Redacción Canal Abierto | “El modelo que quieren forzar con el ahogo presupuestario es cambiar la esencia de la universidad pública actual. Es poner este aparato del Estado al servicio de un modelo de país que no es nacional ni de desarrollo autónomo, sino de un país subordinado, dependiente, para 10 millones de habitantes. El chantaje es doblarle el pescuezo a cada uno de los cogobiernos universitarios para que vayan hacia el sentido de la privatización, elitización y mercantilización del conocimiento”. De esta manera el secretario general de la Conadu Histórica (Conaduh), Luis Tiscornia, explicó el sentido del proyecto oficial de Presupuesto 2019 que por estos días se debate en el Congreso Nacional. Lo hizo en la carpa que la CTA Autónoma (CTA-A) emplazó justo en frente este lunes, y que durante cinco días vio pasar trabajadores de cada organismo del Estado afectado por un ajuste que la aprobación de este presupuesto amenaza con agravar.
La jornada del último día del acampe organizado bajo el lema “contra el Presupuesto del FMI” comenzó con una charla sobre la situación de la educación, a la que se dieron cita referentes de todos los sectores de la comunidad educativa. Estudiantes secundarios, universitarios, docentes de todos los niveles, trabajadores de las universidades y de los bachilleratos populares. Cada uno narró una cara distinta de la misma realidad: la educación pública atraviesa uno de sus peores momentos.
Claudia Baigorria, secretaria adjunta de Conaduh y de la CTA-A, afirmó: “Venimos de soportar la asfixia presupuestaria, la falta de inversiones, la paralización de obras, los recortes a nuestros presupuestos, el achicamiento de los distintos sectores que costó la vida de Sandra Calamano y de Rubén Rodríguez en la Escuela 49, de Moreno. Ayer hubo un compañero de Trelew que se quitó la vida por el cierre de las escuelas técnicas. El ajuste de Macri mata, hay que pararlo y este Presupuesto es ni más ni menos que la convalidación de ese ajuste por seguir las indicaciones del Fondo Monetario Internacional”.
En las 57 universidades públicas nacionales hoy estudian 1.500.000 de jóvenes, trabajan 150 mil docentes, más de 30 mil empleados. El 90% de su presupuesto son salarios, lo que deja en evidencia que un recorte en el 10% restante, por fuera de las paritarias, no representa un ahorro significativo.
Es por eso que Tiscornia considera que en este ajuste “no es lo principal el ahorro en plata, sino el disciplinamiento de las universidades”. “Se trata de forzar a las gestiones universitarias a que vayan a la búsqueda de los llamados recursos propios o fondos de terceros. En concreto esto es convenios con empresas, con organismos internacionales, y arancel”, resumió.
Además, formaron parte de la charla Amanda Martín, secretaria adjunta de Ademys, Julián Asiner, presidente de la FUBA, y Jimena Romero, trabajadora de la Universidad de Quilmes (Unqui) y delegada de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), quien detalló que en su sector se registra que “a un menor presupuesto, la precariedad laboral que hay en la relación de contrato aumenta, y la sobreexplotación en muchas universidades es un problema real”.
Por su parte, Carolina Lang, presidenta del Centro Estudiantes de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, analizó la situación crítica del sector de la ciencia universitaria: “La precarización y los bajos salarios hacen que se produzca una migración del sector público hacia el privado, o hacia otros países, por los intereses que persigue la ciencia que se financia desde ámbitos privados”.
Alfredo Cáceres, de Suteba Tigre, recordó que en el caso de los docentes de los niveles primarios y secundarios las luchas también son “por el pan que no le quieren dar a los pibes en las escuelas”. “Si no hay masas movilizadas estos representante de las corporaciones no tienen nada por darnos. Son ellos o nosotros”, resumió.
Además, participaron docentes de bachilleratos populares de la Ciudad de Buenos Aires, que funcionan en barrios olvidados del sur de la metrópoli. “¿Se puede dar clases con estudiantes que están siendo desalojados? ¿Se puede dar clases en el marco de un despido masivo de los trabajadores? ¿Se puede dar clases cuando los estudiantes vienen sin comer? ¿Se puede dar clases normalmente cuando los estudiantes vienen con sus hijos? Esas son nuestras realidades”, resumieron.
Malena, del Centro de Estudiantes de la Escuela de Enseñanza Artística «Rogelio Yrurtia», fue la contundente voz de los secundarios: “Si vemos un Presupuesto que va a quedar muy corto para las necesidades reales de la educación pública, ¿qué colegios van a poder garantizar una cursada digna? ¿Qué docente van a poder ir a laburar con los salarios mínimos que van a tener? No hay tiempo para seguir esperando, es tiempo de salir a luchar”.
Foto: Prensa ATE Nacional