Redacción Canal Abierto | 196 empleados llegaron hoy a la fábrica de Agrest, ubicada en Once, y se encontraron con las puertas cerradas y un cartel, que al parecer fue pegado el sábado al concluir la jornada. Allí explican a dependientes, proveedores, clientes y público en general que por encontrarse en quiebra, clausuran el local por estar afectado al proceso de liquidación judicial.
Los propietarios de la empresa son Andrés Lifschitz, Federico, Roberto y Gustavo Agrest. Este último es esposo de Diana Cohen Agrest, filósofa que escribe en el diario La Nación, especializada en «ética».
“Agrest venía con una deuda a los trabajadores de casi tres meses de sueldo más aguinaldo y no hacía los aportes jubilatorios. Ahora, los dueños no quisieron seguir trabajando, entonces ellos mismos pusieron el cartel y cerraron las puertas para que la gente no pueda ingresar. Trabajo había, bastante. Pero hace diez años que no cobrábamos una quincena al día, y se manejaban dando vales”, explicó Ariel Juárez, ex delegado de la empresa.
Por su parte, Carlos Ragucci, empleado de más de 22 años de Agrest, indicó: “sabíamos que la empresa estaba en quiebra pero nos informaron que era una quiebra con continuidad. Pensamos que era una orden de la jueza. Fuimos al juzgado, nos recibió y nos contó que no era una orden de ella la clausura. La cerraron los patrones. Nosotros estuvimos hasta el sábado en el local de venta y en el taller vendiendo”.
Aníbal Luis Guido es la persona que la jueza a cargo puso para ordenar la empresa en el transcurso de esta continuidad. “Tendría que haber hecho un inventario de las prendas para que -con la quiebra de por medio- no se vendiese nada y fueran a los activos de los empleados, y no se hizo nada de eso”, agregó Ragucci.
Hasta el momento, los trabajadores no recibieron información sobre indemnizaciones. La preocupación pasa por el personal que llevaba muchos años trabajando allí. Tampoco saben qué pasará con los aportes previsionales porque los dueños lo hacían a través de declaraciones juradas, y registraban varios meses adeudados.
Mientras, Jorge, otro ex empleado de Agrest, expresó: “Tiramos por la borda más de 20 años de servicio. Hoy nos vamos con lo puesto a nuestras casas, con meses atrasados de sueldo, con familias a cargo. Lo más lógico sería que los dueños den la cara y eso no lo están haciendo. Es una pena porque es una empresa de 114 años, no nació ayer, pero entendemos que es a lo que nos llevó esta clase de gobierno, a que tengamos esta clase de empresarios. Cerrar las puertas y cada uno a su casa”.