Por Revista Cítrica | En Derechos Humanos, el retroceso es total y tiene varias aristas: el avance represivo impulsado por el Gobierno, los asesinatos a jóvenes de los barrios populares, la absolución a genocidas en juicios de lesa humanidad, la persecución y detención de referentes sociales en contextos de manifestaciones, el ninguneo que siempre aparece a la cifra de 30 mil detenidos-desaparecidos, la privación ilegítima de la libertad a Milagro Sala, el cierre repentino de la causa por la muerte de Santiago Maldonado sin que se avance en la investigación, la complicidad político-judicial en el asesinato de Rafael Nahuel, la extradición al lonko Facundo Jones Huala… y cierre de año, la ministra Patricia Bullrich busca legalizar el gatillo fácil en la Argentina.
Entre tantas malas noticias, Pablo Pimentel, presidente de la APDH La Matanza, destaca la unidad de acción que se logró para enfrentar todos los retrocesos que provocó y sigue provocando el gobierno de Cambiemos. “Hemos estado en la calle los organismos de Derechos Humanos, las organizaciones sociales y políticas, los sindicatos y otros actores del campo popular. Creo que también hubo un coletazo de lo que fue la manifestación espontánea de la sociedad en 2017 para decirle no al 2×1 a los genocidas. Esta necesidad de unidad nos debe llevar a reflexionar sobre cuál es la mejor opción política para el país en 2019 porque, como dice Norita Cortiñas, ‘tenemos que estar juntos pero no revueltos’. Ante el fracaso de un modelo que después de tres años dejó a la vista todas sus mentiras, tampoco podemos apoyar a candidatos que en el pasado hayan sido cómplices de crímenes de Estado”.
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A fuerza de pura militancia feminista, el pedido de aborto legal, seguro y gratuito rompió el cerco y fue tema de agenda este año. Durante su tratamiento en el Congreso, primero la aprobación en Diputados y su rechazo en el Senado después, se lanzaron más mujeres, lesbianas, travestis y trans a las calles. La marea verde logró que el aborto deje de ser un tema exclusivamente del feminismo y se instale en la sociedad la necesidad de políticas públicas para ampliar derechos para todas. “El aborto era un tema tabú, oculto, que quedaba en la intimidad, y este año se instaló en la agenda pública. También rescato que quedaron expuestos los sectores retrógrados y conservadores que no quieren que la ley salga”, dice Nina Brugo, abogada e integrante de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito.
Y el pañuelo verde se colgó en las mochilas, llegó a las escuelas y a las mesas familiares; copó los Martes Verdes de alegría y glitter. Las pibas tomaron el aborto como bandera e iniciaron una revolución dentro de la revolución: la de las hijas. “Me conmueve ver en el subte o en la calle a una cantidad impresionante de jóvenes y jóvenas, como se dice ahora, con el pañuelo verde encima. Ese símbolo genera una especie de solidaridad y complicidad muy especial. El camino de lucha ya está trazado. No tengo dudas de que este año avanzamos un montón erosionando y desterrando al patriarcado, que está arraigado en la sociedad. Seguramente no lo vea con mis propios ojos, pero las nuevas generaciones están ayudando a cambiar las cosas”, se entusiasma una de las pioneras del aborto legal que enfrentó la hipocresía de la Iglesia, de la política y de la sociedad en tiempos donde nadie hablaba en público de aborto.
Las calles eran verdes y nuestras. Y esos sectores conservadores, que menciona Nina, no pueden negar que el feminismo es un movimiento político. En palabras de Ofelia Fernández, “el feminismo hizo atractiva a la política”, y es en ese terreno donde se construye: «Ahora hacer política es hacerlo desde una perspectiva feminista. Y en base a eso empezamos a construir la alternativa con la que soñamos. Porque la Educación Sexual Integral es mucho más que nos enseñen a usar un forro. Es empezar a hablar de placer, a hablar de orgasmo femenino, hablar más de diversidad sexual y menos de homofobia”.
El movimiento feminista es un movimiento político. El que demostró mayor capacidad de movilización y de injerencia en los últimos tiempos en la Argentina. Además de los pedidos de educación sexual en las escuelas y aborto legal en el hospital, se reforzaron las estrategias para denunciar los femicidios, los abusos sexuales y la inacción de la Justicia patriarcal que revictimiza a las víctimas y libera a los femicidas. “La gran pérdida son todas las mujeres que mueren por feminicidios cada año, cifras que dan escalofríos. Eso también hizo que la gente saliera a la calle, porque tuvimos fallos judiciales vergonzosos como en el caso de Lucía Pérez”, reclama Nina.
