Redacción Canal Abierto | “Cuando se habla de desaparecidos en democracia, no se menciona a los desaparecidos en La Tablada. ¿Por qué no se habla de ellos?, es muy contundente, los filma la televisión, y ya no están”. El reclamo de Claudio Rodríguez, uno de los integrantes de la columna que ingresó a la Tablada, es tan simple como escalofriante. Sin embargo, las brutalidades cometidas por las fuerzas represivas el 23 y 24 de enero de 1989 en el Regimiento de Infantería Mecanizada Nº 3 recién están empezando a develarse. O más bien a confirmarse en un proceso institucional, porque los sobrevivientes, los familiares de los caídos en combate y de los asesinados, junto a algunos organismos de derechos humanos, sostienen desde el primer momento las denuncias de ejecuciones sumarias, torturas y todo tipo de crímenes contra la humanidad cometidos por el Ejército.
El juicio que comenzó en diciembre es el primero por esos delitos. Si bien sólo se juzga una de las desapariciones, se estima que el proceso servirá para abrir nuevas causas que permitan analizar otros hechos y juzgar a otros responsables además del general Alfredo Arrillaga, quien ya cuenta con varias condenas por su accionar criminal durante la dictadura.
Entre la realización de un operativo de anticipación para frenar un golpe en ciernes -en un contexto de alzamientos carapintadas constantes y defección política del gobierno radical en franco derrumbe- y el inicio de un plan que tenía como objetivo final la toma del poder que el Ejército se preparaba para arrebatarle a Alfonsín, se dieron las explicaciones de los que participaron del copamiento. Muy por debajo de algunas teorías conspirativas y acusaciones de todo orden vomitadas de izquierda a derecha durante estos años que ocuparon y ocupan lugares de privilegio en medios de comunicación y publicaciones masivas.
A tres décadas, Rodríguez resalta lo que fue develando el juicio: “Nosotros entramos al cuartel el lunes a las 6 de la mañana, y nos rendimos el martes a las 10, aproximadamente. En todo el enfrentamiento de ese día y esa noche no hay compañeros que hayan sido tomados prisioneros con vida. Los únicos prisioneros con vida fuimos los que nos rendimos al final. O sea que a todos los heridos en ese transcurso los han matado, fueron asesinados, y los dos compañeros que muestra la televisión rindiéndose, José Díaz e Iván Ruiz, son tomados prisioneros el lunes a la tarde y están desaparecidos”, advierte.
“A dos de los que se rindieron conmigo, Pancho Provenzano -que pactó la rendición con Arrillaga- y Carlos Samojedny, los separaron del grupo y hoy están desaparecidos”, completa.
¿Qué sensaciones moviliza este aniversario con la posibilidad de estar juzgando al jefe de la represión?
-Es muy fuerte, porque por primera vez en 30 años se empezó a caer la cortina de impunidad de lo que pasó en el cuartel con los compañeros y con todos. Este juicio nos permite finalmente contar cómo fueron los hechos, pero además la preparación de las declaraciones reavivaron los momentos vividos, el recuerdo de los compañeros caídos, las luchas, son momentos muy fuertes. Y reencontrarnos con familiares, las hijas y los hijos de los compañeros y las compañeras caídas, que son impulsores de estas luchas, todo eso es muy fuerte.
¿Qué nuevas valoraciones permiten la distancia en el tiempo y el contexto actual sobre lo realizado?
– Cada uno tiene su valoración, pero algunos fuimos diciendo lo que sentimos. Lo que nos motivó fue abrir un camino revolucionario para el país, esa fue la razón principal por la que nuestros compañeros dieron la vida, en un contexto determinado en el que los milicos estaban presionando al poder político. La Tablada fue una tragedia por esa pérdida de compañeros invaluables, pero yo no me arrepiento de haber caminado con estos compañeros, siento mucho orgullo de haber compartido con ellos ese espacio de lucha.
