Por Leo Vázquez | El 10 de agosto es la fecha señalada para el inicio del cuarto juicio por delitos de lesa humanidad cometidos durante el terrorismo de Estado en el mayor centro clandestino del país.
Víctimas, testigos, abogados querellantes y fiscales alertan sobre maniobras de dilación de los defensores de los represores imputados, que podrían complicar la finalización de la mega causa en curso, la más grande por crímenes de la dictadura desarrollada en nuestro país, y una de las más importantes a nivel mundial.
Es que ESMA III arrancó en noviembre de 2012 con 789 casos para analizar, y con 68 genocidas imputados por haber atentado contra los derechos humanos en la ex Escuela de Mecánica de la Armada entre 1976 y 1983. Si bien se esperaba que los debates y alegatos no se extendieran más de 3 años, los rebusques de los abogados de los marinos lograron que peligre su culminación y el beneficio del indulto biológico a cinco de los acusados.
La Procuraduría de Crímenes Contra la Humanidad que encabeza el fiscal general Jorge Auat, que viene acompañando en persona el último tramo de los alegatos de los enjuiciados, está convencida de que si empieza ESMA IV en paralelo a este juicio, todo se va a demorar mucho más.
En este informe, realizado en el paréntesis que abrió el presidente de la Nación cuando le confesó a un medio extranjero que “no tiene idea” de cuántos son los desaparecidos ya que le parece “una discusión sin sentido”, Canal Abierto revela algunos de los casos que buscan justicia en ESMA III, vinculados a la comunicación y el periodismo, en épocas de censura, represión y muerte.
Periodismo de guerra
Uno de los pedidos que la fiscalía presentó en el alegato ESMA incluye que Clarín y La Nación rectifiquen sus mentiras y publiquen la verdad sobre los desaparecidos de la dictadura. Va también para las revistas Gente y Para TI, entre otros medios.
Si bien se ha escrito mucho sobre la relación de las empresas de medios de comunicación (y no pocos periodistas) con la dictadura, hay rincones de ese vínculo que no dejan de sorprender. Sobre todo los que se ocultaron adentro de los centros clandestinos de exterminio.
Es bien sabido que el régimen genocida tuvo control casi absoluto de la prensa nacional, pero ¿qué hicieron los terroristas de Estado para contrarrestar las denuncias que llegaban desde el exterior y se difundían en todo el mundo sobre las desapariciones y la falta de libertad?
A partir de la experiencia personal y las investigaciones de la periodista Miriam Lewin (detenida desaparecida y querellante en varios juicios) y de la fiscal de la causa ESMA, Mercedes Soiza Reilly, recorremos algunos de esos intentos en el siguiente informe.
La época
“Los militares ejercieron a través de los medios de comunicación acción psicológica. Ellos necesitaron el apoyo de los medios para deformar la verdad y mostrar a un enemigo inescrupuloso. Controlaron los medios de comunicación, pero además cada uno de los representantes de estos emporios periodísticos se aggiornaron, adaptaron, manipularon, encubrieron y deformaron la información que era diseminada a la comunidad nacional e internacional. Lo informado tuvo impacto directo en estos hechos, falseando la verdad de lo que realmente había ocurrido” (Del alegato de la fiscalía en la Mega Causa ESMA, 2016).
Miriam Lewin: “Yo viví la dictadura y todos los diarios, en mayor o menor grado, apoyaron el golpe. No hubo uno que no lo hiciera y no hubo uno que no reprodujera obedientemente las mentiras que se urdían desde el vientre de la bestia. Una paradigmática fue la muerte de Norma Arrostito: no puedo creer que ningún diario haya enviado un periodista a la zona, que podría haber chequeado si la persona que se estaban llevando estaba viva o muerta.
La cantidad de operativos que ellos denominaban ´enfrentamientos´ y en realidad eran fusilamientos, era innumerable. Uno me tocó bastante de cerca: una amiga mía con otra chica embarazada, una de 16 y otra de 18 años y el marido de una de ellas, estaban intentando huir por la terraza de una casa, un PH en la calle Nueva York cerca de avenida San Martín; y cuando los antropólogos forenses encontraron los cuerpos, hallaron pruebas de que habían sido fusilados, dos de ellos tenían un tiro en la sien. La otra chica de 16 años estuvo en el Hospital Alvear muy grave y alguien le desconectó el respirador.
