Redacción Canal Abierto | De acuerdo al informe realizado por el Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas, el conjunto de países integrantes del G20 representan el 85% del producto bruto global, dos tercios de la población mundial, 80% de las inversiones globales y el 75% del comercio internacional. Es en este último eje donde se esconde la disputa de potencias que representan la rivalidad protagonista del siglo XXI: Estados Unidos y China.
Si bien la agenda a tratar en esta décimo tercera Cumbre tiene que ver con el futuro del trabajo, la infraestructura para el desarrollo y conectividad global y la seguridad alimentaria, para Gustavo Lahoud, miembro del IPyPP, “hay otros aspectos que no están visibilizados en el G20 y que tiene que ver con disputas que se están dando entre estas distintas potencias”.
Detrás de esa contienda que vincula hoy casi a la mitad del comercio que existe entre los dos países, están los posicionamientos que estas dos naciones tienen respecto a otras grandes cuestiones: el desarrollo tecnológico autónomo que hoy enfrenta claramente a EE.UU y a China, lo vinculado al mundo de lo infocomunicacional, a las nuevas tecnologías del conocimiento, a la nueva economía y comercio electrónico, los nuevos recursos energéticos -la expropiación de áreas de recursos no convencionales en el mundo- y el control de áreas de explotación submarina de petróleo y gas, que van a ser claves en el futuro.
“En este contexto, la estrategia China mira con buenos ojos los mercados latinoamericanos con el objeto de potenciar las relaciones comerciales y de inversión que impulsa desde hace más de una década. Este objetivo rivaliza con los intereses estratégicos de los Estados Unidos en la región”, expresa el informe.
De acuerdo a Lahoud, el líder norteamericano trata de que se divulgue una declaración en donde queden salvaguardadas sus posturas económicas más proteccionistas en el ámbito comercial. Mientras, China hace tiempo adoptó un discurso vinculado a su agenda global, defendiendo el libre comercio y las relaciones de inversión abiertas.
Nuestro país, frente a la rivalidad de estas dos potencias, está parada bajo la presión de Estados Unidos y en un eje de complementación y coordinación del gobierno de Macri con el de Donald Trump.
“Inicialmente, hoy la Argentina juega en este tablero como un actor que le permite a los Estados Unidos recuperar terreno en la región y más aún con el triunfo de Bolsonaro en Brasil, que es otro elemento que hay que agregar a esto”, explicó el especialista del IPyPP.
Y agregó: “el problema que se presenta es que, como China ya tenía muchos intereses y mucha influencia ganada en la región latinoamericana, esa disputa final que se juega con Estados Unidos se desarrolla aún más aquí, y por eso es que hay decisiones como la de postergar sin fecha a futuro los proyectos de la cuarta central nuclear”.
Sin embargo, este tipo de decisiones no aparecen blanqueadas como política oficial de este G20.
Ejemplo de las relaciones financieras de Argentina con el mundo para fortalecer la posición de reservas internacionales -especialmente en este contexto de crisis- es la renovación de la corriente de préstamos en yuanes. Estos se reciben desde el gobierno anterior como una estrategia para sostener el esquema monetario y financiero.
“La visión que predomina en la gente que está conduciendo la política exterior en el gobierno de Macri, se inclina más hacia los intereses de los Estados Unidos. Pero también manejan un orden más pragmático, donde este gobierno intenta jugar con todos los actores de alcance global”, infirió Lahoud.
Sin embargo -explica el especialista- “lo grave de esto es que Argentina está siendo parte de un juego que en realidad no domina. Cada acuerdo que se alcanza uno lo prevé como posiciones que ganan potencias rivales que usan nuestro territorio como campo de disputa de sus diferencias. Y lo que se ha cancelado, producto de todo esto, es la posibilidad de avanzar en una propuesta de integración regional porque nuestros organismos, como Mercosur y Unasur, están totalmente debilitados”.
Puede que el cierre de este G20 sea el espacio propicio para anunciar una corriente de inversiones en el área energética, pensando en energías renovables, sobre todo las ubicadas en Vaca Muerta.
Pero, como indican desde el IPyPP -y varios especialistas consultados por este medio- “la reunión del G20 en Buenos Aires estará más cerca de la cristalización de una nueva ronda de desacuerdos globales, antes que la consumación de consensos mundiales sobre temáticas que tensan cada vez más el clima de convivencia internacional”.