Redacción Canal Abierto | En los últimos días circuló un informe que habla sobre el Índice de Complejidad Económica (ICE) que manejan las exportaciones en Argentina. Esto se basa en el Atlas de Complejidad Económica elaborado por las universidades de Harvard y MIT, que mide la complejidad de las ventas externas en una escala que va de -3 (el máximo) a +3 (el mínimo).
De acuerdo al estudio, el índice de Argentina es de 0,5, y sostiene que, como país, exporta menos volumen y los productos son menos complejos que en 2001. Entre ese año y 2016 mantuvo un índice promedio de 0,17.
“La complejidad económica no sólo depende de la tecnología. También interviene en algunos casos el trasporte, ya que para algunos productos –como las cerezas- el traslado hacia los centros de consumo debe ser rápido”, explicó la economista, Cecilia Bonorino.
Hay un fenómeno que viene en aumento, que es la primarización de la canasta exportadora. Bonorino lo relaciona directamente con la retracción del ICE porque con esta tendencia lo que se exporta son productos primarios con menor valor agregado y menor complejidad económica.
“Al asumir, Macri dijo que iba a reinsertarnos en la economía del mundo. Tomó medidas tendientes a abrir la economía y desregularizarla. La intención era resolver los problemas del sector externo, vía aumento de exportaciones. Lo que estaba por detrás de este discurso era la intención de reinsertar la economía argentina como exportadora de productos primarios y receptora de capitales externos, que fue lo que efectivamente sucedió”, señaló la economista.
A pesar de estas medidas, no sólo no se aumentaron las exportaciones, sino que la “avalancha importadora produjo la destrucción de la capacidad productiva local, sobre todo de los productos industriales. Entre 2015 y 2018, más de 500 empresas exportadoras cerraron sus puertas. En su mayoría fueron las dedicadas a la producción de bienes industriales”, explicó Bonorino.
Hay una crisis económica en la industria y las cifras oficiales lo demuestran. En noviembre de 2018 la medición interanual de la actividad del sector se retrajo 13,3%, y en el mismo período, el uso de la capacidad instalada cayó un 5,9%.
“Esto tiene su reflejo en el comercio exterior –sostiene Bonarino-. Las importaciones avanzan en un contexto de aumento de los costos productivos por tarifazos, devaluación, incremento de las tasas de interés y caída del consumo. Esto genera la destrucción de empresas y de la capacidad del país para hacer frente a sus problemas de sector externo”.
En la comparación con el año anterior, en 2018 las exportaciones aumentaron casi un 5%. Este crecimiento estuvo impulsado por lo que se conocen como Manufactura de Origen Industrial. “Esto está directamente relacionado con cambios coyunturales, no con la capacidad productiva del país” explicó la especialista.
Ejemplo de esto es la devaluación, que permite aumentar las exportaciones porque los productos argentinos terminan siendo más baratos en el resto del mundo. Por otro lado está la recuperación del comercio con Brasil –en la industria automotriz- y el aumento de los precios del petróleo a nivel mundial que reactivó los yacimientos.
Antes de finalizar el 2018, Mauricio Macri estableció por decreto que el 2019 sería el “Año de la Exportación”. Sin embargo, durante sus tres años, el total de las exportaciones de Argentina cayó un 13,6% en todos los rubros.
En las manufacturas de origen industrial (especialmente las confecciones textiles), el descenso fue del 17,6%. Las MOA (manufacturas de origen agropecuario) cayeron un 11,3% en casi todos sus rubros, a pesar de los deseos del Presidente de convertir a Argentina en el supermercado del mundo.
“Un caso emblemático es el de los lácteos, que atraviesan la mayor crisis de los últimos 46 años a raíz de inclemencias climáticas, como las inundaciones y las sequías. Esto se complementó con la caída del consumo y el aumento de los costos, que generó el cierre de tambos. Los productos primarios también cayeron un 5,7%, explicado fundamentalmente por el rubro en el que se incluye a la soja (semillas y rubros oleaginosos), que cayó un 38% por la guerra comercial entre Estados Unidos y China, que complejiza poder ingresar la soja en China”, aclaró Bonorino.
Y finalizó: “abrir la economía para incentivar la competitividad y aumentar las exportaciones no sólo no funcionó, sino que profundizó aún más los problemas del sector externo. Todo esto producto de los déficits comerciales que viene teniendo el Gobierno, y como consecuencia de querer tapar estos problemas con deuda”.