Con esto no estoy blanqueando a Clarín, pero mi impresión es que la delantera en esto la llevaba Editorial Atlántida que tuvo un rol absolutamente nefasto en la época de la dictadura. Hay un libro de Eduardo Varela Cid, un político peronista, que se llama ´Gente, la prensa canalla´, donde reproduce esas notas que hablaban de la madre de un guerrillero arrepentido, que hablaban de una hija que decía ´me abandonaron mis padres para abrazar la lucha armada´, donde aparecían fotos de nenes supuestamente abandonados por guerrilleros malvados. Todas criaturas de los Vigil, que creo que fueron lo peor de la prensa argentina de aquellos años.
En el diario La Prensa, que era un diario de la oligarquía, había un periodista liberal convencido, al estilo del liberalismo norteamericano, que se llamaba Manfred Schönfeld: un tipo ultraconservador en lo político, a la vez muy crítico de las desapariciones. Entonces de vez en cuando publicaba algo, y se atrevieron a apalearlo. Había censura, hay más de cien periodistas desaparecidos.
Otro liberal que se animaba a publicar material sobre las desapariciones era Robert Cox del Buenos Aires Herald, que se tuvo que ir del país.
Había medios de comunicación donde los jefes eran de los servicios o de las fuerzas armadas directamente. Cualquier tipo de intento de organización sindical en los medios terminaba en una amenaza, como mínimo”.
Mercedes Soiza Reilly: “En en los interrogatorios del juicio a las Juntas no se les preguntaba por su militancia a las víctimas, cosa que en este juicio posibilitó que uno se pueda parar frente a su vida, a su historia, a lo que dejó, a lo que hizo, a lo que haría; lo que no significa que el testigo quiso ocultar la verdad en el juicio anterior, simplemente no le preguntaron, el contexto político era otro, estaba la teoría de los dos demonios, que recién ahora se está queriendo instalar de nuevo desde los medios hegemónicos”.
Si bien el Ministerio Público no calificó las tareas «periodísticas» de mano de obra esclava realizadas en la ESMA como un delito particular que permita desprender una acusación exclusiva por esos hechos, la fiscal aclara que «se pudo probar que la dictadura utilizaba la prensa, en el marco del plan general de exterminio, con medios complacientes o colaboradores y cómplices, para informar de determinada manera, en la línea general del plan sistemático».
Soiza Reilly cuenta que por ese motivo, “con un sentido reparatorio es que pedimos al final del alegato la rectificación. Que los medios le den el mismo lugar a la publicación de la información correcta sobre cada caso, por el derecho de las víctimas y la sociedad a conocer la verdad».
El texto del alegato explica que «tiene que ver con el tipo de información que para la época de comisión de los hechos se daba a la sociedad sobre las víctimas que forman parte de este proceso, circunstancia que deberá ser revertida a partir del dictado del fallo judicial (…) las informaciones brindadas por los medios de comunicación de la época deformaron y falsearon la verdad de lo ocurrido. Durante la última dictadura militar, las Fuerzas Armadas, usando los medios de comunicación, difundieron noticias sobre sus crímenes, los comunicados oficiales presentaron a las víctimas de los operativos como delincuentes, sediciosos, terroristas. Estos reportes gráficos, eran parte de la propaganda totalitaria para agitar en la población los fantasmas del miedo y del odio, con claras intenciones de instalar aún más la división social entre los ciudadanos. Estas conductas, lejos de ser un ejercicio legítimo de la libertad de expresión, fueron conductas proyectadas en consonancia con el plan sistemático de exterminio (…) Señores jueces, es