Redacción Canal Abierto | El cuarto mandato de Angela Merkel necesitará de nuevas alianzas. La gran coalición con la que pudo gobernar hasta ahora la poderosa CDU, la Unión Cristiano Demócrata de Merkel no seguirá, ya que el candidato socialdemócrata, Martin Schulz, anunció que pasarán a la oposición luego de obtener este domingo los peores resultados de la historia moderna de su partido.
Por otro lado, negociar con la ultraderechista Alternativa por Alemania (AfD, por sus siglas en alemán) -que representa el primer partido nacionalista que logró entrar al Parlamento Federal desde la Segunda Guerra Mundial y se convirtió en la tercera fuerza del país- está fuera de discusión.
“Merkel tiene que buscar nuevos aliados. Si uno toma los resultados, lo más probable es una coalición que en Alemania llamamos ‘Jamaica’ por los colores de su bandera, que también son los tres colores de los tres partidos: los demócratas cristianos, que son los negros; los verdes; y los liberales que son los amarillos. La suma permite una coalición desde la matemática, pero si uno toma los contenidos de esos partidos son totalmente distintos”, explica Jürgen Vogt, corresponsal en Argentina del diario Die tageszeitung (más conocido como “el TAZ”).
Las diferencias que deberán zanjar los tres partidos son un desafío. Mientras los verdes provienen de una tradición de izquierda ecologista, los liberales han devenido en neoliberales y pregonan una economía basada en el libre mercado. La tercera pata es la CDU de Merkel, un partido conservador que deberá oficiar de puente y pívot, negociar y ceder.
“Veinte años atrás nadie hubiera imaginado que estos tres partidos podrían empezar a negociar para hacer una coalición –agrega Vogt-. Hoy en día tenemos en distintos parlamentos provinciales alianzas entre los demócratas cristianos y los verdes, aunque allí es un poco más fácil porque no deben opinar sobre políticas para el extranjero o el futuro del Euro y la Unión Europea, que son preguntas que ahora están en juego. A nivel nacional la negociación va a ser muy difícil y el final todavía es abierto”.
El 12% de votos que obtuvo el partido AfD fue la sorpresa de la elección del domingo, y la constatación de que Merkel está perdiendo electores a manos de la ultraderecha debido a una política migratoria que signó las elecciones de toda Europa. La llamada crisis de los refugiados de 2015 y 2016 llevó a las costas europeas a miles de personas provenientes de distintos territorios en conflicto que los sectores más golpeados por el desempleo y la pobreza reaccionaron convirtiendo en los principales responsables de su situación. El descontento se reflejó en las urnas, donde los discursos que algunos llaman populistas de derecha –encarnados en líderes como Donald Trump, que prometen medidas proteccionistas, nacionalismo y endurecimiento de las políticas migratorias- ganaron terreno en casi todos los países europeos. Alemania, pese a ser la economía más próspera de la Eurozona, no fue la excepción.
«Los partidos que ya estaban en el Parlamento no lograron dar respuestas suficientes al miedo que tienen las clases más bajas ante la llegada de los inmigrantes, y eso hizo crecer el voto de la AfD. Entonces, por un lado, Merkel debe tratar de no perder más votos a manos de la ultraderecha, pero por el otro debe intentar abrirse al otro sector de la sociedad para facilitar las negociaciones de las nuevas alianzas. Está complicado para ella», sintetiza Vogt.