Por Diego Leonoff | “Va a ser el paro más importante de las últimas décadas”, augura a Canal Abierto Sergio Arnoud, dirigente de la Confederación de Servidores Públicos de Brasil (CSPB) y vicepresidente de la Nueva Central Sindical de Trabajadores (NCST).
Se trata de una expectativa compartida por buena parte de los gremios convocantes y que promete volverse la peor pesadilla de Michel Temer. Es que además de tener niveles de popularidad por el piso (encuestas le dan un 9% de imagen positiva, entre otras cosas por las denuncias de corrupción en su contra), el Presidente no electo de Brasil logró lo que hasta hace pocos meses parecía imposible: una unidad de acción del movimiento obrero a nivel nacional.
Pese a las profundas diferencias que existen al interior del campo popular brasileño, los movimientos sociales junto a las centrales sindicales mayoritarias (CUT, CTB, Fuerza Sindical, NCST y otras) confluyeron en una huelga general para este 28 de abril, la primera de esta envergadura desde el año 1996, y la segunda en importancia del año. E incluso desde varios sectores eclesiásticos se dio el visto bueno y bendición a la jornada de lucha, un dato no menor en un país donde mayoritariamente se profesa la fe cristiana.
La medida de fuerza busca dar un golpe de timón a las políticas de ajuste que viene impulsando el oficialismo en el Congreso, entre ellas el proyecto de reforma laboral que pretende flexibilizar la legislación que rige desde 1943, de la época del presidente Getulio Vargas (conocido como «el padre de los pobres»). De un plumazo, y sin generar consenso entres los distintos actores, el Presidente pretende borrar 20 artículos de la actual legislación actual, y cambiar otros 90.
Con 296 votos a favor y 177 en contra, y después de 10 horas de sesión en que el gran protagonista fue el escándalo y las agresiones entre legisladores, la iniciativa obtuvo media sanción en Diputados.
Uno de los puntos críticos del proyecto de ley es el fin de la obligatoriedad de convenios colectivos de trabajo entre sindicatos y empresas, con lo que se permite negociar entre empleador y empleado. Además, la reforma pretende reducir en un 50 por ciento la multa por despido sin causa y eliminar la figura del seguro de desempleo que paga el Estado vía aportes patronales.
Y si bien todavía falta que sea tratada en el Senado (donde todo indica que el oficialismo tendría más problemas), Temer ya saludó este primer avance del proyecto, al que consideró como una reforma que «prepara al mercado de trabajo para el futuro».
Como contra cara, un amplio espectro sindical brasileño salió al cruce planteando una visión diametralmente opuesta a la del Presidente, quien hasta diciembre de 2015 se desempeñó como Vicepresidente de Dilma Rousseff.
“Es un claro intento de flexibilización, con el único objetivo de reducir los derechos para bajar costos y disciplinar a los trabajadores”, afirma al respecto Arnoud, quien sostiene que las iniciativas oficialistas “sólo están dirigidas a los empresarios y no a los trabajadores”.
En relación a la modificación del sistema previsional, el proyecto oficial ya debió sufrir modificaciones en el marco de negociaciones entre los legisladores (oficialistas incluso) y el Ejecutivo. Si bien en un principio elevaba la cantidad de aportes para jubilarse a 49 años, la propuesta actual cerró en 40 años (en la actualidad las mujeres pueden pedir la jubilación con 30 años de aportes y los hombres después de los 35). “Es una verdadera ruptura del contrato social”, denuncia Arnoud y agrega que el plan gubernamental “extingue el principio de bienestar social y tiene por objetivo privatizar parte del sistema previsional”.
«Son medidas crueles, inhumanas, que tienden a esclavizar al trabajador brasileño», concluye el dirigente de la CSPB.
Solidaridad latinoamericana
La Confederación Latinoamericana y del Caribe de Trabajadores Estatales (CLATE) que conduce Julio Fuentes, y la Confederación de Servidores Públicos de Brasil (CSPB) realizarán un acto conjunto frente a la sede diplomática de Brasil en Buenos Aires, en apoyo a la huelga general.
La concentración será este viernes a las 11 hs, en la calle Cerrito 1350 de la capital argentina.
“En Argentina, Chile y Paraguay también viene dándose una resistencia a las medidas neoliberales que implementan cada uno de los gobiernos. Creo que se trata de un síntoma de madurez de la clase obrera en nuestra región, y sin duda va a ser mas fuerte si continúa siendo solidaria mas allá de las fronteras”, expresó el dirigente de la CSPB y la central obrera NSCT.