hora de reparar, es hora de decir la verdad, es hora de que se haga el esfuerzo más tangible para remediar el daño que las víctimas han sufrido. Estos medios manipularon la información, mintieron sobre lo ocurrido con las víctimas que forman parte del objeto procesal de este juicio. El diario Clarín, La Nación, La Razón, Crónica, La Prensa, La Opinión, las revistas Para ti y Gente fueron los medios que difundieron información falsa (…) Eso es lo que se debe rectificar. Ahora se le debe dar espacio a la verdad. El Estado argentino y ustedes señores jueces tienen la obligación de reparar las graves violaciones a los derechos humanos cometidos por los miembros de las fuerzas armadas. Pero también deben reparar el daño que aparejaron las falsas informaciones dentro de la prensa. El derecho de las víctimas a que se rectifique la información falsa y el derecho de las familias a una reparación integral de los daños causados (…) Las víctimas entonces tienen derecho a que la prensa escrita repare los daños causados, que se publique que esas personas fueron víctimas del terrorismo de Estado, que fueron asesinadas por los miembros del grupo de tareas de la ESMA, que fueron secuestradas, atormentadas por su compromiso político, que fueron vulneradas en sus derechos más elementales sin posibilidad de defensa alguna. La verdad debe tener el mismo espacio que se empleara en aquella oportunidad con mentiras, estos medios aún siguen funcionando (…) este Ministerio Público Fiscal le solicitará a ustedes que dispongan que los medios gráficos: el diario Clarín, La Nación, La Razón, Crónica, La Prensa, La Opinión; y las revistas Para Ti y Gente publiquen una rectificación de la información que fuera brindada falsamente como un acto moralmente reparatorio y de reconstrucción de memoria en relación a las víctimas mencionadas en este tramo, al tiempo que se dé cuenta de cada uno de los crímenes sobre ellas cometidos…»
La pecera
Eran unas “oficinas” ubicadas en el tercer piso de la ESMA. Fue construida al lado de «El Pañol», el lugar en el que se acumulaban las pertenencias de los secuestrados robadas en los operativos. En esa planta del CCdT también estaba la biblioteca y el archivo.
Eran unas “oficinas” ubicadas en el tercer piso de la ESMA. Fue construida al lado de «El Pañol», el lugar en el que se acumulaban las pertenencias de los secuestrados robadas en los operativos. En esa planta del CCdT también estaba la biblioteca y el archivo.
El relato de Miriam Lewin da cuenta del funcionamiento siniestro de aquella “redacción”: “Lo que significaba la prensa para la dictadura yo lo viví desde adentro, porque yo fui una desaparecida en la Escuela de Mecánica de la Armada y habiendo cursado algunos meses de periodismo, formé parte de lo que se llamó El Staff (7), dentro del campo de concentración. Era un grupo de prisioneros seleccionados por su saber para construir el plan político del Almirante Massera, que quería ser heredero de Perón.
Funcionaba en lo que se llamaba ´La Pecera´ donde había un centro de producción política, ahí estaba la materia gris de Montoneros, había parte de Oficiales de la organización. Como yo sabía algo de periodismo y sabia un par de idiomas me pusieron a escribir y a traducir.
¿Qué es lo que querían traducir? Lo que ellos llamaban `Campaña Anti-argentina´ en el exterior, es decir, una malvada iniciativa de los exiliados argentinos y algunos políticos progresistas de Francia, España, Italia, Venezuela y México, que acompañaban a estas bases del exilio, que lo que querían era imponer en la opinión pública mundial, la creencia de que acá había campos de concentración y desaparecidos, nada más alejado de la realidad” , ironiza Lewin.
