Por Carlos Fanjul | “El interventor soy yo, porque el partido estaba acéfalo”, gritaba desde el medio de la calle Matheu, Luis Barrionuevo. Sí, el mismo que propuso hace mucho “dejar de afanar al menos por dos años” sin que hasta ahora uno tenga la sensación de que alguna vez alguien le haya hecho caso.
“Esto es una operación de Macri, porque quieren proscribir otra vez al peronismo”, le respondía “atrincherado” –al decir de la prensa hegemónica- en su despacho de la sede del PJ, José Luis Gioja, un ratito antes de que llegara la Policía Federal para desalojarlo.
Y uno, sin llegar a entender bien las cosas, se limitaba a recordar aquella vieja frase del General cuando describía al partido que él mismo creó: “Los peronistas somos como los gatos. Cuando nos oyen gritar creen que nos estamos peleando, pero en realidad nos estamos reproduciendo”.
Si nunca son fáciles de entender los recodos del Justicialismo, por estas horas estamos viviendo un segmento de su historia de los más enrevesados.
Tempranito en la mañana de ayer se conoció la resolución de María Romilda Servini de Cubría -la jueza que “encubría”, según se ironizaba hace años en los mentideros políticos-, con la que respondía favorablemente a la petición formulada por el dirigente sindical de las estaciones de servicio y parte del triunvirato de la CGT, Carlos Acuña, ligado estrechamente al líder de los gastronómicos y ahora devuelto a jugar en la Primera de la arena política luego de tantísimos años de, ni siquiera, ocupar un lugar en el banco de los suplentes.
A la sorpresa de su designación, Barrionuevo respondió con un discurso de título nobiliario. “Hace unos días yo estaba en la plaza de Tribunales cuando me sonó el teléfono y me dijeron que la jueza me quería ver. Fui y me preguntó si no quería ser el interventor del PJ. Todo el asunto se manejó en silencio. Me eligió porque soy un verdadero peronista. La sangre que me fluye es completamente peronista”, le dijo el gremialista a Clarín.
La determinación judicial –que responde a una de las varias peticiones en la misma dirección- además dispone que el mandato de Barrionuevo sólo se prolongue hasta la normalización partidaria (¿vía elecciones o a dedo?). Y que el interventor lleve adelante un profundo análisis de la situación económico-financiera del partido y realice, además, un inventario de bienes muebles e inmuebles.
“A lindo zorro le entregaron el orden del gallinero”, dijo punzante uno de los laderos de Gioja, quien, en sintonía con otras fuentes ligadas al anterior gobierno, sólo ven en la designación del dirigente gastronómico la de un hombre identificado con la gestión del titular del Poder Ejecutivo Nacional que “trabajará para armar un peronismo sin kirchneristas”.
Romilda y los bombos
Semejante mirada, un tanto apocalíptica de los sectores K, encuentra alguna justificación en el hecho de que, junto a Acuña, la presentación ahora avalada por Servini fue elaborada también por Oscar Rojas, del Sindicato de Obreros de Maestranza, y Horacio Valdez, del Sindicato Obrero de la Industria del Vidrio y Afines. En el pedido de medida cautelar califica de “impresentables” a los hasta ahora conductores del PJ. También los considera “dirigentes sin mandato que perdieron por paliza en las elecciones nacionales” que sólo “podían ejercer alguna función a la sombra de la ex presidenta y que en la actualidad nadie reconoce”.
Basado más en un análisis de la coyuntura política que en violaciones jurídicas que ameriten la medida, la lectura del pedido de intervención de la magistrada con competencia electoral contiene pasajes que lo llevan a uno a imaginarse a Servini de Cubría haciendo uso de la palabra en una reunión partidaria.
“Los adversos resultados electorales obtenidos en los dos últimos procesos electorales han profundizado la división interna que venía gestándose con antelación”, argumenta. Y sigue: “Se ha observado que en los comicios de 2017 reconocidos dirigentes partidarios apoyaron candidaturas de partidos o frentes políticos de los que el Justicialismo no formó parte, o directamente se han postulado como candidatos de esas agrupaciones que compitieron contra el partido fundado por el General Perón”.
Y mientras uno cree escuchar el ruido de bombos aclamando a la jueza, el fallo también critica –con acierto-, “la ausencia de ideas o proyectos bien definidos que permitan consensuar claramente cuál es la misión que debe cumplir en el actual momento político y cómo debe actuar en el nuevo rol de partido de la oposición que le toca desempeñar”.
Y mientras todos los presentes de ese imaginario plenario peronista ya nos lanzamos a pedir la candidatura de la “compañera Servini”, ésta hasta se anima a citar textos del mismísimo General y enfatiza: el peronismo anhela la unidad nacional y no la lucha”. ¡Atajate esa!
La cabeza del Cabezón
Y como casi siempre ocurre en el partido construido en la década del 40, si algo hace falta para que las barajas que recibís sean totalmente confusas, aparece un naipe de tanto en tanto que siempre que te llega te hace sospechar que la mano está amañada.
Sí señores: si alguien faltaba en la mesa del resucitado Barrionuevo y la compañera Romilda, quién otro que el ex presidente de los argentinos de tiempo incompleto, don Eduardo Duhalde, podía aparecer con cuchillo y tenedor en mano para que nadie entienda nada.
A las especulaciones sobre su presencia en bambalinas le siguió una reunión esta tarde donde, según trascendió, el caudillo de Lomas de Zamora se reunió con el flamante interventor feliz de «recuperar» el partido, arrebatado de su conducción por el kirchnerismo.
El «Cabezón», quien junto a Carlos Reutemann olfateara en 2002 que la mano venía más a la izquierda que lo que su perfil daba, ha comenzado desde hace un año a transitar de nuevo el país en procura de reinstalarse en algún puesto dentro del amplio movimiento nacional transformado en el tiempo en una implacable máquina electoral que vira en cualquier dirección.
Ya allá por marzo del año anterior, anticipó en Misiones que se olían “aires de intervención en el PJ” y que al partido de Perón ya no había que renovarlo, sino que debía ser reconstruido. Y en un sincericidio que pareció dejarlo afuera, pero que no, lanzó una drástica reflexión: “El peronismo es el máximo responsable en estos años de democracia, porque todos los indicadores nos dan peor que hace 34 años. Por lo tanto no podemos decir que somos inocentes de todo lo que ha pasado”.
Hace un rato, mientras terminábamos esta nota, un hombre habituado a aquellos recovecos del peronismo nos decía casi a modo de balance: “Cristina ya ni quiere seguir intentando que todos la aceptemos porque sabe que eso ya no va a ocurrir. Qué mejor entonces que, ante la falta de líderes convocantes, reaparezcan algunos apellidos guardados en la historia que sí supieron juntar a todos alguna vez”. Chan.
Fotos: Luciano Dico