Redacción Canal Abierto | Mauricio Macri anunció que denunciará a Venezuela ante la Corte de La Haya en su breve discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas en el que casi no habló de Argentina. “Quiero expresar una vez más nuestra preocupación por la situación de los derechos humanos en Venezuela. Y dada su gravedad, la Argentina llevará ante la Corte Penal Internacional la situación relativa a los crímenes de lesa humanidad de la dictadura venezolana. Hago un llamado a Venezuela para que reconozca la crisis humanitaria”, dijo. La presentación la harían juntos los gobiernos de Colombia, Perú y Chile.
Al otro día, el mandatario bolivariano, Nicolás Maduro, respondió: “He notado desesperación en las intervenciones de los gobiernos oligarcas en la ONU contra Venezuela. El Imperio nos señala porque sabe que vamos por el camino socialista de la recuperación económica y nadie nos detendrá en nuestro empeño de alcanzar la autosustentabilidad”.
El sociólogo y periodista argentino Marco Teruggi lleva varios años radicado en Caracas. Desde allí, ha escrito varios libros sobre su país de residencia. El último, Mañana Será Historia, diario urgente sobre Venezuela, será presentado próximamente en Argentina. En diálogo con Canal Abierto, revisa la avanzada diplomática, el aislamiento económico, y la búsqueda de voluntades de los sectores más violentos del “frente internacional” que evalúa distintas iniciativas militares para terminar con el chavismo.
¿En qué contexto se inscribe este nuevo ataque de Macri contra la República Bolivariana?
-Hay un escenario en conformación contra Venezuela que tiene varios frentes: hay un frente que es el económico, que tiene que ver con las sanciones que forman un bloqueo progresivo en marcha; hay un frente diplomático para aislar a Venezuela, donde se puede identificar desde Estados Unidos, pasando por el “Grupo de Lima” hasta la Unión Europea; y hay un frente que podríamos llamar «militar», que estaría proponiendo una intervención bajo la coartada de una supuesta intervención humanitaria.
Sobre los dos primeros niveles hay un acuerdo extendido, en los diferentes sectores de Estados Unidos, en Colombia, en los países que tienen gobierno de derecha en América Latina, como el caso de Macri. Pero en el caso militar no hay acuerdo, ni al interior de los Estados Unidos, ni en Colombia, ni en términos públicos en los diferentes gobiernos de derecha del continente. Pensemos que Macri, cuando le preguntaron al respecto decía que no lo ve como una posibilidad. El mismo Grupo de Lima, esta serie de países agrupados alrededor de una plataforma contra Venezuela, han dicho también que se oponen a una intervención militar cuando lo dijo el propio Luis Almagro (secretario general de la OEA), pero lo que vemos es una cierta iniciativa discursiva por parte de los sectores que sí creen en una posibilidad de intervención militar. Ahí tenemos que ubicar a la administración de Donald Trump y el sector republicano más radical, en Colombia al presidente Iván Duque y algunos de sus principales cuadros de gobierno, (han aumentado el presupuesto militar para el año que viene), y estos sectores vienen construyendo imaginario en ese sentido. Mike Pence (vicepresidente norteamericano) planteó ayer en la reunión de la ONU que habían detectado movimiento de tropas de Venezuela a la frontera con Colombia y que Estados Unidos respaldaría a Colombia en un eventual conflicto entre ambos países.
Están esperando construir un consenso, no lo hay porque es un escenario muy complejo el que se abriría, pero se arman posiciones…
-Mientras eso sucede avanzan las iniciativas diplomáticas, la última es tratar de llevar a Maduro a la Corte Penal Internacional, algo que están encabezando algunos presidentes de América Latina, pero es interesante ver cómo el mismo Trump habla en contra de la Corte Penal Internacional, lo que demuestra un escenario complejo entre las élites, que están más entrampadas de lo que parece.
¿Hasta dónde pueden llegar a avanzar estas iniciativas?
-Desde que Trump dijo el año pasado que no descartaba la intervención militar, lo importante es despejar del imaginario un desembarco de tropas norteamericanas como el caso de Panamá ’89, porque difícilmente se presente un escenario tan evidente por el costo político que les implicaría. Sí se podría imaginar un escenario de conflicto que venga desde el lado de Colombia: hay una frontera de 2 mil kilómetros entre ambos países, sumado a la presencia de Álvaro Uribe. La gran pregunta es, en caso de abrirse, ¿qué forma podría tomar? Una posibilidad es que sea encabezado directamente por la Fuerzas Armadas Colombianas, que es complicado porque es muy difícil de prever cuánto puede durar y cómo va a terminar. Ahí crece esta hipótesis de paramilitarismo, con grupos organizados para actividades de inteligencia, con logística y armamento, capaz de hacer una acción como el intento de asesinato de Nicolás Maduro del 4 de agosto, como un posible asalto o acciones de tipo terrorista que podría ligarse a un levantamiento de las Fuerzas Armadas bolivarianas, cosa que el mismo Trump mencionó ayer en su reunión con Duque. Están trabajando sobre esta combinación de elementos.
