Redacción Canal Abierto | Adriana es nieta de Blanca Díaz de Garnier y hace cuatro meses es el caso 126* resuelto por Abuelas de Plaza de Mayo. Vive en la Ciudad de Buenos Aires. Hace poco tiempo se acercó al área de Presentación Espontánea del organismo luego de que alguien de su entorno le confesara que no era hija biológica de quienes la habían criado. Hasta entonces, ella no tenía dudas sobre su identidad. Finalmente el 4 de diciembre le confirmaron que es hija de Violeta Ortolani y Edgardo Garnier, militantes montoneros desaparecidos entre 1976 y 1977.
Canal Abierto conversó con ella para conocer sus opiniones y sensaciones de cara a la marcha de mañana, por los 42 años del golpe cívico militar que dio inició al terrorismo de Estado que fracasó al pretender alejarla de su familia y borrarle su verdadera identidad para siempre.
¿Cómo recibís este año el 24 de Marzo?
-Es el primer año de mi nueva vida, así que me pega de manera especial, con tristeza pero con mucha emoción, porque voy a estar compartiéndolo con mis hermanos de la vida, los otros nietos. Así que si bien la fecha es dolorosa también siento mucha contención, de mis amigos, de mi familia y de esta nueva familia de nietos.
¿Participabas de las marchas del Día de la Memoria?
-No, pero siempre he seguido el tema derechos humanos, el trabajo de las Abuelas, de concientización y de búsqueda, y siempre acompañé desde la opinión y la ideología. Siempre estuve de acuerdo con la lucha, las admiraba antes, las admiro muchísimo ahora. Por suerte la vida no me sorprendió teniendo que cambiar de pensamiento o de posición ideológica, siempre estuve en el mismo lado, apoyando la militancia por los derechos humanos, y seguramente por eso lo tomé tan naturalmente, a pesar de lo fuerte que es saber que sos hijo de desaparecidos.
Apelando a esa conciencia y sensibilidad, y a pesar de la emoción personal, ¿cómo estás analizando el contexto en materia de derechos humanos en nuestro país?
-Este gobierno pone energía y atención en otros factores, y me da pena, porque por más que sea un gobierno de derecha hay ciertas cosas que se tendrían que rescatar. Hay un retroceso en ese aspecto. Los derechos humanos en nuestro país trascienden a nivel mundial, me han llamado de muchísimos países para hacer entrevistas y están interesados en el tema. Me parece lamentable…
¿El secretario de Derechos Humanos o alguien del Gobierno Nacional se comunicó con vos cuando se difundió tu caso?
-No. Yo casi no uso redes sociales, pero por compañeros me enteré de que el único que me felicitó fue el jefe de Gabinete, Marcos Peña, que puso en su Twitter “Bienvenida Nieta 126”. Como yo no uso Twitter no le pude contestar, pero ese fue el contacto más directo que tuve con el Gobierno.
¿Este sábado vas a marchar?
-Voy a marchar, va a ser mi primera marcha, con los nietos y con dos primas, una por parte de mamá y otra por parte de papá, que van a acompañarme.
¿Cómo está la abuela?
Yo estoy enamorada de mi abuela, es un personaje bellísimo, la verdad es que no me imaginaba que iba a ser así. Esta abuela tiene una fuerza, me hace reír, lee poesía y escribe poesía, es una mina súper vital, moderna, tiene 87 pero es una ídola, la tengo como un ejemplo en muchísimas cosas, porque lo que le ha pasado ella lo vive con muchísima entereza, mucha fuerza.
Ella vive en Entre Ríos, pero cada dos o tres días hablamos por teléfono, nos hemos quedado tres horas hablando por teléfono y, si bien somos distintas en muchas cosas, yo me siento identificada. Me muero de amor… sus consejos, es una nueva vida para mí.
Debe estar muy movilizada también…
-Ni hablar, si bien es una alegría fantástica, ella perdió un hijo, yo no se lo puedo devolver, soy un pedacito de él, pero no soy él. Aunque yo siento que la conozco de toda la vida, hubo 40 años en los que no tuvimos contacto, y desde el dolor que ha padecido y el miedo a sufrir, nos estamos conociendo. Aparte yo tengo rasgos bastante parecidos a los de mi papá, y seguro se removieron cosas que estaban tapadas, pero lo lleva mejor que yo, y eso que a ella le tocó la peor parte.