“Entonces una de mis primeras tareas ahí adentro fue traducir las columnas que con mucho esfuerzo (y después lo viví como exiliada), los exiliados argentinos conseguían publicar de periodistas o personalidades como científicos en los Ángeles Times, New York Times, Washington Post, Lemonde Diplomatique, algún otro diario en inglés, por ejemplo Latin American Newsletters, que era un boletín que publicaba desde su exilio en Gran Bretaña Rodolfo Terragno (8). Este diarito, tenía información reservada de las Fuerzas Armadas, información que les pasaban, evidentemente, contactos que Terragno y su gente tenían adentro. Esto se publicaba en inglés y los hacía sentir tan vulnerables que a mí me daba muchísimo placer, de manera que cuando llegaba este folletín, era lo primero que yo traducía, porque veía al Tigre Acosta, a Juan Rolon, a (Antonio) Pernías y a todos los que formaban en núcleo duro del Centro Clandestino ponerse violentos y rojos y sentirse vulnerables, porque les daba impotencia saber que había alguien que estaba pasando información al otro bando y que lo tenían enquistado adentro. Había descripción de escenas de discusiones, por ejemplo entre generales `videlistas´ y oficiales de la armada, y no podían creer como esas conversaciones secretas, a puertas cerradas, veían la luz”
Otro testimonio*
Mario Villani, ex técnico en la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA): “Me secuestraron el 18 de noviembre de 1977, en plena dictadura. Me llevaron primero al Club Atlético. Después pasé por otros, hasta que me trasladaron a la ESMA, donde llegué en marzo de 1979. Estuve allí hasta agosto de 1981, fecha en la que salí en libertad. Libertad con comillas, porque aún estábamos en dictadura. Simplemente me dejaron ir a mi casa. Pero me seguían controlando.
En aquella época, Cavallo, a quien conocí como Marcelo, aunque otros detenidos lo conocieron como Sérpico y Ricardo, era un oficial de operaciones y de Inteligencia. Es decir, intervenía en los secuestros y participaba en los interrogatorios. Además era el encargado de `La Pecera´. Era un sector donde estaba la gente en proceso de recuperación haciendo trabajos, esencialmente resúmenes de prensa. Yo estaba en este grupo. Recibía cada mañana los ocho diarios que salían en la capital, y me ocupaba de subrayar los artículos de ciencia y técnica, en lo nacional, y de Oriente Medio y África, en lo internacional. Cada uno hacía un resumen de prensa de sus temas, que editaba en fotocopias y se distribuía entre los oficiales.”(9)
La producción:
“…Yo creo que el control que ellos pretendían tener sobre la prensa era en un 98 o 99 por ciento efectivo dentro del país, pero fuera del país se les escapaba, entonces la importancia que tuvo para ellos la prensa internacional hizo que hasta dentro de un campo de concentración ellos invirtieran ingentes esfuerzos en desmentir la verdad que se les venía encima como una avalancha…” (Mirian Lewin)
Lewin: “La primera gran operación de prensa que se lanzó desde el interior de la ESMA fue la famosa foto de las monjas francesas, cuando son secuestradas en la iglesia de la Santa Cruz por ayudar a los familiares de los desaparecidos. En realidad a Alice (Domon) se la llevaron de ahí y a Léonie (Dunquet) se la llevaron de su casa días después. De Léonie dicen que se la llevaron por ser amiga de la otra, pero era un gran cuadro político, yo he leído escritos que están en Roma, en manos de su sobrina, y la mujer tenía un gran nivel de desarrollo teórico-político, desde antes de la muerte de Perón había hecho un vaticinio de lo que se iba a venir en la Argentina que es envidiable.
Se las llevan a las dos monjas, se arma un gran escándalo internacional y entonces el Tigre Acosta decide que se pinte la bandera de los Montoneros y que las hagan posar con una foto del diario La Nación del 14 de diciembre, para que la opinión pública internacional pensara que era la guerrilla la que las tenía en su poder. Inmediatamente, el mismo día, las llevan en un `traslado´, es decir en un Vuelo de la Muerte, junto con el resto de sus compañeros del grupo de familiares de la Santa Cruz, en el que estaba también Azucena Villaflor, Esther (Ballestrino de) Careaga, Mari Ponce de Bianco, (Madres de Plaza de Mayo) y todo un grupo de activistas de derechos humanos, muchos de ellos familiares de desaparecidos.
Yo creo que a partir de esto, del gran escándalo que se arma por la desaparición de las monjas, ellos se dan cuenta de que tienen que ganar la opinión pública internacional y entonces instalan el Centro Piloto París. Ahí había una especie de usina que hacía relaciones publicas con medios franceses y europeos y poco después empiezan a prepararse para el Mundial. El Mundial primero y la Guerra de Malvinas después, fueron las grandes campañas propagandísticas de la dictadura. El Mundial fue una infamia, Videla no quería hacerlo porque iba a salir mucha plata, porque estaba en un política de recorte como está ahora Macri, pero cuando le dijeron los beneficios que esto podía traerle a nivel imagen, internacionalmente a la dictadura, es que Videla, además de visualizar algunos negocios que después le saca a la marina, le sube el pulgar, cuando estaba por bajárselo definitivamente y renunciar a la organización del evento.
