Redacción Canal Abierto| Con la suspensión de la Final de la Copa Libertadores entre Boca y Riuver como disparador, Sobre La Hora dialogó con Pablo Alabarces, sociólogo y magister en Sociología de la Cultura, quien analizó el fenómeno de la violencia y el negocio en el fútbol.
«El cuadro es bastante complejo y perverso.» sostiene Alabarces. «Una de las hipótesis más habituales en los últimos días es la de Angelici y Macri ordenándole a Martín Ocampo, que es el compadre de Angelici, que libere la zona en acuerdo con la barra de River que está resentida por el allanamiento al Caverna Rodríguez para así los piedrazos le permiten a Boca pelear el partido en el escritorio. La teoría es fantástica, pero tiene dos problemas: uno es que es muy difícil que sea cierta y el otro es que es posible, porque en Argentina toda conspiración es posible. ¿Porqué el partido se va a jugar? Por los derechos televisivos, además se los vende como derechos televisivos global. Por otra parte el fútbol latinoamericano tiene muchos problemas en los mercados chino, europeo y estadounidense, lo único que le falta para perder ese acceso al mercado es que la final de la Copa Libertadores no se juegue. Así que ahí tenés una cantidad de cosas puestas en juego que son muy superiores a la disputas entre las hinchadas de River y Boca en las redes sociales para ver quién es más puto y más cagón. Pero al mismo tiempo esa disputa existe. En este momento hay cientos de miles de personas que están intercambiando en redes sociales el mensaje de «vos sos más puto y más cagón que yo» con lo cual están disputando quién la tiene más larga, que es en lo que se basa toda la concepción del aguante. Todos esos tarados que están diciendo esas cosas en las redes, seguramente no van a ir a pelearse ni apedrearían el micro, pero en última instancia todo esto no les parece tan mal, porque en última instancia están disputando a ver quien la tiene más larga.»
«El fútbol profesionalizado es antes que nada una mercancía y una industria cultural. » Firma Alabarces «También es tradición, memoria afectos, esta cosa tan tonta que se incita de la pasión. También es eso, pero todo eso es el condimento que permite vender la mercancía. Si esa mercancía no existe, no tenés fútbol profesional. Todo lo otro son los argumentos de venta de la mercancía. Si se presta atención a todas las publicidades y el circo mediático alrededor del fútbol, no en vano se va a encontrar el término pasión cada dos palabras. Eso es un argumento de venta. Lo hacen para vender un programa o vender una publicidad. Algo por el estilo al Papá Noel de la Coca Cola. ¿Coca Cola es la dueña de la Navidad? No, entonces captura este ingrediente afectivo, simpático, tradicional memorístico de la Navidad y se le añade al producto como un agregado. Acá es distinto: lo que se vende es el fútbol, que trae añadido toda esa carga sentimental y afectiva. Está bárbaro, no podemos comernos el verso de «es mi pasión» cuando es una mercancía que está investida con tu pasión y por eso es una mercancía eficaz y rendidora. Tiene muchas ventajas como el ser la gran mercancía global porque es un idioma más o menos entendible por cualquier sujeto en cualquier circunstancia. »
Los contrapuntos entre seguridad y negocios no son exclusivos de nuestro país ni de la región. «En 1985 la UEFA castigó al fútbol británico por los fenómenos del hooliganismo con 5 años de expulsión de las copas internacionales. Hoy la UEFA no podría hacer lo mismo porque le saltarían a la yugular todos los sponsors y los propietarios de los derechos de televisación. » plantea Alabarces.
El modelo inglés, luego esparcido por todo el fútbol europeo, suele ser indicado como el ejemplo a seguir cada vez que la violencia tolerada en la cotidianidad, se desbordan y suceden situaciones como las de la avenida Monroe. Alabarces pone paños fríos a la hora de plantear ejemplos de manera mecánica. «El problema es que no se sabe lo que pasó en Inglaterra ni se sabe lo que hicieron los ingleses. Uno ve que están en la cancha y no hay alambrados, pero no se sabe el porqué. En 1989 98 hinchas ingleses murieron estrellados contra una reja. Entonces la primer conclusión del informe Taylor, que fue sobre cuyas recomendaciones se pusieron en marcha a partir del año siguiente y constituyeron la reforma radical del fútbol británico. Uno de los puntos es que es mucho mejor correr el riesgo de una invasión de cancha . Es todo un cambio de criterio. Andá a proponerlo acá, donde ni siquiera se sabe quién tiene la llave del candado.»
Y agrega: «El principio que organizó la reforma del fútbol inglés era un principio organizado por la safety y no por la security. Es una diferencia, que puede parecer tonta, pero la security es el régimen policial de la violencia y la safety es el régimen de la seguridad en el sentido de confort y bienestar del espectador.»
El ejemplo inglés trajo consigo una elitización del público, que Alabarces explica de la siguiente manera: «La reforma del fútbol inglés implicó antes que nada una reforma radical estructural. El acuerdo fue que esos estadios no eran seguros, en el sentido que planteábamos de safety como confort, protección del espectador. La reforma estructural implicó una gran inversión de dinero que las empresas privadas llamados clubes en Inglaterra lo recuperan a partir de un aumento exorbitante del precio de las entradas y los abonos. Una de las consecuencias de eso es que el público del fútbol inglés tiene un promedio mayor de 40 años y con una renta superior al promedio. Así que a las canchas van las clases medias altas y viejas, mayores de 40 años, los jóvenes no van más a ver fútbol.»
«Otro dato es que en los estadios ingleses se puede consumir alcohol. Lo que pasa es que los vendedores de cerveza están entrenados detectar al tipo que está pasado de rosca. Además el argumento es «prefiero que se ponga en pedo acá donde lo tengo controlado y no que venga borracho de afuera». Y no es una cosa para plantear que es algo del primer mundo, porque eso no es ser primer mundo sino tener inteligencia, conocimiento sociológico, sensibilidad sociológica y escuchar a los hinchas como actores de la sociedad civil.» concluye Alabarces.