Hecha de masculinos genéricos.
Dicha por lenguaje colonial.
No me deshago ni desdigo.
Soy usuaria libérrima de mi lenguamadre.
Duele que palabrasmundo te dejen fuera del alambrado civilización.
Aprendí de una mujer que compañera y compañeras
no estaban contenidas en la o final.
Y es bandera.
No norma.
No paradigma de la corrección.
Ni rae.
Aguante todes.
Si molesta tanto será por
algo.
Poema de Elena Berruti, docente de la UNRC
Por Nano Nusbaum para Retruco | El lenguaje inclusivo es cada vez más utilizado por los jóvenes. Incluso en algunos ámbitos más estrictamente regulados como el académico, ya es admitido. A fines de 2018 fue aprobada la primera tesina escrita con lenguaje inclusivo en la Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC).
Marita Novo, profesora en Lengua y Literatura de esa institución, explica que alrededor de los años 70 la crítica feminista empezó a denunciar la impronta sexista, jerarquizadora y excluyente de los usos de género en la lengua castellana. “Uno de los primeros y de los más relevantes trabajos acerca del tema elaborados desde la lingüística fue escrito por una investigadora argentina, formada en la Universidad del Sur, de Bahía Blanca, y docente de la Universidad Nacional de San Luis, Delia Suardíaz. La primera versión del libro, producto de una tesis de maestría realizada en la Universidad de Washington, fue publicada 1973, en inglés, con el título Sexism in the Spanish Language. Curiosamente, pasaron casi 30 años antes de que se publicara en español: El sexismo en la lengua española fue publicado en 2002. En esa obra, Suardíaz identifica los rasgos sexistas de la lengua y denuncia los usos discriminatorios que promueve al invisibilizar o subalternizar a las mujeres”, describe Novo.
A partir de trabajos como ese, la preocupación por el sexismo lingüístico fue cobrando importancia y de un plano meramente descriptivo y teórico se pasó a elaborar propuestas para evitarlo en algunos ámbitos públicos. Según la profesora del Departamento de Letras de la Facultad de Ciencias Humanas de la UNRC, “esas propuestas no planteaban transformaciones de la lengua, sino que sugerían alternativas dentro del castellano estándar, como por ejemplo emplear sustantivos colectivos (el alumnado, la población, la ciudadanía) en vez del genérico masculino abarcador (los alumnos, los habitantes, los ciudadanos) para referirse a grupos mixtos, el empleo de pronombres no marcados genéricamente (quienes viajan) para evitar los generizados (los que viajan), o incluso el desdoblamiento (los alumnos y las alumnas, chicos y chicas, profesores y profesoras)”.
Lucha feminista, queer y trans
A partir del cambio de siglo, “la radicalización de la crítica feminista y sobre todo la militancia queer y trans, con su cuestionamiento a los esencialismos, pusieron en evidencia las limitaciones de esas tímidas propuestas para evitar el sexismo, condicionadas por la visión binaria de sexos y géneros”, sostiene la docente.
Y agrega: “Desde esta perspectiva, se postula que si bien era necesario no invisibilizar a las mujeres tras el masculino genérico, no resulta suficiente esquivar el problema con giros perifrásticos ni marcar la presencia de mujeres mediante el desdoblamiento entre femenino y masculino. El reconocimiento de que la lengua limita nuestra comprensión del mundo y nos condiciona a percibirnos de modo dualista como varones o mujeres no queda en mera denuncia sino que, en estas últimas décadas, se empiezan a ensayar modos de visibilizar variaciones irreductibles a la comprensión hetero-centrada”.
En diálogo con Retruco, la magíster Mariela Masih, docente de la Universidad Nacional de Córdoba y directora de la carrera de Licenciatura en Letras de la Universidad Nacional de La Rioja manifiesta que desde hace un tiempo se observa la necesidad, especialmente en los jóvenes, de buscar una forma de hablar desde un lenguaje inclusivo, que no se refiera solamente al sexo de cada persona sino a una autoderminación amplia de género. En este sentido, relata que el lenguaje inclusivo comienza a utilizarse a partir de movidas feministas que buscan reivindicar derechos de las mujeres.
En tanto Novo, señala que “en la era de la comunicación digital, con el uso de asterisco, x, @ (todxs, tod@s) y, más recientemente, la e (todes) se insiste en la pluralidad de géneros e incluso en su indecibilidad, en la imposibilidad de reducir el género a dos categorías estables. Frente a estas alternativas también hay discusiones. Algunes, como Gabriela Cabezón Cámara, defienden el uso de la x, ya que la incomodidad que produce la imposibilidad de su pronunciación contribuye a mantenernos alertas ante las miradas naturalizadas de los géneros. Otres, en cambio, defienden el empleo de la e debido a su mayor flexibilidad y posibilidades de estar presente en la oralidad”.
Masih ubica la aparición de la “e” a fines del 2017 o principios del 2018, letra que resuelve en la forma oral el uso del lenguaje inclusivo, como una versión superadora de la dicotomía femenino-masculino.