Cuando se viene el Mundial, nuestra principal misión adentro de `La Pecera´ era producir materiales que hablaran de la unidad de los argentinos, de que éramos derechos y humanos, en una gran paradoja, porque nosotros que éramos desaparecidos, éramos los encargados de producir (obviamente en estado de esclavitud, sino lo hacíamos nos mataban) materiales que ellos emitían por el canal de su propiedad, Canal 13, asignado a la Marina. Yo recuerdo que Roberto Maidana y Sergio Villaruel leían textualmente lo que el Tigre Acosta les entregaba en un sobre papel madera con lo que se producía en `La Pecera´, en un campo de concentración, obviamente con letra que bajaban ahí adentro los torturadores, asesinos, ladrones de niños, violadores de mujeres.
Tenían esto y tenían un contacto en Radio-difusión Argentina al Exterior (RAE). Todo lo que ellos se imaginaban tenía que ver con consolidar el Mundial y la imagen de que en la Argentina NO había campos de concentración. Cuando llega el Mundial redoblan sus esfuerzos, publican audiovisuales que se producían en el sótano del Casino de Suboficiales, publican dossieres antiterroristas que les reparten a los miles de periodistas que vienen a la Argentina. Hacen una visita, vacían la ESMA llevando la gente a una Isla del Tigre y hacen disfrazar a los que se quedan con uniformes de la policía, para poder decir que se trata de un “centro de inteligencia”. Vino gente de la cancillería con un periodista inglés a recorrer los mismos lugares en los que se torturaba y se tenía encerrada a la gente que después iba a ser eliminada, y les dicen que era un “centro de inteligencia”. Era de un nivel de perversión sin límites!
Hay que recordar el caso de Thelma Jara de Cabezas, mamá de un chico secuestrado que tenía que posar de madre que se arrepentía de haber cuidado mal a sus hijos, entonces la pusieron en un bar con un fotógrafo y un periodista, que en realidad era un secuestrado de la ESMA, que le hizo preguntas dictadas por el jefe de ´La Pecera´, el Teniente Rolón, y esto se publicó en la revista Para Ti.
Algo similar sucedió con el intento de arrancarle a (Cesar Luis) Menotti una declaración a favor de la dictadura, porque suponían que si Menotti había aceptado ser el técnico de la Selección, lo menos que podían hacer ellos era arrancarlo de su silencio y hacerle expresar públicamente su apoyo a la dictadura.
¿Quién fue el encargado de ir disfrazado de periodista? Un muchacho llamado Lisandro (Raúl) Cubas, que trabajaba esclavizado en “La Pecera”, acompañado por un oficial de la marina, con una credencial falsa; el muchacho le pidió al oficial que se fuera para que él tuviera un poco más de intimidad y pudiera relajarse junto a Menotti y no le hizo la pregunta. Cuando salió le dijo: ¡No quiso soltar prenda!…”
Otro testimonio*
Fragmentos destacados del esclarecedor reportaje a Raúl Cubas (que actualmente vive en Venezuela) realizado por la revista deportiva “Un Caño”.
-Cubas: Para sobrevivir, incluso hice trabajos forzados desde lo intelectual. Para que no te subieran a los vuelos de la muerte y te lanzaran al Río de La Plata, te aferrabas a hacer cualquier trabajo. Uno de ellos fue fingir ser periodista deportivo
– ¿Los militares le ordenaron que entrevistara al seleccionador César Menotti antes del Mundial ‘78?
