Redacción Canal Abierto | “Darío (Lopérfido) dijo la verdad, que es lo que dice la CONADEP, es la cantidad de desaparecidos que figuran, el resto no están. (…) Además, nuestro dinero estaba siendo usado de más en vez de en la cantidad de desaparecidos real. Usaban nuestros impuestos. Es como pasó con el Holocausto, dijeron que eran 6 millones pero no eran tantos”. Brutales, insensibles y ahistóricas fueron las palabras de Esmeralda Mitre al portal Infobae.
De todas formas, no estamos hablando de un exabrupto o lapsus aislado. Las declaraciones de Esmeralda incluso surgen como una defensa de las barbaridades expresadas por su ex esposo Darío Lopérfido, funcionario de De la Rúa y Macri. En 2016, estando a cargo del Ministerio de Cultura de la Ciudad, había afirmado: “lo de los 30 mil desaparecidos es una mentira que se inventó en una mesa para recibir subsidios”.
Esmeralda Mitre nació el 14 de mayo de 1982. Por aquellos días todos los periódicos argentinos ocupaban sus portadas con la Guerra de Malvinas. Habían pasado casi dos semanas del hundimiento del ARA General Belgrano y la muerte de 323 tripulantes, y desde el periódico La Nación -fundado por su ascendente, Bartolomé Mitre-, animaban a la población con informaciones falaces sobre el éxito militar en las islas.
No sería la primera ni la última mentira del matutino conservador, desde el cual abundó el respaldo para con el gobierno de facto que perpetró el terrorismo de Estado en los 70´. Un ejemplo cercano de esa línea fue el editorial del 23 de noviembre de 2015, cuando la tribuna de doctrina sugería al recién electo Mauricio Macri “No más venganza”, en alusión al fin de los juicios a genocidas y represores de la dictadura. Ya en tiempos democráticos y plena toma de conciencia en la población de lo que fue el accionar represivo, el repudio fue tal que al día siguiente la redacción completa del propio diario salió en repudio del texto.
De todos modos, los antecedentes de los Mitre en materia anti popular y respaldo a las oligarquías no se circunscribe al siglo XX. Su fundador, Bartolomé Mitre (presidente argentino entre 1862 y 1868) fue quizás el más prominente del clan, y a la vez el más sanguinario.
Tras la Batalla de Pavón (17 de septiembre de 1861) el gobierno de la Confederación Argentina colapsó y Mitre tomó de facto el gobierno el 12 de diciembre de 1861, bajo el título de Gobernador de Buenos Aires Encargado del Poder Ejecutivo Nacional. Aproximadamente un mes mas tarde, Bartolomé se convertiría en presidente.
Más allá del trasfondo histórico y político que atravesaba el periodo –demasiado complejo y extenso para detallar aquí-, durante esos años Bartolomé emprendió una serie de medidas para la consolidación del Estado nacional en términos modernos. Para ello, restableció la hegemonía política de Buenos Aires sobre el resto de las provincias a sangre y fuego, persiguiendo a caudillos locales y masacrando a poblaciones que no le eran afines.
Pero la ambición de Mitre no se limitó a lo que por entonces comprendía al territorio argentino. Mediante la guerra, y en alianza con el Brasil imperial y un gobierno de facto uruguayo impuesto por los sectores dominantes porteños, intentó someter política y económicamente al Paraguay de Solano López. El pecado de López, y su predecesor Gaspar Francia, fue el de impulsar un proyecto autónomo y desarrollista en la región que intimidaba a los sectores liberales que encarnaba la familia Mitre.
Son numerosas las fuentes utilizadas por el reconocido historiador León Pomer en su “La Guerra del Paraguay. ¡Gran Negocio!”, en las que el diario La Nación baja línea contra la “dictadura” de López. De esa manera, la inteligencia local legitimaba la avanzada que luego se convertiría en una de las peores masacres entre pueblos de la región.
«Los personeros, los instigadores, los sicarios o mercenarios de esa guerra cruel e inhumana fueron Bartolomé Mitre y sus secuaces. Inglaterra puso el dinero y sus condiciones”, explica León Pomer en diálogo con Canal Abierto.
“Los aportantes de capital para la guerra fueron los grandes capitalistas porteños, que se beneficiaron como proveedores de armas, uniformes, etc. Ganaron un montón de dinero y, luego, favorecieron a Mitre con aportes para el diario La Nación y una casa donde vivió tras la presidencia, y que es hoy el Museo Mitre en la calle San Martín”, cuenta Pomer, quien además de ser un prominente investigador, es docente de la Universidad de Buenos Aires.
En relación a estos negociados, Pomer asegura: “Enriquecerse a costa del Estado es una cosa tan antigua que se remonta a la colonización española. Es una tradición que persiste hasta el día de hoy, como es bien notorio”. Aquí también cabe señalar el profundo agujero que dejó el conflicto bélico en las finanzas argentinas, con millonarios empréstitos ingleses que llegaban al país por intermedio de la banca brasilera.
Las cifras de población paraguaya muerta por causas directas (acciones bélicas) e indirectas (hambre, estrés, epidemias como la del cólera) todavía son variables, pero todos los autores aceptan que la mortandad fue enorme. Diversas fuentes afirman que la merma en la población paraguaya habría sido de alrededor de un millón es personas. Es decir, una mortalidad total de más del 60%, y la masculina de quizás un 90%. Esa cifra fue la que utilizó la edición de la Enciclopedia Británica de 1911.
No obstante, las manos de Mitre no sólo se vieron manchadas de sangre paraguaya. Fueron frecuentes las campañas contra poblaciones de provincias argentinas que se oponían a su dominio, o que simplemente repudiaban la guerra.
“Un alto jefe militar brasilero le escribe al emperador diciendo que el Ejército argentino arrojaba deliberadamente cadáveres coléricos al Río Paraná para contaminar a la gente que vivía a ambas veras del rio. Es decir, que había que exterminar a poblaciones que eran adversas a la participación en la Guerra del Paraguay”, detalla el historiador.
“La historia argentina está atravesada por una contradicción permanente entre los grupos de poder y los sectores populares. Suele hablarse de lucha de clases, pero antes que eso vemos agresiones basadas en falsas argumentaciones del darwinismo social. Para los grupos de poder, sólo los ganadores podían mandar y tener privilegios, mientras que los pobres no estaban dotados biológicamente para salir de la pobreza”, sentencia León Pomer, y cierra: “sucedió en el pasado y sigue sucediendo”.