Redacción Canal Abierto| El sábado pasado se registró un derrame de gas con hidrocarburo y agua de retorno en la laguna de Allen, afluente del Río Negro, provenientes de YPF. Esta misma situación se repitió en los días consecutivos sin que las autoridades empresariales ni gubernamentales hayan tomado medidas para garantizar el control del impacto que esta actividad tiene en el agua.
Desde la Asamblea Permanente del Comahue por el Agua, manifestaron que no es la primera vez que esto ocurre y alertaron sobre las implicancias que estos derrames tienen en relación a la potabilidad del agua, llegando al punto de que la población prácticamente no puede consumir agua que no sea envasada.
«La mayoría de las plantas potabilizadoras traen el agua a la ciudad. Desde que empezaron a extraerse los hidrocarburo hemos estado pregonando que donde cae el petróleo no convencional lo que queda es un desierto. La empresa tiene un protocolo de acción para estos casos y dicen que está todo controlado, pero a nosotros no nos conforman, porque esto no es la primera vez que sucede», cuenta Lidia Campos, integrante de la asamblea en diálogo con Canal Abierto.
En relación a los hechos del sábado, Campos cuenta que «cuando llegamos vimos que estaban colocando mallas de contención en la laguna. Si el fluido de retorno que tiene químicos, hidrocarburos y las sustancias que están en el centro de la tierra, esto va a ser peligroso. Estaba la policía que no dejaba entrar a nadie y había un empleado del Departamento Provincial del Agua que dijo que estaba tomando muestras para ver si los fluidos habían llegado al agua, porque Allen podría terminar ardiendo en llamas. Pero lo que vimos es que le sacaba fotos al agua en vez de tomar muestras».
La zona de Allen se conoce como la capital nacional de la pera, fruta que se destaca entre la producción frutihortícola de la región. Desde el inicio de las actividades de la planta de YPF en 2012, los productores artesanales han visto mermar las exportaciones de pera a Europa y Beasil. «Los chacareros tienen pocas cantidad de hectáreas y la producción de frutas y verduras se hacen de manera casi artesanal. Desde que supieron que hay extracción de hidrocarburos se vienen perdiendo los mercados» grafica Campos.
Y concluye: «Tenemos muchísimas consecuencias en la salud: en las vías renales, la zona hepática, niños con leucemia y problemas en las vías respiratorias. El que no puede comprar agua está peor, porque el agua de la canilla no se puede tomar. Y esto no nos afecta sólo a nosotros. No solamente Allen toma agua del Río Negro y son muchas las ciudades que toman agua que vienen del mismo río.»