-Cubas: Sí. Yo trabajaba en un sector que los militares llamaban “La pecera”. Allí me tenían realizando tareas que ellos llamaban “periodísticas”. Una de ellas era el control de una teletipo de France Press que se habían traído del Ministerio de Relaciones Exteriores, de la Secretaria de Prensa. Lo que yo tenía que hacer era revisar y clasificar todos los cables que tuvieran noticias sobre la imagen de la Argentina, campañas de denuncias de violación a los Derechos Humanos, declaraciones de gente desde el exilio, etc. Y todas las noches escribía artículos para Radio Argentina y para Difusión al Exterior, una radio del Ministerio que se escuchaba en el extranjero. Tuve que hacer artículos de turismo, de economía…
-¿Pero usted era periodista?
-Cubas: No, pero escribía bien. Y cuando surgió esta tarea, les mentí y les dije que estudiaba periodismo. De esa manera, tenía una sobrevida por el trabajo. En realidad, ellos sabían que yo sólo había trabajado en la parte administrativa en la revista Siete Días. Cuando empezó lo del Mundial ‘78, en la ESMA elaboraron dos estrategias. Una era represiva (…). Y la otra era una estrategia comunicacional. Por un lado, a través del Centro Piloto París, contaban que Argentina estaba bien y que estaba todo tranquilo. Lanzaron la campaña “Los argentinos somos derechos y humanos”, Y dentro de la Escuela de Mecánica, al teniente Rolón se le ocurrió la idea de entrevistar a Menotti. Me lo plantearon y les dije que me sentía capacitado para hacer la entrevista. Y ellos organizaron la salida.
Primero, me compraron ropa para ir a la entrevista: fui de traje y corbata. Ese día, el del encuentro con el entrenador, fuimos con el teniente de navío y torturador Juan Carlos Rolón y el capitán de corbeta Alberto González hacia José C. Paz, en donde estaba la Selección. Lo que me impactó fue que al llegar al sitio de la conferencia de prensa, vi en la puerta, en algunos controles, a militares que yo conocía de la ESMA (por ejemplo, al suboficial que hacía guardia en el sector “Capucha” y al suboficial Víctor Cardó, jefe de guardia en la ESMA). Vestidos de civil, pero armados seguramente. En ese momento, el eje de la discusión deportiva era la convocatoria de Maradona o no a la Selección y quiénes iban a integrar la plantilla de citados para la Copa del Mundo. Cuando termina la conferencia me llevan a hacer la entrevista. Yo me había fijado un límite para cuando se produjera el encuentro con el director técnico. Yo salí en un periódico junto a Menotti. Vi que había fotógrafos en el lugar, entonces durante la conferencia me acerqué al técnico y aparecí en una imagen que fue publicada el día después en el diario La Nación. Es que pensé que quizás alguien veía esa foto y me podían reconocer un familiar o un amigo, era mi manera de mostrar que estaba vivo.
-¿En qué consistió su límite?
-Cubas: En la ESMA pretendían que yo le preguntara a Menotti algo como para que él me hablara a favor de la imagen de la Junta Militar. Y yo me había propuesto no hacerlo, aunque me lo pidieron claramente. Pero, ¿cómo hacía para entrevistar a Menotti si el teniente Rolón, que se hizo pasar por periodista con un carnet falso, se sentaba a mi lado? Yo sabía que en cuanto se diera cuenta de que no le iba a preguntar lo que ellos querían, me iba a presionar. Entonces inventé una excusa. Le dije al teniente que estaba nervioso, que prefería entrevistar a Menotti yo solo. Rolón aceptó y se puso a conversar con otros periodistas. Allí fue que me presentaron al seleccionador, a quien le dijeron que yo era periodista de una revista de la cancillería. Fue en abril, un par de meses antes de la Copa del Mundo. Y le hice la entrevista, que luego leí estando detenido en la ESMA. Menotti, por supuesto, no sabía que el periodista que estaba frente a él era un desaparecido. Cuando terminé la entrevista, me acerqué al teniente y le dije: “Mire, esa pregunta Menotti no me la quiso responder”. Nunca le confesé que no la había hecho para no favorecer a los militares.
