Redacción Canal Abierto | “Fue creciendo, como esas semillas que van apareciendo, algo de eso sucedió. Los que arrancamos con esta idea que era delirante no teníamos nada, éramos pocos. Pero a medida que esta idea empezó a caminar se fueron sumando organizaciones grandes, con capacidad para alojarnos y poner recursos. Y chiquitas, que son pequeñas experiencias perdidas en muchos lugares. Y ese encuentro fue provocando algo muy mágico, fue enamorando cada vez a más gente y hoy llegamos muchísimas más organizaciones. Hoy somos muchos más que aquellos delirantes a los que se nos ocurrió la idea de salir en Caravana”.
El relato es de Clarisa Gambera, trabajadora del área de niñez en el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, integrante de la CTA Autónoma, del Encuentro Niñez y Territorio, y una de las organizadoras de la Caravana de los Pibes y las Pibas, que marchó el 25 y 26 de octubre de La Plata a Plaza de Mayo para exigir políticas públicas para los más chicos, que no se reduzcan a encerrarlos.
“Para los pibes fue muy potente esto, algunos es la primera vez que salen de los barrios. Empezamos a trabajar la idea de encierro, que no es solo que ellos siempre estén vinculados a las fuerzas de seguridad que los reprimen, o a los institutos de menores, sino que están encerrados por la pobreza en sus barrios –explica-. Los pibes de (Villa) Fiorito, si llueve, no pueden salir del barrio. Los estábamos esperando para pintar una bandera, y los pibes de acá decían: ‘¿Cómo que no pueden venir?’. Y no se puede salir del barrio, ni para pintar la bandera ni si tenés una emergencia. Es un encierro vinculado a las violencias todo el tiempo”.
Los chicos y chicas llegaron a la Plaza luego de recorrer los 57,6 kilómetros que la separan de La Plata, haciendo altos en el camino en distintos lugares del Conurbano donde se les fueron sumando otras organizaciones, como cuenta Clarisa al comienzo de esta nota. Y una vez en la Plaza de Mayo hablaron ellos, en primera persona, subidos al escenario montado frente al Cabildo. Ellos diciendo que no son la carne de cañón de las redes de trata, ni de la policía, ni de los transas. Que tienen derechos, que los van a exigir. “Ahora son otros, salieron transformados de esta experiencia. Así que vamos por la Caravana nacional”, anticipa la educadora.
La Caravana marchó con la consigna: “Porque los pibes no somos peligrosos, estamos en peligro”. Y las políticas exigidas para salir de esa situación peligrosa que viven a diario se hicieron cuerpo en avioncitos que los chicos escribieron y lanzaron, hacia la Casa Rosada. “Basta de policías en mi barrio”. “Más escuelas”. “Que no haya más chicos que no tengan para comer”. “Si las mamás sufren violencia tienen que tener donde ir”. “Que haya más plazas para jugar”. “Que las chicas no tengan miedo de salir”. “Tener viviendas”, fueron algunos de los pedidos escritos en las naves de papel.
Después hubo murga, bombos, y paraguas al final, porque la lluvia esperó a que terminara el acto. El saldo fue una construcción que es solo el germen de lo que viene: “Este espacio no es de una organización en particular –resume Clarisa-. Nos toca poner todo lo que tenemos al servicio de la construcción de algo mucho más amplio que nos supere. Algo de eso pudimos empezar a hacer y creo que es el camino. Vislumbramos ahí que, mientras las internas están provocando cosas terribles y mostrando lo peor de la política, nosotros creemos en la política, creemos que es en unidad, creemos en construcción de poder popular. Eso es lo que enamora, lo que muestra que hay otra cosa posible, eso es la Caravana de los Pibes y las Pibas. Fue alucinante”.