Por Carlos Saglul | De ganar Jair Bolsonaro, deberá gran parte de su triunfo a los evangelistas -fundamentalmente de la Iglesia Universal-, al Partido Militar, y al respaldo estadounidense. Así parece interpretarlo el Partido de los Trabajadores, en cuyos spots comenzó a aparecer en la última semana el rostro de un hombre de Trump. Para los partidarios de Lula esta presencia no es ajena a una campaña que saturó las redes de fake news. Muchos brasileros que no pueden pronunciar correctamente el apellido de Haddad, forzado a ser candidato a último momento por la proscripción de Lula y cuya figura tiene mínima instalación, terminaron siendo permeables a la propaganda sucia según la cual el candidato del PT es poco menos que el demonio.
Muchas de las calumnias grotescas han penetrado en la gente: dicen que Haddad planea que en las escuelas se oriente el sexo de los niños de acuerdo a la decisión del Estado, que la candidata comunista Manuela D’Ávila apareció posando con una camisera con la leyenda “Jesús Travesti”, y otros tantos infundios. Muchos sectores de bajos recursos los creyeron, auxiliados por los pastores evangelistas que llamaban a enfrentar las legiones del infierno apostadas detrás del Partido de los Trabajadores. El británico The Guardian mencionó algunas otras noticias falsas: una presunta “mamadera erótica” que se distribuyó en las escuelas, y una Ferrari amarilla atribuida a las propiedades del petista.
Llamó la atención que Bolsonaro con un pequeño partido sin infraestructura pudiera lograr montar semejante campaña. Las cifras manejadas fueron sin duda millonarias. Allí, el “amigo americano” hizo lo suyo, a través de instituciones y de millonarios de derecha. Eduardo, uno de los hijos del ex militar brasilero que gusta posar entre fusiles y ametralladoras como escenografía, reveló que Estados Unidos puso a Steve Bannon, uno de los estrategas de la campaña de Donald Trump, para ayudar con el triunfo de su padre.
Además de las redes sociales se utilizaron contra Haddad y los otros candidatos del PT los medios de gran circulación, todos en manos privadas. Se aplicaron los conceptos de Drew Westen, profesor de psicología y psiquiatría de la Universidad de Emory, en Atlanta, un convencido de que las elecciones se ganan en el “mercado de las emociones” y no en el terreno de la razón. Esa a las emociones a las que debe hablarles la propaganda.
Al final, la Justicia obligó a retirar la información falsa sobre los candidatos del PT. Pero para entonces ya había logrado su cometido.
Muchos brasileños escucharon que sus propiedades serían expropiadas por el Estado, que “el marxismo” venía a destruir a su familia o a quitarle los hijos. La agencia Reuters reportó en un despacho que los partidarios del PT “tienen que hacer un milagro para enfrentarse y desafiar el poder de la ‘máquina de emociones’ que ha convertido casi a la mitad de la población de Brasil en unos zombis con el cerebro completamente adormecido».
¿Quién es Bannon?
Bannon nació en Norfolk, Virginia, en las cercanías de una base de la Marina, fuerza de la que terminó siendo oficial. De la carrera militar saltó a Wall Street. Trabajó en Goldman Sachs hasta que terminó creando una pequeña firma de inversiones. Luego desembarcó en Hollywood como productor. Llegó a la intimidad del actual presidente norteamericano a través de su ex sitio Breitbart News, desde donde ayudó a generar una corriente de opinión pública favorable a los republicanos. Terminó siendo uno de los hombres claves de la estrategia de millonario para ganar la Casa Blanca mediante una campaña sucia similar a la que sufre Brasil. Con los republicanos en la Casa Blanca se transformó en jefe ejecutivo del Consejo de Seguridad.
No tardaron en llegar días negros. Enfrentarse con Jared Kushner, asesor presidencial y esposo de Ivana Trump a quien Bannon calificó de “más tonta que un ladrillo”, le valió ser eyectado de su puesto público. El altercado se originó a raíz de un enfrentamiento con muertos entre supremacistas blancos nazis y grupos antifascistas.
Bannon se alejó del gobierno norteamericano pero inmediatamente se lo detectó armando la Internacional Fascista más ambiciosa que se haya conocido disfrazada de “nueva derecha”. ¿Lo hace sin la anuencia de Donald Trump, el hombre que, admite, no dejó de admirar? ¿Se sabría si fuese así?
Ahora, el ex jefe del Consejo de Seguridad norteamericano está en Europa, donde construye un movimiento paneuropeo basado en la prédica del cierre de fronteras y el repliegue al interior de cada país. Trabaja tejiendo una red con movimientos de ultraderecha como el Frente Nacional de Francia, el Fidesz de Hungría, Alternativa para Alemania, Demócratas de Suecia, Partido Liberal de Holanda, Partido Popular de Suiza, Movimiento Identario Europeo. Su objetivo táctico es construir una fuerza electoral (The Movement) continental para participar en las elecciones parlamentarias del año próximo.
Bannon se encarga de la formación de los cuadros y la logística de “El Movimiento”. Su sede es Austria, aunque recientemente simpatizantes suyos han comprado un castillo construido en 1204 en Italia donde se establece un instituto que estará a cargo de la mano derecha de Bannon en ese país, Benjamín Harnwell, un agitador de la ultraderecha italiana que trabaja con agrupaciones católicas que en el Vaticano enfrentan al Papa. También trabajan con el norteamericano la Liga Italiana que arrasó en las últimas elecciones y Georgia Meloni, jefa del partido posfascista Hermanos de Italia.
Desde Bruselas, donde coordina El Movimiento, Bannon llegó a Brasil para darle respaldo a la candidatura de Bolsonaro. En el PT se sospecha que junto a la Embajada Norteamericana coordinó el trabajo de los grandes medios para desacreditar al ex presidente Lula y a su candidato. Las fake news llegaron a un nivel aún más escandaloso que en la campaña presidencial norteamericana.
El historiador argentino y profesor en la New School for Social Research de Nueva York, Federico Finchelstein, consideró en una entrevista que Bannon no aporta nuevas ideas en materia de estrategia o know-how electoral. Su aporte es más que nada “legitimar su propio racismo extremista, propuestas y prácticas violentas. Si esto puede pasar en una potencia mundial como Estados Unidos, ¿por qué no aquí (en Brasil)?”.
Según una investigación publicada por el periódico Folha de São Paulo, varias empresas contrataron el envío masivo de millones de mensajes y noticias falsas contra el candidato, Fernando Haddad para beneficiar a Bolsonaro en la semana clave de las elecciones presidenciales que tienen su segunda vuelta el 28 de octubre. El PT se esperanzó en un spot señalando que “la denuncia de estas maniobras puede cambiar el curso de estas elecciones: un solo contrato para disparar fake news en masa costó 12 millones de reales (3 millones de dólares)”. The New York Times también denunció la “diseminación de noticias falsas” atribuidas a una red que operó violando la legislación brasileña.
La Justicia que mantiene preso y proscripto a Lula es difícil que ahora sirva para resguardar las mínimas condiciones de legalidad que deberían rodear a esta elección. La democracia parece agonizar en el hermano país. El escenario es terrorífico y a la vez grotesco, se parece a aquel sketch del programa Saturday Night Live que hizo famoso a Bannon, donde lo representaban como La Muerte.