Mercedes Soiza Reilly: “El Centro Piloto París fue un espacio creado para cambiar la mirada sobre Argentina a nivel internacional”, explica la fiscal, que además facilita para esta nota otros fragmentos del alegato en los que se pone en foco ese tramo de la investigación: «El grupo de tareas de la ESMA desarrolló operaciones de prensa con el objeto de desinformar y encubrir su responsabilidad en los secuestros y las desapariciones de personas; especialmente, en aquellos casos que habían adquirido notoriedad pública a nivel internacional (…) El accionar de este Centro Piloto, no sólo significó verdaderas acciones de inteligencia desarrolladas sino además un endeudamiento inusitado para la República. Se gastaron sumas millonarias de fondos reservados. Esta forma de proceder hacía del Centro Piloto un verdadero servicio secreto de inteligencia ligado a la ESMA (…) Las denuncias efectuadas por la diplomática Elena Holmberg le costaron la vida; el grupo de tareas desarrolló acciones que permitieron su secuestro y asesinato (…) Bajo esta dependencia, que con las constancias incorporadas hemos acreditado que era un Anexo de la ESMA, por tratarse de un espacio que permitió la continuidad delictiva de las tareas ilícitas llevadas a cabo en dicho campo. Concretamente mediante dos vías; una, a través de las acciones de propaganda, pero por sobre todo mediante las acciones de infiltración (…) Pudieron asociarse al Centro Piloto tareas de infiltración a los exiliados argentinos en Francia. Tal vez lo más recordado haya sido la famosa fotografía de Astiz, tomada en 1978, durante una reunión preparatoria del Contra-congreso Internacional de Cáncer, donde se lo ve en el margen izquierdo de la imagen infiltrado entre el grupo (12), Holmberg había tomado la iniciativa en las denuncias con más empeño que el propio Embajador Anchorena. Cuando los marinos advirtieron que no era leal a ellos, la sacaron de París diciendo que su labor estaba cumplida. Al llegar a Buenos Aires, fue secuestrada por el Grupo de Tareas de la ESMA y posteriormente asesinada.
En el juicio se acreditó que los marinos diplomáticos en París estaban incómodos con Holmberg, que sentía más simpatía por el sector «videlista» del Ejército que por los enviados de la ESMA a Francia. Una de esas pruebas es una carta de 1978 remitida por uno de los altos mandos a cargo del Centro Piloto, el represor enjuiciado Eugenio Vilardo, a su jefe el Capitán de Fragata Roberto Pérez Froio (imputado, fallecido en 2013), informando que el embajador saldría al aire por la radio “France-Inter”, en un programa en el cual previamente se había entrevistado por teléfono a personas relacionadas con “los exiliados subversivos” –en palabras del imputado-, dejando una imagen negativa sobre la situación de Argentina. En ese documento acusan directamente a Elena Holmberg de fomentar esa entrevista.
AFUERA DE LA PECERA
“…su ambición, sus negocios, su afán de figuración, su ansia de poder: quería ser presidente, millonario, estanciero, empresario, propietario de todo lo que tenía a su alcance. Y llegó sólo a ser un asesino, un infame y corrupto traidor a todo principio de ética, de humanismo, de grandeza. Eso sí, cuando entraba en una iglesia era el primero que se arrodillaba y santiguaba….” (Osvaldo Bayer, sobre Eduardo Emilio Massera)
Miriam Lewin: “Cuando Massera se retira empieza a preparar el Partido por la Democracia Social y saca el diario Convicción (13), que tenía un modelo bastante parecido al de La Opinión, en el sentido de que era culturalmente progresista, porque Massera no era ningún tonto, él sabía perfectamente que siguiendo la línea de la política económica de Martínez de Hoz no iba a seducir a los peronistas y ya cuando se retira de la armada empieza a organizar reuniones con políticos peronistas, con sindicalistas peronistas y con empresarios nacionalistas, incluso consigue financiar la publicación de un libro de un prócer de la política petrolera nacionalista, Adolfo Silenzi de Stagni. Ahí empieza a aceitar sus contactos con periodistas y corresponsales extranjeros aunque no tiene mucho éxito con esto. La verdad es que los corresponsales desconfiaban de sus buenas intenciones y para fortalecer su posición larga el diario Convicción. Es sorprendente la lista de nombres de colegas que trabajaron en el diario Convicción, pero tenía que ver con que era un diario de derecha en lo político, nacionalista en lo económico (opuesto a la política Martínez de Hoz) y bastante progresista en el área cultural y de espectáculos. Todos aseguran que jamás fueron censurados. Mi ex marido por ejemplo (Carlos García), era llevado por guardias, desde la ESMA, con otros dos compañeros a trabajar en las rotativas del diario Convicción, y todas las noches vuelto a entrar. Era una especie de estado transicional de libertad. Todos nosotros fuimos obligados durante un cierto período, los que nos quedamos en el país porque no nos dieron el pasaporte, a trabajar bajo el control de ellos”.
