Por Pablo Bassi | Haber juzgado dos veces al líder indígena Facundo Jones Huala es parte de la escena montada por el Gobierno argentino para disciplinar a los pueblos originarios en su pelea por la recuperación de tierras. Santiago Maldonado y Rafael Nahuel también son protagonistas de esta historia.
Jones Huala es el lonko (referente político, en lengua mapuche) de la comunidad en resistencia de Cushamen. El juez federal Gustavo Villanueva escuchó ayer su descargo y los argumentos del fiscal, antes de resolver el pedido de extradición a Chile donde está acusado de haber incendiado una vivienda en 2013.
Pero Jones Huala ya había sido juzgado dos años atrás por Guido Otranto, el magistrado separado de la causa por la desaparición de Santiago Maldonado. En aquella oportunidad, el funcionario lo dejó en libertad porque la única persona que testificó en contra suyo lo hizo bajo tortura. Es recordada, todavía, la presencia que intentó pasar inadvertida en el juicio del jefe de Gabinete del ministerio de Seguridad, Juan Pablo Nocetti. El hombre estaba interesado en la suerte del lonko, por cuya libertad reclamaba Santiago Maldonado en el famoso operativo a su cargo sobre la Ruta 40.
Como en junio de 2017 persistía aún su pedido de captura internacional, Jones Huala fue recapturado en Bariloche horas después de un encuentro entre los presidentes Macri y Bachelet. Fuentes extraoficiales aseguran que allí se trató “la cuestión mapuche”.
Sobre el líder indígena pesó haber cruzado la cordillera hacia la Argentina en 2013, para evitar el juicio en que fueron absueltos en Valdivia todos los acusados del incendio, la tenencia ilegal de armas de fabricación artesanal y la posesión de municiones.
“Éste es un juicio político”, aseveró desde Bariloche Pablo Pimentel, de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, en declaraciones a revista Cítrica. “Todas las personas procesadas en Chile por el caso en que Facundo estaba procesado fueron absueltas”.
La resistencia
“Fui combatiente en algún momento de la Resistencia Ancestral Mapuche y estuve involucrado en alguna situación de sabotaje, pero no en la que se me endilga en este caso”, declaró el lonko este miércoles, en el gimnasio municipal donde fue enjuiciado.
En diversas entrevistas Jones Huala ha dejado en claro que la RAM existe, que no es un invento de los servicios sino parte del Movimiento Autónomo del Puel Mapu en que milita, pero que no es verdad la autoría de muchas acciones que se le atribuyen.
“Los hechos violentos son acciones de resistencia, de autodefensa, con piedras, palos, o sabotajes de objetivos capitalistas, de baja intensidad, que afectan la maquinaria y herramientas de las empresas terratenientes y extractivistas. No existe terrorismo. Es cierto que se utiliza como argumento para reprimir, pero es necesario dar la discusión y entender el proceso de toma de conciencia del pueblo mapuche”, aseguró horas antes al diario En estos días.
Según Jones Huala, el mapuche es anticapitalista. No en términos ideológicos, sino como “sistema antinatural y antihumano”.
El acto
“Les molesta nuestro planteo, nuestra propuesta, el proceso de toma de conciencia del pueblo mapuche. Pero además, lamentablemente para ellos, somos de una composición social particular: somos mapuches de sectores populares, de esos barrios que demuestran su bronca cada tanto, más allá del gobierno que esté”, le confió Huala al periodista Santiago Rey.
Así opinaba sobre el anunciado operativo de seguridad que finalmente incluyó a 300 mujeres y hombres de Gendarmería y Policía de Seguridad Aeroportuaria, un cerco a cien metros del gimnasio municipal, el traslado secreto de Jones Huala en helicóptero desde Esquel hasta Bariloche, la restricción a sólo 30 personas en la sala más periodistas, que un principio el juez Villanueva procuró acotar a siete, elegidos a dedo.
Tal vez se buscaba magnificar el decorado para legitimar “la peligrosidad” de la “cuestión mapuche”. O provocar a quienes acampaban desde el martes a la mañana: organizaciones indígenas, políticas, sociales y de derechos humanos que durante este miércoles escuchaban en vivo el tratamiento del caso.
La APDH había presentado un hábeas corpus preventivo para que no fueran reprimidos. Entre los firmantes estaban Nora Cortiñas y la mamá de Rafael Nahuel.
«Usted también es responsable del asesinato del peñi Rafael Nahuel”, le endilgó el acusado al juez. “¿Por qué no mandaron a reprimir con balas de goma por lo menos? Nos mataron otro hermano», le enrostró.
La estrategia de Jones Huala fue exculparse del delito que se le imputa, reconocerse un militante revolucionario de acción directa y escudarse a capa y espada en la historia: «Esta tierra fue, es y seguirá siendo mapuche. Por más que me extraditen o nos sigan matando, seguiremos insistiendo que nos dejen vivir como mapuche», explicitó.
En este sentido, su abogada Sonia Ivanoff planteó la nulidad del proceso porque su defendido asiste por segunda vez a un juicio por la misma causa, rechazó los delitos atribuidos por considerarlos políticos o conexos a políticos y exhortó a que la extradición no sea requerida.
El lunes a las 11 se escribirá un nuevo capítulo.
Foto de tapa: Eugenia Neme (Al Margen)