El aborto legal ya ganó su batalla en las calles. Solo falta un Congreso a la altura de los tiempos que corren para aprobar una ley que solo intenta evitar más muertes de pibas en la clandestinidad.
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Durante sus tres años de gobierno, el macrismo demostró que la economía social y solidaria no es prioridad. Este año, las cooperativas no pudieron acceder a programas de asistencia que si bien eran insuficientes, en momentos de crisis resultan de vital importancia para el sostenimiento de las fábricas y empresas asociativas, y las cooperativas en general. “Se han caído por una decisión política. El Gobierno claramente atenta contra el cooperativismo de trabajo con la baja de estas asistencias que provenían del Ministerio de Producción o de Trabajo”, asegura Federico Tonarelli, vicepresidente del Hotel Bauen y presidente de la Federación Argentina de Cooperativas de Trabajadores Autogestionados.
“Y hay una decisión política de ir contra el cooperativismo de crédito. Así como en los noventa el tándem Menem-Cavallo fue contra el cooperativismo de consumo e hizo lo imposible para terminar con la sección consumo del Hogar Obrero —hecho que finalmente consiguieron para facilitar el ingreso de grandes cadenas de supermercados—, ahora este gobierno va contra el cooperativismo de crédito, para que la banca cooperativa tambalee y así trabajar en esa línea que consiste en concentrar la economía y el gran poder económico financiero en pocas manos”.
Pero no todas son malas. Ante un panorama desolador, se ganó en organización para poder resistir la embestida brutal, que busca hacer desaparecer al sector cooperativo. Es así que Tonarelli destaca: “Las entidades de segundo grado ligadas al cooperativismo de trabajo y la entidad madre de tercer grado, la CNCT, consolidaron homogeneidad y organización. Y se logró esa trabajosa alianza con el resto del movimiento obrero, que está solidificada y lista para trabajar en su conjunto tanto en la emergencia del trabajador asalariado, como del autónomo o del trabajador autogestionado en cooperativas”.
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En economía, el acuerdo firmado con el FMI fue la noticia que ni la prensa oficialista pudo vender como positiva. Las severas metas de déficit fiscal y un presupuesto 2019 de megajuste no tienen margen para verlo de otra manera.
Patricia Laterra, economista e integrante del Espacio de Economía Feminista en la Sociedad de Economía Crítica, lo adelanta: “Esto pone en riesgo el acceso de la población a servicios sociales básicos para el sostenimiento de la vida, y es ahí donde las más afectadas son las mujeres, que sostienen con su trabajo doméstico y de cuidados no remunerado todo lo que el Estado no garantiza”.
El Banco Central -afirma Laterra- estimaba que en 2018 la economía se contraería un 2,4% y la inflación alcanzaría el 47,5%. Nada que celebrar. “Según el Mirador de Actualidad del Trabajo y la Economía (MATE), el salario real a octubre de 2018 quedó un 17,6% abajo, resultando en promedio una merma de 106 mil pesos por trabajador/a”.
¿Quién se quedó con el salario perdido? “En tres años de gestión de Cambiemos, las transferencias de ingresos de lxs trabajadorxs hacia las empresas concentradas ascendieron a 1,2 billones de pesos y los principales ganadores de este modelo son el sector financiero (ganó 563 mil millones de pesos), el sector energético (436 mil millones) y los sectores exportadores (243 mil millones)”.
Entonces, ¿se puede decir que algo ganamos en este año? “Diferentes movimientos, aunque fragmentados, están oponiendo resistencia a estas políticas de la muerte y los feminismos están dando ciertamente una bocanada de aire ante la asfixia del avance del neoliberalismo y los nuevos fascismos en la región. Como nunca antes, esta marea internacionalista teje sin cesar lazos en esta contienda: lo efímero, lo precario y lo desolador politizando desde el cuerpo y la conmoción los ámbitos de la producción y la reproducción de la vida. La salida a esta crisis civilizatoria será feminista, antirracista y sensible a lo ecosocial… o no será”, sentencia Laterra.
El Gobierno ajusta cada vez más las clavijas, por todos los frentes; mientras la unidad en las bases, en el campo popular, parece ser la estrategia de resistencia, el camino para un 2019 que ya nos pisa los talones. La salida de la crisis, ¿será feminista, antirracista y ecosocial? ¿Será?
Foto: Viojf