Redacción Canal Abierto | “En nuestra época había 4 millones de población estudiantil primaria, de los cuales solamente 300 mil hacían los estudios secundarios. De esos 300 mil, iban a la universidad nunca más de 100 mil. Nosotros suprimimos todos los aranceles y derechos de examen, de manera que tanto el pobre como el rico pudieran ir. Era un crimen que estuviéramos seleccionando materia gris en círculos de cien mil personas cuando lo podíamos seleccionar en cuatro millones”.
En una entrevista en Puerta de Hierro, Madrid, Juan Domingo Perón hacía referencia a una característica distintiva de la educación superior en Argentina respecto de otros países de la región, e incluso el mundo. Y si bien esa universidad pública, gratuita y de calidad marcó a fondo nuestra historia e imprimió su sello en una de movilidad social ascendente, fue también víctima de constantes embates. Algunos explícitos y virulentos, como la Noche de los Bastones Largos –cuando el 29 de julio de 1966 la dictadura de Onganía desalojó cinco facultades de la UBA, iniciando un proceso de persecución que derivó en una fuga de cerebros-; y otros más sutiles, aunque no por eso menos lacerantes, por medio de ajuste presupuestario y despidos masivos.
En las últimas horas se conoció un estudio que revela la vigencia de aquellas políticas de inclusión y desarrollo que destacaba el líder peronista en su exilio. Es que, según el prestigioso Ranking QS Global 2019 y por quinto año consecutivo, la UBA volvió a destacar como la mejor universidad de Iberoamérica. Entre más de 26.000 instituciones analizadas, la principal casa de altos estudios de Argentina se ubicó en el puesto 74º, seguida a nivel nacional por la Pontificia Universidad Católica Argentina, UCA (344º), donde se recibió el Presidente Mauricio Macri.
Mientras que en el plano Iberoamericano también destaca -aunque lejos de los primeros cien puestos – la performance de casas de altos estudios como el Instituto Tecnológico de Monterrey (158º), la Universidad de Barcelona (165º), la Universidad Autónoma de Barcelona (188º), la Universidad Autónoma de Madrid (192º) y la Universidad Complutense de Madrid (212º), la Universidad Nacional Autónoma de México (103º) y la Universidad de São Paulo (116º).
Pese a haberla ubicado en el 1% de la elite universitaria, QS no ahorró críticas al proceso de ajuste que atraviesa la investigación y educación pública en nuestro país: “Los líderes del continente en materia de investigación siguen siendo los brasileños, y solamente una de las mejores instituciones de Latinoamérica es Argentina. Con CONICET empleando un 90% de su presupuesto en salarios y becas, y este presupuesto expuesto a recortes de manera consistente, Argentina debe ser consciente de que está creando un ambiente poco propenso a atraer talento del exterior”.
En el mismo sentido, desde el rectorado de la UBA deslizaron cuestionamientos respecto de la cuestión financiera. Tras celebrar el reconocimiento, destacaron el logro aún cuando otras entidades latinoamericanas «cuentan con más fondos, en particular, la UNAM con un presupuesto anual por estudiante de USD 11.400 y Sao Pablo de USD 44.300, cuando la UBA dispone de USD 1.200».
Otro aspecto que va a contramano de la excelencia educativa es lo que concierne a los magros salarios que percibe el sector. Según la escala 2019, un profesor adjunto de la UBA con 5 años de antigüedad y dedicación exclusiva cobra $34.168 netos. Sin embargo, de un total de 1.903 profesores con dedicación exclusiva, estos sólo representan 595 cargos. Mientras que un ayudante de primera (en Buenos Aires equivale a 718 docentes), también con 5 años de antigüedad y dedicación exclusiva, recibe $25.456 netos por mes.
“Con orgullo podemos decir que los docentes universitarios tienen una muy valiosa formación, y son ellos los que ponen el hombro pese al nivel de salarios”, plantea Luis Tiscornia, secretario general de la CONADU Histórica, una de las dos gremiales más importantes del sector. “Hay una conciencia y tradición académica importante, que es resultado de un sistema universitario basado en la gratuidad y el libre ingreso”.
Elaborado anualmente, el ranking de QS se sustenta sobre cuatro pilares: investigación, calidad de la enseñanza, reputación empresarial e internacionalización. Para ello, el estudio se basa en el análisis de seis indicadores: reputación académica, reputación entre los empresarios, ratio de estudiantes por profesor, citaciones por facultad y la proporción de alumnos y profesores internacionales.