberal en el poder, un nuevo préstamo impone condiciones y ajusta más el ajuste. Así, el supuesto gradualismo le cede el lugar a la ortodoxia monetaria con recetas ya conocidas: quita de salarios por acción directa y por devaluación, achique del Estado, recorte de gastos en áreas sensibles y reducción de la obra pública. Por el compromiso asumido con el FMI, el Gobierno debe reducir su déficit fiscal y, para ello, anunció un recorte de gastos para 2019 del orden de los $250.000 millones, a los que habrá que agregarle otros 20.000 millones anunciados recientemente para lo que queda del año.
En diciembre de 2017, el Gobierno logró que el Congreso le votara una reforma previsional que, a junio y por inflación, arrojó una pérdida salarial para los jubilados de casi un 7%. Sólo al momento de la votación, en el Presupuesto de este año el oficialismo ya le había quitado al Sistema de Seguridad Social más de $100.000 millones. Y en otro ajuste al sector público, en el primer cuatrimestre del año, había despedido a más de 4.000 trabajadores estatales, formalizado el anunció de la acogida a retiros voluntarios (extensivo a las administraciones provinciales y municipales), y congelado por dos años los ingresos al Estado.
Además de la liberación del precio de las naftas, también se quitaron los subsidios a la luz, el gas y el agua (servicios que en promedio aumentaron desde que Macri están en el poder más del 1.000%) y prometió al FMI otra quita equivalente a $80.000 millones para el próximo año, que muy probablemente también sea mayor ya que gran parte de estos servicios están dolarizados.
Desde la llegada al gobierno de Cambiemos, la Argentina es el país del mundo que más deuda ha emitido: casi US$ 143.000 mil millones, sin contar el reciente blindaje del FMI y los US$ 5.650 millones que aportarán Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo y la CAF-Banco de Desarrollo. En dos años, la Argentina gobernada por Macri ha emitido un 97,1% más de deuda en moneda extranjera que el que viene detrás, Arabia Saudita, y un 195% más que Indonesia, que ocupa el tercer lugar.
Fuga y bicicleta financiera
Mientras se emitía deuda por US$ 143.000 millones, en los primeros dos años de Cambiemos se fugaron del país más de US$ 88.000 millones, sin contar la corrida cambiaria de abril/mayo, que generó fuga de divisas por más de US$ 12.000 millones.
En un semestre, Argentina devaluó su moneda casi un 60%. Brasil, por ejemplo -que atraviesa un período de inestabilidad política-, sólo lo hizo en torno al 20%, y en el mismo período la inflación en el país vecino alcanzó el 1%, contra el 9,6% que se acumuló sólo en el primer cuatrimestre en el nuestro.
En estos seis meses, la tasa de referencia del Banco Central pasó del 27 al 40%, justo a tiempo para el vencimiento de Lebac. Con esos intereses, que no existen en ninguna economía del mundo, no fue necesario convencer a los acreedores para que mantuvieran sus posiciones en el circuito financiero.
El próximo 19 de junio habrá un nuevo vencimiento de letras por $534.000 millones (poco menos de US$ 20.000 millones, si se convierten a la moneda norteamericana al tipo de cambio vigente al cierre de esta nota). Y por si algún tenedor de Lebac quisieran retirarse, un día después -el 20 de junio- llegará el primer desembolso de US$15.000 millones, que provendrán del nuevo blindaje otorgado por el FMI. Dicho de otra manera, el acuerdo con el organismo de crédito llega a tiempo para garantizar y salvaguardar la fuga ordenada de divisas de todos aquellos agentes del capitalismo mundial que especulan con el peso argentino.