Redacción Canal Abierto | “-Che, ¿va a haber comida acá?
-Seguro algo va a haber. Aunque sea algo de agua fría.”
Plaza Constitución. Bajo la sombra de un gomero decenas de personas hacen cola para hacerse un examen de la vista y si es necesario -y alcanzan- recibir un par de anteojos. Otros para tramitar su DNI o para recibir asesoramiento sobre el subsidio habitacional que prevé el Decreto 690/2006 de Atención para Familias en Situación de Calle.
Gente que se cayó, gente que está cayendo. Hombres, mujeres, pibes y pibas que no tienen ni donde caerse. Que el dios mercado vomitó al pavimento. Según las autoridades del Gobierno de la Ciudad unas mil personas viven en situación de calle. Organizaciones sociales y colectivos que trabajan con esta población realizaron un mapeo colectivo en 2017 que arrojó un número muy superior: 6 mil personas y según Horacio Ávila, de Proyecto 7, “hoy estamos rondando los 8 mil. Se ha modificado lo que es la composición de la población de gente en situación de calle: hay un 65% hombres y 35% de mujeres y criaturas. Se ven muchas más familias, muchas más mujeres. Hay ranchadas nuevas que tienen su ropero, su cocina, su cama, gente que recién empezó a transitar la calle, producto de las políticas neoliberales del gobierno y que están viendo cómo es esto de sobrevivir en la calle”.
Los últimos números difundidos por la Dirección General de Estadísticas y Censos del Gobierno de la CABA, dan cuenta de un aumento del 98% de la indigencia y de más de un 50% de la pobreza, desde el año 2015 en la ciudad más rica del país. Estos números se reflejan en la cantidad de personas en situación de calle. Según Proyecto 7, hay otras 22.000 personas en situación de riesgo de quedar sin un techo.
La jornada de este viernes reunió a personas en situación de calle y a organizaciones sociales como: Proyecto 7 – Gente en situación de calle, la Red Puentes del Movimiento Popular La Dignidad; No Tan Distintas; Asamblea Popular de Plaza Dorrego; Ni Una Persona Más En La Calle; Colectivo Comunes; Centro de Integración Monteagudo y el Centro de Integración Frida; e instituciones públicas como la Presidencia de la Auditoría General y el Ministerio Público de la Defensa ambos de la Ciudad de Buenos Aires.
Avila señala: “El objetivo de la jornada es el acceso directo a derechos fundamentales como la identidad, la salud… Hay un equipo de atención primaria que está trabajando aquí. Se está informando cómo funciona el sistema de salud y cómo acceder a médicos de cabecera. Hay un compañero que está recetando lentes y entregándolos gratuitamente. Se está trabajando sobre el acceso al subsidio habitacional, el decreto 690, haciendo la derivación y el informe social para que puedan ir a Pavón y Entre Ríos a gestionar el subsidio. Los trámites son sencillos, pero los burocratizan, te dan muchísimas vueltas, los hacen ir cuatro o cinco veces. Hay una lógica ahí de estar pedeleando todo el tiempo recursos para no poner el dinero y para que la gente no pueda acceder”.
Mientras, en el micrófono, se suceden relatos de jóvenes que están zafando de los consumos problemáticos que los arrojaron a la calle o en los que incurrieron para sobrevivir en ella. Las chicas del Frida, un centro para mujeres cis, lesbianas y trans, cantan sus canciones y cuentan porqué la calle no es un lugar para vivir.
Quizás muchas veces nos preguntamos ¿qué podemos hacer para ayudar a alguien que está en la calle? Nos responde Horacio: “En principio mirarlos, individualizarlos, no pasar por el costado sin mirar. Después acercarse y tratar de entablar un contacto y luego comunicarse con nosotros para ver qué contención podemos brindar”.
«Pensar en una persona en situación de calle es hacerse cargo de que esa persona no tiene derecho al agua, a la salubridad, a la alimentación, no tiene ningún otro derecho. Cuando estás en la calle todos tus otros derechos también están siendo vulnerados», sintetiza Romina, colaboradora de la organización Ni una persona más en la calle. Un buen deseo.