Usos y cambios en la lengua
Hay diversas teorías acerca de cómo se producen los cambios en las lenguas, pero hay acuerdo generalizado acerca de que son históricas y por lo tanto sufren modificaciones a lo largo del tiempo. “No hablamos el mismo castellano de Nebrija, ni el de Cervantes, ni siquiera el de nuestros padres. Por otra parte, ninguna lengua es homogénea sino que presenta múltiples variaciones y alberga diversos dialectos, sociolectos, cronolectos, tecnolectos, jergas o argots y registros. La lingüística actual, desde Saussure en adelante, reconoce el carácter eminentemente social de la lengua”, advierte Novo.
Y agrega: “Las perspectivas funcionales y sociolingüísticas destacan la función comunicativa del lenguaje y subrayan el vínculo entre las lenguas y las interacciones sociales en las que se emplea. Desde esas perspectivas, ningún hablante se equivoca aunque hable ‘mal’ desde un punto de vista purista o normativo, porque hace de su lengua el uso que le parece adecuado según sus fines en un contexto dado. Y son los usos de la lengua, en esas interacciones concretas, los que van generando cambios que, al empezar a ser mayoritariamente compartidos, pueden llegar a establecerse como usos normativamente válidos, incluso aceptados por instituciones como la famosa Real Academia Española (RAE), difundidos por los distintos medios de comunicación, prestigiados por su empleo en textos científicos, filosóficos o literarios, y enseñados en los distintos niveles educativos”.
Rechazo al lenguaje inclusivo
Como todo cambio, hay resistencias. Masih afirma que “hay grupos que rechazan el lenguaje inclusivo como también pueden resistir muchos otros cambios. Hay gente que no le gusta el cambio en su vida y también rechaza modificaciones en el lenguaje. Yo creo que no hay en el lenguaje en sí un motivo de rechazo, sino en lo que eso representa. Siempre la lengua y los usos que vamos haciendo representan algo que pensamos, que sentimos; y por lo tanto lo que se rechaza tiene que ver con eso”.
Para la magíster, “quienes rechazan el lenguaje inclusivo lo hacen porque no les gusta la presencia de lo femenino, no solamente lo de la mujer, sino de todos los colectivos que tenemos”. “Hace mucho que en la sociología y en la sociolingüística se ha dejado de hablar de sexo, sino que hablamos de género. Entonces, cuando digo ‘el lenguaje inclusivo’ estoy incluyendo a todos esos colectivos, a todos esos géneros, y no hago más la distinción por eso es mucho más amplio que las chicas y los chicos que se usaba a comienzos del 2000, en donde solamente se reconocen dos sexos. Ahí ni siquiera se reconocía el género todavía. En cambio, la e resuelve todas estas necesidades de discriminación en el sentido positivo del término”, resume.
Conquistando nuevos espacios
A pesar de que hay sectores conservadores que rechazan el lenguaje inclusivo, Novo advierte que cada vez es más frecuente la utilización del lenguaje no sexista y por grupos cada vez más numerosos, que generan discusiones que llegan a interpelar a especialistas e instituciones. “Incluso en alguno de los ámbitos más estrictamente regulados, como el ámbito académico, se ejercen estos usos y, en muchos casos, son admitidos. En este sentido, a fines de 2018 se aprobó con la nota máxima la primera tesina escrita con lenguaje inclusivo en la Facultad de Ciencias Humanas de la UNRC”.
Se trata de un trabajo final de la Licenciatura en Psicopedagogía, elaborado por Yanel Piacenza, que lleva por título Les referentes de crianza y las experiencias de aprendizaje en el desarrollo de las funciones ejecutivas. El trabajo fue dirigido por Verónica Delgado y co dirigido por Analía Uva.
“Como todo lo social, el uso de la lengua también está atravesada por relaciones de poder, por lo tanto las disputas en torno a sus posibles variaciones es un asunto político (glotopolítico). Así, por ejemplo, la escritura y presentación de ese trabajo final fue un acto político, valiente y arriesgado, un acto de militancia; como también fue una decisión política por parte del tribunal su aprobación y calificación con la nota máxima. Este acto constituye un precedente importantísimo para la universidad, para el feminismo y para la escritura académica”, explica Novo.
También señala que “son posicionamientos políticos, de ningún modo ideológicamente neutrales, los asumidos por la RAE y por la Academia Argentina de Letras, que divergen en torno a este asunto”. Como se trata de un asunto no sólo de glotopolítica sino también de política académica, la organización del primer congreso sobre el tema, que se realizará en la UNLP los próximos 11 y 12 de abril, será el primer encuentro que pondrá en discusión la letra e para que la lengua sea más inclusiva.
Ahora bien, el asunto de si una lengua puede llegar a modificarse por la voluntad de un sector de la población está en disputa, sobre todo porque en este caso no se trata de la incorporación de elementos léxicos sino que involucra cambios morfológicos generalizados. “Es difícil hacer futurología, más allá de la proyección de nuestros deseos o de los objetivos de nuestra militancia. Por ahora, el uso eficaz, concreto, potente, aceptado o no, en diversos contextos y situaciones de las distintas variantes propuestas (la x, la @, la e) es una estrategia retórica que ya está cumpliendo una función políticamente muy valiosa que es la de desnaturalizar la prioridad otorgada a los varones y el dualismo hetero-centrado anidados en nuestra lengua”, destaca la académica.
“Si, como decía Ludwig Wittgenstein, los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo, poner en cuestión esos límites es el primer paso para empezar a desplazarlos”, concluye.