Por Inés Hayes y Melissa Zenobi | Luego de seis años de lucha, la Corte de Casación, la instancia más alta de la justicia francesa, confirmó la extradición de Mario Sandoval. El expolicía reclamado por Argentina está acusado de la desaparición de Hernán Abriata, militante de la Juventud Peronista durante la dictadura militar.
Carlos Loza, de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos, saludó este hecho de reparación de la memoria: “es una larga lucha la que hemos dado para llegar hasta acá, que comenzó en el momento de la desaparición de Hernán Abriata, el 20 de octubre de 1976. Pero además es muy importante porque sienta jurisprudencia incluso en Francia”.
Sandoval, más conocido como «El Churrasco», estaba en el Departamento de Asuntos Políticos de la Policía Federal Argentina entre 1976 y 1979. Allí se desempeñó en el grupo de tareas 3.3.2. El 15 de marzo de 2012, el juez Sergio Torres emitió una orden de captura. “En ese momento, el juez pidió la extradición de Sandoval por la investigación de más de 500 casos, y en estos seis años lo que ha quedado solamente es el legajo de la CONADEP por el caso de Hernán Abrieta”, explica Loza.
Sin embargo, hace unos días también fue identificado en el secuestro de Roberto Carri y su esposa, en Hurlingham: “Esto fue testimoniado por la hija de ellos, la cineasta Albertina Carri, en el marco de la causa Sheraton. Lamentablemente recién ahora nos venimos a enterar”, dijo sobre esta tarea lenta y trabajosa de los militantes de Derechos Humanos de recolectar datos para reconstruir la memoria.
Afortunadamente, la máxima instancia de justicia de Francia anunció el jueves pasado su decisión de extraditar al represor. “Si bien tiene restricciones en cuanto a la retención del pasaporte y debe presentarse todas las semanas en una comisaría de París, hay que ser cuidadosos porque Sandoval todavía está en Francia”, aclara Loza.
Y sigue: “Lo que le solicitamos al gobierno de Francia es que tome los recaudos para que no pueda fugarse. Debería estar preso en una comisaría hasta que se firme el decreto de la extradición. Porque esto ahora ya no está en manos de la Justicia, si no que la responsabilidad la tiene el Ejecutivo”. Luego explicó que una vez que se encuentre en Argentina, deberá ser juzgado acá por los delitos que cometió en el marco de la dictadura cívico-militar.
El cautiverio
Cuando tenía 23 años, Loza también estuvo desaparecido y detenido en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). Allí compartió días de cautiverio con Abriata. “Recuerdo todo de ese tiempo, nunca me voy a olvidar lo que vivimos ahí. Debajo de un tanque en el que siempre estábamos donde había una pequeña luz, y cada vez que voy me pregunto cómo fue que pudimos mantener una conversación en ese lugar”, rememora.
El tránsito dentro de ese centro clandestino tenía cuatro paradas: el sótano, la tortura, Capucha y Capuchita, que era donde se decidía el destino de cada uno. “La noche del 5 de enero y madrugada del 6 de enero de 1977, algunos fuimos largados (me niego a llamarle liberación, porque liberados nunca estuvimos ni estaremos, afirma) y otros compañeros fueron trasladaros y arrojados al mar”.