Redacción Canal Abierto | El informe del Indec sobre distribución del ingreso arroja que la diferencia de ingresos entre los hogares más pobres y los más ricos fue del 1475% en el primer trimestre de 2018. Todo esto, antes de la corrida cambiaria de mayo.
El menor ingreso registrado fue de $ 5.965, contra $ 93.998 de promedio en el sector más rico.
De los más de 8.3 millones de trabajadores asalariados, seis de cada diez de ellos no llegó a cubrir la canasta básica total, que en ese período rondó los $ 18.300. En cuanto a la medición de ingresos por hogar, se habla de un 40% que no logró quedar por encima de la línea de pobreza.
El índice de Gini también sufrió subas. Durante el primer trimestre se ubicó en 0,440 puntos, quedando por encima de los 0,437 evidenciados en el mismo período del año anterior. Sin embargo, si se compara con los 0,417 registrados en el cuarto trimestre de 2017, la suba se estiró a 23 puntos.
La comparación del ingreso per cápita familiar por deciles de población expresa que en el decil más alto, el ingreso medio fue 20 veces superior al del decil más bajo. Además, el 40% de las familias tienen ingresos per cápita por menos de $ 6.800.
En los primeros seis deciles analizados, el ingreso mensual más alto fue de $ 16.200 en el primer trimestre. El año anterior, el ingreso promedio para los asalariados fue de $ 12.019 y el ingreso total de los hogares era de $ 13.876. Pese a que ambas mejoras se ubican por encima de la inflación oficial promedio, 4 de cada diez hogares y 6 de cada 10 asalariados, no reúnen los ingresos suficientes para hacer frente a una canasta mínima de gastos.
El impacto de estas cifras
A los números arrojados en el primer trimestre se le suman los registrados por el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica. Estos hablan de un impacto profundo de las políticas económicas en la niñez y en sus condiciones de vida.
El estudio indica que el 48,1% de los niños y niñas vive en la pobreza, y más de un 10 % está en la indigencia. La miseria alcanza el 10,2 %, medido en términos de ingresos de las familias. Mientras, el 33,8 % de los niños desayuna, almuerza y merienda en comedores escolares o barriales. Esta cifra aumentó 8% en un año.
Además, el hacinamiento en las condiciones de vivienda alcanza al 22,5 %, y sólo la mitad de los niños puede acceder a la salud a través de hospitales públicos.
Por otra parte, el Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (@Isepci) relevó datos en 30 distritos del conurbano bonaerense.
De 23.168 niños, de 0 a 19 años, 4 de cada 10 de ellos presenta algún tipo de malnutrición. Se trata de niños y adolescentes que asisten a merenderos, comedores, clubes y espacios comunitarios, ubicados en barrios en situación de alta vulnerabilidad socio-sanitaria.
El mismo período del año anterior alcanzó a 13.654 niños y adolescentes, lo cual marca un incremento del 69,67% en concurrencia de familias a comedores y merenderos comunitarios.
Sobre un total de 20.662 niños, niñas y adolescentes de 2 a 19 años, el 42.3%, se encuentran en alguna de las variantes de malnutrición (exceso, sobrepeso 20.7% y obesidad 19.5%, y en bajo peso un 2.1% del total). En la primera infancia, de 2 a 6 años, el 39,5%, y en un total de 2506 lactantes (+67% respecto al año anterior), de 0 a 2 años, el 26,1%.
La causa
“Todos estos niños y adolescentes integran grupos familiares afectados por múltiples vulnerabilidades. Destacándose como uno de los principales condicionantes, los límites que imponen los reducidos ingresos de que disponen para alimentarse, donde no hay elección ni posibilidad de acceder a una alimentación adecuada en cantidad ni calidad. El aumento sostenido del precio de los productos frescos agravan la tendencia que ya veníamos observando del reemplazo de alimentos nutritivos por alimentos rendidores en las mesas de los hogares más humildes”, explican desde el ISEPCi.