Se espera que en agosto finalice, después de 4 años y medio de iniciado, el juicio por delitos de lesa humanidad cometidos por una dictadura genocida más grande de la historia de la humanidad. A 41 años del golpe, este tipo de procesos continúan cumpliendo un rol irreemplazable en la consolidación de la democracia, no solo porque colocan en el lugar que la historia les reservó a los asesinos, torturadores y ladrones de bebes, sino porque también se proponen como ámbito (muchas veces el primero y el único) para que vean las luz las historias oscuras de esa noche interminable que permiten recuperar la memoria, para conocer el pasado y construir el mejor futuro posible.
Sobre la perspectiva para el avance de estos procesos en el contexto actual, la fiscal Soiza Reilly arriesga que “…no me parece que un momento político tenga que determinar qué acusación tengo que dirigir, esto lo digo como expresión de deseo. Las investigaciones tienen que seguir, en Alemania hace unos meses condenaron al contador de Auswitch, no fue una política del gobierno de turno. No puede decir un presidente nuevo “pacificación, reconciliación”. Lo que fue delito en el pasado tiene que ser investigado en el presente, más cuando se trata de causas donde nos exigen internacionalmente, porque hubo un genocidio de Estado, es por eso que no podemos bajar los brazos…”
Ficha / MEGA CAUSA ESMA III-Unificada
El Tribunal Oral Federal Nº 5, compuesto en la actualidad por Leopoldo Bruglia, Adriana Palliotti, Daniel Obligado y el juez sustituto Pablo Bertuzzi, tendrá que dictar sentencia sobre casos emblemáticos como el de las monjas francesas Alice Domon y Léonie Duquet, las Madres de Plaza de Mayo secuestradas en la iglesia de Santa Cruz, la adolescente holandesa Dagmar Hagelin, el periodista Rodolfo Walsh, los secuestros de los bebés Victoria Donda y Juan Cabandié y los Vuelos de la Muerte, entre otros. Además se juzgan, por primera vez, violaciones de secuestradas.
De los 68 represores que ingresaron al subsuelo de Comodoro Py en noviembre de 2012, 14 ya habían sido condenados en 2011 en la segunda causa Esma, que terminó con 16 condenados y dos absueltos por un centenar de casos. El primer tramo, en cambio, quedó sin resolución cuando el único imputado, el prefecto Héctor Febres, apareció muerto en su celda luego de haber ingerido cianuro, en 2007.
De los juzgados actualmente, se destacan los nombres de Alfredo Astiz, Ricardo Cavallo, Jorge el Tigre Acosta, Adolfo Miguel Donda, Antonio Pernías, Julio Poch (piloto de los Vuelos de la Muerte), Antonio Vañek, y Jorge Rádice. La nómina inicial incluía 56 marinos, cinco prefectos, un coronel del Ejército, tres ex miembros de la Policía Federal, uno del Servicio Penitenciario y dos civiles: el abogado Gonzalo Torres de Tolosa, que durante años defendió a sus ex compañeros, y el economista del gabinete de Martínez de Hoz, Juan Ernesto Alemann. Se salvaron, una vez más, los capellanes de la Iglesia católica.
Ficha / ESMA IV
Tramita también ante el TOF 5, con la intervención de los fiscales Alejandro Alagia y María Ángeles Ramos. Son 5 investigaciones desprendidas de la Mega-Causa, que incluyen secuestros, tormentos, homicidios, sustracción de bebes y por primera vez, robos de bienes de los desaparecidos. Hay 10 imputados, por más de 800 casos. Si todo sigue su curso, empezará el 10 de agosto.