Por Juan Carlos Giuliani | La Córdoba paradojal, la de las altas inequidades contrarrevolucionarias y heroicas rebeliones populares, aparece en este caso en su peor versión, con la potencia brutal y enceguecedora de la injusticia social sangrando por los poros de un pueblo sufriente, al que no alcanzan a domesticar por más “Veranón” que pronostique la publicidad oficial.
El ajuste hace estragos en el entramado social. Las políticas neoliberales que aplica sin anestesia el Gobierno Nacional del PRO, la UCR y el ARI (Cambiemos) se replica simétricamente de la mano del Gobierno Provincial de Unión por Córdoba (PJ). Al fin y al cabo, el gobernador Schiaretti es uno de los alumnos preferidos del Presidente Macri y uno de sus aliados más confiable.
En la segunda provincia del país, poblada por todos los paisajes, rica y productiva, la pobreza se extiende como una mancha de aceite y hace blanco de la prepotencia capitalista en nuestros pibes. El Gran Córdoba; Río Cuarto y otras ciudades exhiben altos índices de desempleo, trabajo en negro; precarización laboral; desigualdad social; miseria planificada por los poderosos.
Los gobiernos de turno, gerentes de los que mandan, han hecho poco y nada para modificar esta realidad. El poder real de Córdoba no se asienta en ese edificio horrible que funge de Casa de Gobierno -El Panal- sino en las oficinas de las empresas de Pagani (Arcor); Urquía (Aceitera General Deheza); Roggio; Bugliotti, y unos poquitos más que son los que deciden sobre la tierra, la vida y la hacienda de la población.
El Paicor es el gran contenedor de los pibes en la escuela. Al menos para garantizar un plato diario de comida, un bien que escasea en sus hogares de padres sin trabajo y con bolsillos flacos. Y cuando no alcanza o no está porque es período de vacaciones escolares, ahí están las Organizaciones Libres del Pueblo con sus merenderos y comedores comunitarios que crecen por doquier para aportar una copa de leche y un plato de alimento digno a los chicos de las barriadas pobres. Un gesto solidario que, por lo general, el Estado -Nacional, Provincial o Municipal- no practica, porque en su afán de responder a las demandas de los que tienen la sartén por el mango, siempre priorizan otras cuestiones y las necesidades de los grupos más vulnerables quedan relegadas. No se trata, claro está, de un Estado ausente. Es un Estado presente para atender las demandas de otros actores sociales mucho más influyentes en la toma de decisiones de los gobernantes que los pobres que andan de a pie. Así de simple.
La pobreza que duele
Se acaba de conocer que en dos años creció el 11,5 por ciento el padrón del Paicor. Cada vez más queda claro que los chicos van a la escuela a comer, a consumir al menos un plato de comida diaria porque el hambre campea en sus hogares con padres de bolsillos flacos y sin trabajo.
Según informa el diario La Voz del Interior, el padrón del Programa de Asistencia Alimentaria para Niños y Adolescentes de escuelas públicas (Paicor) tuvo un aumento de 22 mil beneficiarios que totalizaron, a fines de 2017, 212 mil, contra 190 mil que había en marzo de 2016.
En 2016 se sumaron siete mil chicos, por lo que en diciembre de ese año llegaron a 197 mil. En el arranque de 2017 se incorporaron al listado seis mil más, y a lo largo de ese año, otros nueve mil, para llegar a un padrón de 212 mil beneficiarios, entre quienes se distribuyen por día 421 mil raciones, según las estadísticas del programa.
Cuando los beneficiarios fueron a las escuelas a retirar los módulos alimentarios que el Paicor distribuye para pasar el verano, 191 mil confirmaron que necesitarán la asistencia este año. A este número se sumarán los ingresantes al sistema público, en nivel inicial, y aquellas familias que caigan por debajo de la línea de la pobreza.
Como establece el decreto que unificó los criterios para acceder a programas sociales de la Provincia, el límite para contar con el Paicor será móvil, según el monto que fije el INDEC para la canasta básica total, que sirve para medir la pobreza.
Hoy el límite para un hogar de dos adultos y dos niños en la escuela primaria es de 16.677 pesos, que fue el que el INDEC estableció para la canasta básica total en diciembre último. Si el hogar está compuesto por un matrimonio y tres hijos (uno de ellos bebé), el límite será de 17.541 pesos.
Con ternura venceremos
El Hambre es un crimen. Hay que detenerlo. Sí o sí. Porque en nuestro país no faltan ni alimentos, ni platos, ni madres, ni médicos, ni maestros. Faltan, en cambio, la voluntad política, la imaginación institucional, la comprensión cultural y las ganas de construir una sociedad de semejantes que asegure a nuestros hijos las oportunidades vitales para que puedan crecer con dignidad.
Resulta prioritario construir otro escenario para modificar la injusta matriz de distribución de la riqueza que mantiene preso a un amplio sector social de una situación de marginalidad. La desigualdad, la pobreza, el desempleo son factores a desterrar. Corresponde articular todos los esfuerzos para evitar que esas mutilaciones al derecho de ciudadanía se naturalicen en el imaginario colectivo.
Es posible construir otra sociedad, distinta, basada en la igualdad, en la inclusión, en el concepto de que a todos les corresponden todos los derechos. El pueblo organizado tiene derecho a exigirle al Estado que le garantice ese tratamiento igualitario.
En Córdoba, como en gran parte de la Argentina, crece el número de chicos y adolescentes que no estudia ni trabaja. Los “Ni-Ni” son producto de la crisis, el abandono y la desarticulación social. Presa fácil del narcocrimen, son parias en su propio suelo. Asaltan las esquinas con semáforos para ofrecer sus servicios como limpia vidrios o alguna chuchería de ocasión. A ellos no los alcanza el Paicor. Pero integran esa legión de jóvenes criminalizados y judicializados por el poder que los mata con el “gatillo fácil” y la estigmatización social que, en lugar de integrarlos, les da un empujón más hacia el abismo, el desamparo, la nada.
Es urgente que vuelva a imperar en nuestra Patria el apotegma emblemático de la Justicia Social en un Estado de Bienestar: “Los únicos privilegiados son los niños”.
Publicada en Retruco.com