Redacción Canal Abierto | Envalentonado con la victoria electoral, el presidente Mauricio Macri pareciera ir por todo: en pocos días anunció una reforma laboral, previsional y tributaria y colocó en el Ministerio de Agroindustria a un emblema de la oligarquía terrateniente: Luis Etchevehere, presidente de la Sociedad Rural Argentina.
El último hombre de la organización agraria más concentrada e influyente cumpliendo funciones de Estado había sido José Alfredo Martínez de Hoz, durante la dictadura cívico-militar de 1976.
«El campo fue, es y será parte indispensable de la solución de los problemas del país, fuente inagotable de oportunidades y de trabajo para todos», dijo Etchevehere cuando asumió la presidencia de la Rural, en 2012.
Algo similar pareció decir Macri ayer en el CCK, cuando aseveró que “no hay manera de salir de la pobreza si no nos convertimos en un país exportador”, como si, acaso, no lo fuéramos.
Pareciera haber en ambos cierta nostalgia por la Argentina de 1880.
Las coincidencias de política doméstica entre Etchevehere y Macri son anteriores a diciembre de 2015, pero se solidificaron, sin duda, cuando el Presidente eliminó las retenciones al agro y redujo la alícuota sobre la soja. Esa operación generó una transferencia de 50 mil millones de pesos.
Célebre autor de frases políticamente incorrectas como «no deberíamos repetir el error de otras décadas de proteger a sectores menos eficientes» o “cruzando la General Paz no se come lomo”, Etchevehere acumula también denuncias por trabajo esclavo en dos campos propiedad de su familia.
En 2014 Guillermo Martin, titular del por entonces Renatea, aseveró que en la estancia La Hoyita y en La Margarita «había 27 trabajadores agrarios y en cinco de ellos se registraron trabajos irregulares. De esas cinco personas, dos de ellas de 55 años expresaron ser analfabetos, no tener recibos de sueldo y se encontraban en situaciones extremadamente precarias, sin energía eléctrica, agua potable ni baño».
El ingreso de Etchevehere al Gobierno implica también la salida de Ricardo Buryaille, en cuya gestión se asfixió la secretaría de Agricultura Familiar al punto del desmantelamiento. El exministro irá de embajador a la Unión Europea.