¿Qué es lo mejor que el campo popular puede tomar de la experiencia del MTP y del 23-E?
-Yo en ese momento era uno de los mas jóvenes. Compartía ideales con grupos de compañeros y compañeras que venían de las luchas revolucionarias de la década del ’70. Y la imagen que me queda es esa decisión de ir por un cambio revolucionario, de dejar todo hasta la propia vida en función de eso, con amor revolucionario, con una entrega total. Ahí está el costado que no volví a ver: esos compañeros con esa calidez humana, con ese compromiso, con el ejemplo en la acción. Yo viví el arrojo y la valentía con que los compañeros actuaron, y eso lamentablemente no lo vi nunca más. Aún antes de La Tablada, con el recuerdo de Pancho, que te abrazaba y te impulsaba a seguir, a organizar, a pensar en algo distinto. Así lo vi adentro del cuartel y ese es el recuerdo que hoy sigue vivo en mí.
¿En qué lugar consideras que los va a colocar la historia?
-Desde que pudimos hablar, nunca pedimos que se reivindique nuestra acción. Lo que pedíamos cuando estábamos presos era la libertad y que se investigue lo que había pasado. Pero lo que hicimos lo hicimos con convicción, que la pagamos con la cárcel y la pérdida de muchos compañeros. Eso fue muy triste y muy doloroso, pero cuando se toman esas decisiones hay que estar preparado para afrontar consecuencias.
¿Qué evaluación hicieron de la primera parte del juicio?
-Fue muy positivo, pensando en perspectiva hacia los juicios que vienen, porque se han encontrado hasta algunas grietas en las mentiras de los milicos que se van a poder trabajar. Aparte, porque este tribunal nos permite explayarnos e indagar sobre estas cuestiones, y esa era una duda nuestra, si íbamos a tener esta posibilidad que efectivamente estamos teniendo. Eso nos genera bastante expectativa para poder sentar en el banquillo a los otros responsables. Queremos saber quién secuestro a nuestros compañeros, adónde se los llevaron, quiénes los mataron y dónde los tiraron.
Los hechos
Al cuartel entraron 46 hombres y mujeres del Movimiento Todos por la Patria. Uno logró escapar, y trece salieron vivos al otro día, detenidos luego del combate, y sufrieron más de diez años de cárcel y aislamiento.
Entre las bajas y los capturados que fueron ultimados, hay cuatro desaparecidos: Francisco “Pancho” Provenzano, Carlos “el Sordo” Samojedny, Iván Ruiz, y José “Maradona” Díaz, por cuyo caso se desarrolla el actual juicio.
Otros 25 militantes, aproximadamente, participaron de la acción en grupos preparación, de agitación y de apoyo. La mayoría también pasó largos años como presos políticos, a pesar de los reclamos de los organismos internacionales.
Claudio Rodríguez, luego de declarar en el juicio.
Hoy, al cumplirse 30 años, un grupo de ex presos y presas del MTP, junto a familiares de muertos y desaparecidos, emitieron un comunicado en el que resaltan: «La política de represión tuvo como objetivo el aniquilamiento y, una vez rendidos, los militares que se decían ‘democráticos’ reprodujeron las torturas, la desaparición y las ejecuciones sumarias, como lo hicieron en los campos de concentración de la dictadura. Luego, la ‘Justicia’, con el juez Gerardo Larrambebere y su secretario Alberto Nisman, encubrió las atrocidades. A 30 años de esta democracia, seguimos teniendo cuatro compañeros detenidos desaparecidos en esos dos días: Francisco Provenzano, Carlos Samojedny, Ivan Ruiz y José Díaz».
Rescatan también que «40 años de lucha inclaudicable de los organismos de derechos humanos llevaron al banquillo de los acusados a las Juntas militares, revirtieron los indultos y las leyes de impunidad y consiguieron reabrir los juicios por delitos de lesa humanidad». Y el compromiso de que seguirán «reclamando Verdad y Justicia».