Están buscando una forma novedosa para un derrocamiento, para no quedar expuestos. El caso sirio puede servir de espejo: allí está involucrado Estados Unidos pero en pocas situaciones se ha presentado directamente en el terreno.
Un golpe de Estado interno orientado por la embajada norteamericana en Caracas no sería un movimiento original para Latinoamérica.
-Son interesantes unos artículos que salieron hace poco en el New York Times. Uno develando que la administración Trump se había reunido con sectores golpistas venezolanos, y un segundo artículo, como editorial del periódico, donde plantean que ellos estarían en desacuerdo con esa línea de acción, y que en realidad el mismo Trump había desistido porque esos sectores golpistas son poco confiables. Es decir: no porque estuviera en desacuerdo con un golpe de Estado interno, sino porque quienes se habían acercado no presentaban garantías de fidelidad.
De todas formas,ese trabajo con las Fuerzas Armadas es sistemático, lleva mucho tiempo. En este año hay grupos que han sido desmantelados, que venían conspirando. Es un escenario en disputa, pero el gobierno, que es civil y militar, tiene una inteligencia bastante eficiente.
Un punto clave para que eso sucediera fue el año pasado, entre abril y julio, cuando la derecha lanzó una gran ofensiva que justamente buscaba que un sector de las Fuerzas Armadas se quebrara para acompañar y generar un derrocamiento de gobierno. Sobre esos sectores están inyectando dinero, recursos y promesas. Y cuando fue el caso del intento de magnicidio, las investigaciones dieron con dos generales que fueron parte del entramado que organizó el ataque con los drones.
La prensa internacional presenta un escenario de violencia callejera constante y represión sin límites. ¿Cómo es el día a día de la situación social?
-Hay que diferenciar tiempos. Entre el año pasado y éste ha habido un gran tiempo político nacional, en el que el chavismo ganó cuatro elecciones en menos de un año, lo que le dio ratificación en el poder político mediante el voto y una gran victoria sobre una oposición que hoy está en su peor crisis desde que comenzó el chavismo en el gobierno. De este tiempo político de victorias pasamos al tiempo del tema económico, que es el tema principal que se debate en las calles y es el punto que está en retroceso desde hace muchos años. Ahí hay una combinación de factores: las sanciones internacionales, los bloqueos, y las conspiraciones internas, dificultades del gobierno y una dosis de corrupción que hace muy difícil la recuperación.
Sobre este cuadro ha habido una serie de medidas que ha tomado Maduro que apuntan a lo macroeconómico para intentar estabilizar la economía y hacer que la vida cotidiana deje de ser una gran batalla para cada cosa. Desde hace dos o tres años la vida es una dificultad para conseguir dinero en efectivo, para moverse en el transporte público, para conseguir medicinas, para hacer frente al aumento de precios, y esto es lo que se está abordando ya que recae sobre los sectores populares que son a su vez la base social principal del chavismo. Ahí uno no ve, por instinto político, un escenario posible de saqueos, estallido, levantamientos sociales, porque aun en la dificultad hay un gran trabajo que se hizo en estos años de politización, de formación, y enfrente una inviabilidad de alternativas: la oposición hoy no es una opción para nadie.
Hoy por hoy la principal apuesta de Maduro es estabilizar el cuadro económico. Si eso sucede, estaríamos hablando de muchas victorias políticas seguidas, una economía que logra mantenerse, y esa posibilidad es la que también acelera la amenaza internacional: si hoy alguien tiene posibilidad de dar vuelta la situación es el frente internacional, porque la oposición interna no tiene esa fuerza y sabe que si el gobierno logra estabilizar la economía habrá chavismo para mucho más rato. Eso desespera a los sectores más radicales que ven que la única forma de salir de esto es a través de la violencia.
¿Qué repercusiones generó la amenaza de Macri en la ONU?
Tuvo el rebote promedio que tienen las declaraciones del abanico de gobiernos anti-Venezuela, pero hoy, para una gran parte de la población venezolana, la legitimidad de Macri es bastante pequeña. Recuerdo cuando el presidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski encabezaba los ataques contra Venezuela y luego fue destituido por corrupción. Son gobiernos que atacan a Maduro desde una posición de mucha fragilidad, y en este caso Macri, mientras hay una huelga general en Argentina y renuncia el presidente del Banco Central, va a la ONU a hablar de su preocupación por Venezuela. Evidentemente para quien lee la realidad latinoamericana -y en Venezuela la sociedad está muy politizada y atenta- no puede más que mirar a Macri con poca seriedad. Son gobiernos que padecen de un cinismo alarmante, pero han perdido credibilidad como alternativa.
El chavismo tiene dificultades económicas y está intentando construir un modelo propio, pero lo que se ve enfrente es el «modelo Macri». Visto desde Venezuela, tal vez la realidad no es la que todos querríamos, pero lo otro conduce necesariamente a algo peor.