Redacción Canal Abierto | Cada 20 de noviembre se celebra en Argentina el Día de la Soberanía Nacional en conmemoración de la Batalla de Vuelta de Obligado de 1845. Propuesta por el historiador José María Rosa en 1974 y aprobada ese año por el Congreso de la Nación, esta fecha recuerda la victoria de las fuerzas porteñas –al mando Juán Manuel de Rosas y comandadas por general Lucio Mansilla- y aliados frente a una flota militar extranjera. El objetivo de Gran Bretaña y Francia era el de establecer relaciones comerciales directas con las provincias de Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes, sin pasar por Buenos Aires ni reconocer la autoridad de Rosas como encargado de las relaciones exteriores de la Confederación.
El historiador, docente de la UBA e investigador, Fabio Wasserman reflexiona sobre las contradicciones y contrapuntos detrás de la idea de soberanía, así como también sobre el sentido histórico de una construcción cargada de sentido e ideología.
–¿Por qué se celebra la Batalla de Vuelta de Obligado como el Día de la Soberanía?
-En Argentina, y al igual que en el resto de América, la idea de soberanía nacional usualmente se construyó desde un punto de vista territorial o geográfico. Durante todo el periodo en que se escribió la historia argentina oficial, se presentó a la Revolución de Mayo como un hecho fundante y una ruptura con lo precedente. Es a partir de allí que la cuestión territorial cobró tanto sentido, porque esta servía como resguardo de una continuidad histórica que legitimaba el proceso de formación del Estado nación. Es decir, que a partir de una operación historiográfica se termina argetinizando un territorio como forma de legitimación, aún cuando para mediados del siglo XIX todavía no existía tan claramente esa idea de nación.
Este fue un proceso complejo que atravesó todo el siglo XIX, e incluyó el sometimiento de las provincias a un poder central -que en términos reales concentraba Buenos Aires-, tanto en lo que refiere a lo militar, como a lo económico y político; o bien las distintas masacres que luego se denominaron “campañas del desierto”, que no sólo llevó a cabo Julio Roca hacia finales de siglo sino también Rosas algunas décadas atrás.
Por eso se asocia a la soberanía a la defensa del territorio, y por eso la vinculación con la Batalla de Vuelta de Obligado.
-¿Existen otras perspectivas para pensar la soberanía?
–A mí entender esta mirada territorial- y a la vez de enaltecimiento de lo bélico o militar- es muy restrictiva, sobre todo porque desde esta perspectiva se pudieron encubrir o soslayar intereses aún mas complejos. Es mas, si indagamos sobre las cuestiones de fondo, vemos que la Batalla de Vuelta de Obligado es tanto una defensa efectiva y real del gobierno de Rosas frente a la injerencia de potencias europeas, como a la vez una forma de control por parte de Buenos Aires sobre los pueblos del litoral. Es controvertido porque, si bien no resultan del todo antagónicas, ambas cuestiones pueden afirmarse, cada una desde una mirada historiográfica.
Incluso al pensar en soberanía podemos corrernos de la cuestión geográfica o territorial, para poner el foco en lo vinculado a una soberanía del pueblo. O sea, poner el foco en los sujetos sociales y vitales de la política, por encima de un eje tan inerte y determinado como es lo geográfico. En este punto no sólo observamos la diferenciación, o el límite, entre lo nacional y lo extranjero, sino también las diferenciaciones de clase o étnicas.
Esta concepción implicaría que la propia sociedad y sus individuos son los que debieran ir definiendo, en cada momento histórico, de qué manera se organizan para administrar sus derechos, obligaciones, etc. Por supuesto que esto no se da, ni se dio en el pasado, así en los hechos porque operan distintos mecanismos de clase, étnicas, de género, entre otros. Basta pensar que hasta 1951 las mujeres no votaban, y por lo tanto no participaban de igual manera en lo que concebimos como cuerpo social soberano. Sin embargo, este ejemplo nos demuestra que la idea de soberanía en efecto sí va cambiando, mutando. Al punto en que hoy, y ya desde hace tiempo, las mujeres ocupan un fuerte rol como sujeto activo, con una perspectiva potente y propia.
-Entonces no se trata de una discusión de símbolos del pasado…
-Anclándolo a una discusión muy vigente en la actualidad, habría que preguntarse qué pasaría si -en vez de Joseph Lewis o Benetton- fueran dos argentinos los que acumularan tres millones de hectáreas. ¿Sería muy distinto el problema? Ahí tenés un caso para pensar las dos discusiones sobre la soberanía: si es la contradicción nacional-extranjero, si tiene que ver con lo privado y lo de todos, y así tantas otros debates.
En Argentina hay normativas que limitan la propiedad en manos de extranjeros (durante el gobierno de Cristina Kirchner se sancionó una Ley en este sentido, pero sin afectar a quienes habían adquirido tierras con anterioridad), pero no la posesión de inmensas tierras en manos de nacionales. No se si uno u otro problema son de la misma naturaleza, pero de seguro afecta a la sociedad en su conjunto, sobre todo a un campesinado que históricamente se vio desprovisto de su medio de vida.
Al fin y al cabo es una discusión y una construcción ideológica. Ejemplo de ello –muy ligado a un debate que atraviesa en estos momentos nuestra sociedad- fue el intento, con un sentido político, de asignar a pueblos originarios una nacionalidad u otra, como si importara o fuera posible catalogar a mapuches u otros como argentinos o chilenos.
No es que pretenda desmerecer o relativizar el tema territorial, sino que mas bien entiendo es importante enmarcarlo en una discusión mas a fondo.
-¿Se podría pensar entonces en otra reivindicación que no sea la de la gesta militar?
-Por qué no pensarla en términos mas bien culturales. Por poner un ejemplo, cuando en 1876 Juan Maria Gutiérrez (historiador, crítico y poeta argentino) es invitado para integrar la Real Academia Española, este declina porque rechaza que una corporación extranjera sea la que pretenda normativizar nuestra lengua, la que utilizamos día a día. Este también es un hecho político de ejercicio de la soberanía, quizás no de la envergadura simbólica que tiene una batalla como Vuelta de Obligado.
* Fabio Wasserman nació en Buenos Aires, en 1968. Se graduó de doctor en Historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Se desempeña como docente en esa facultad y como investigador del Conicet en el Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”. Su área de especialización es la historia política y cultural argentina e hispanoamericana del siglo XIX, temas sobre los cuales ha publicado varios libros y artículos, no solamente en la Argentina sino también en el extranjero.