¿Con la familia de tu mamá tenés buen vínculo?
Sí, también, son divinos todos. Son de Moreno y Bolívar (provincia de Buenos Aires). Tengo muchas tías y muchos primos. Son mi sangre, la familia con la que hubiera crecido, son mi familia y me hacen sentir eso. Mi familia de crianza esta distante, y con mi familia verdadera es como si nos conociéramos de toda la vida y están felices y re contentos, y yo me siento en familia. Es como algo que me faltaba, que no sabía lo que era pero ahora lo estoy sintiendo con esta familia.
En el contexto de las domiciliarias y los retrocesos que antes mencionabas, ¿cuál es el mensaje que te parece debería dejar la movilización de este sábado?
-Lo que le diría al Gobierno y a la Justicia es que se pongan en la piel de una persona que ha pasado por esto, no se puede tratar a estos casos como los de presos comunes, debe ser un ejemplo a nivel internacional, estos son delitos gravísimos. Como abogada digo que es una excusa la superpoblación de las cárceles. Yo he sido defensora oficial y teníamos tipos de 75 años con diabetes, que le faltaba la pierna, y no le daban el arresto domiciliario. Si van a dar domiciliarias que primero evalúen a otro tipo de presos, que están llenas las cárceles. Y si están enfermos que vayan a los hospitales que existen adentro de las cárceles. Es un mensaje necesario para evitar que vuelva a suceder algo así.
Los padres
Violeta Graciela Ortolani nació en la Ciudad de Buenos Aires el 11 de octubre de 1953. A los tres años, su mamá murió y la crió una tía, en Bolívar. Le gustaba mucho la matemática y le apasionaba la investigación espacial. También le gustaba el fútbol. Era católica practicante. Se fue a estudiar Ingeniería Química a La Plata y obtuvo una beca. También trabajaba como mucama en el Hospital de Niños. Comenzó su militancia política en la facultad, donde conoció a Edgardo.
Edgardo Roberto Garnier nació el 7 de agosto de 1955 en Concepción del Uruguay, Entre Ríos. Leía historietas y prefería las materias humanísticas. Era hincha de Independiente. Se mudó a la ciudad de La Plata para estudiar Ingeniería Electromecánica.
La pareja militó en la FAEP, Edgardo también militó en la JP y Violeta en la JUP. Luego, ambos formaron parte de Montoneros. Sus compañeros la llamaban «La Viole» y, a él, «La Vieja Bordolino» o «El Viejo».
Durante sus estudios y militancia, Edgardo y Violeta vivieron en Ensenada en la misma casa que otros compañeros estudiantes de ingeniería.
Violeta y Edgardo se casaron el 7 de agosto de 1976 en una sencilla ceremonia religiosa realizada en Bolívar. Ella estaba embarazada de tres meses. La pareja pensaba llamar a su bebé Vanesa, si era nena; Marcos o Enrique, si era varón.
Violeta fue secuestrada el 14 de diciembre de 1976 en el Barrio La Granja de La Plata, con un embarazo de ocho meses. Desde entonces, Edgardo buscó por cielo y tierra a su mujer y luego regresó a su pueblo en Entre Ríos. Cerca de la fecha probable de parto, emprendió nuevamente la búsqueda. Se despidió diciendo que iba a buscar a su hijo y, al poco tiempo, el 8 de febrero de 1977, en La Plata, él también fue secuestrado.
Desde entonces, su familia continuó la búsqueda y fue una de las primeras en hacer la denuncia en Abuelas de Plaza de Mayo. Pero nunca se obtuvo ningún dato fehaciente y concreto sobre la pareja ni sobre la niña o niño que debió nacer en cautiverio. Hasta diciembre de 2017.
La partida de nacimiento de Adriana falsa está firmada por la médica Juana Franicevich, quien ya había fraguado las partidas de nacimiento de tres nietos que fueron restituidos recientemente.
Desde el área de Presentación Espontánea fue atendida y luego derivada a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI) para completar la información documental y, después, realizar el análisis en el Banco Nacional de Datos Genéticos.
*Abuelas de Plaza de Mayo restituyó la identidad de la nieta 127 pocos días después de difundir la recuperación de la identidad de Adriana. Se trata de la hija de los desaparecidos María del Carmen Moyano y Carlos Simón Poblete, de quien no se difundió el nombre ni sus datos personales.