Por Carlos Saglul | Fundador del Partido Revolucionario de los Trabajadores, Pedro Cazes Camarero sobrevivió a la Masacre de Trelew a pesar de que subió a uno de los camiones que llegó tarde al Aeropuerto cuando el avión con sus compañeros a bordo ya habían decolado. Es autor de ensayos, poesía e ilustraciones de libros para niños. También farmacéutico. Cazes Camarero y su equipo fabricaron un medicamento contra el Chagas, salvando de esta manera muchas vidas, hoy en falta por decisión comercial de una multinacional. Su último libro “Las estrategias de la aurora” toma distintos momentos de la guerra civil española, las revoluciones rusa, cubana y vietnamita. En un siglo en donde las insurrecciones se agotan sin engendrar revoluciones, es interesante memorar aquel tiempo de rebelión que propone su texto, escrito con solidez documental, pero sin olvidar que todo relato, no importa que fidelidad guarde con la verdad, debe ser cualquier cosa menos aburrido.
El siglo pasado, donde transcurre tu libro, fue pletórico en revoluciones. En este siglo las insurrecciones se apagan como pólvora mojada. No llevan a grandes cambios, siguen los mismos dirigentes.
-Esta afirmación no parece basarse en la evidencia. La insurrección parcial del 19 y 20 de diciembre de 2001 en Buenos Aires y otras ciudades argentinas no sólo derrumbó al gobierno de la Alianza, sino que tuvo un efecto tan duradero en la política argentina -y me atrevería a decir, latinoamericana- que se siente todavía. La actual insurrección chilena lleva desplegándose más de tres semanas y no está dando señales de pincharse. Ahora bien, si lo de la pólvora mojada está dirigido a aludir no a la insurrección, sino a la revolución social, o si llamamos insurrecciones sólo a las insurrecciones armadas, entonces te diría que las insurrecciones armadas revolucionarias son sucesos raros en este siglo, y fueron sucesos raros en el siglo XIX también.
Una de las características de las insurrecciones consiste en su fuerte inmanencia, esto es, las insurrecciones son ante todo emergentes: antes no estaban, después sí. Los partidos, los movimientos y sus líderes se montan en un proceso que madura en el seno de las masas, y tratan de dirigirlo con más o menos éxito. Pero no son capaces de crear una insurrección fuera de ese contexto. La Tercera Internacional realizó varios experimentos fallidos de este tipo (Riga, Shanghai y Cantón durante la década del 20). ¿Quién lideró realmente el 19 y 20? ¿Quién dirige Chile? Ciertas motivaciones, generalmente económicas, actúan como detonantes, pero el kilombo suele evolucionar hacia lo político. Finalmente, debo marcar que las leyes de la violencia revolucionaria en las insurrecciones son diferentes de las que rigen en los procesos revolucionarios armados, como fue el caso de Nicaragua en 1979 y Cuba en 1958, con los que pueden combinarse de modo complejo. Resumiendo, las insurrecciones no plantean siempre explícitamente el tema del poder político, pero sí llevan implícita cierta dosis de doble poder, y no parecen estar esfumándose o debilitando su influencia.
En el libro tomas la revolución cubana luego de la llegada al gobierno de los revolucionarios. ¿Hay una razón?
-Como explico minuciosamente en Las estrategias de la aurora, la polémica económica desatada durante el quinto año de la revolución cubana puso en el tapete importantes cuestiones dormidas en el marxismo convencional, que siguieron sin resolver hasta el derrumbe soviético. Esta experiencia no ocurrió en ningún otro país del “segundo mundo”. No ocurrió en el momento de la lucha por el poder, sino durante el comienzo de la construcción revolucionaria de una nueva sociedad.
El socialismo no murió bajo las ruinas del muro de Berlín, no existía. ¿Esto que afirmas significa que poco cambió ahora que China y Estados Unidos, dos formas de capitalismo, compiten por hegemonizar?
-Lo que se derrumbó con la Unión Soviética fue un sistema de capitalismo de Estado que había cambiado dramáticamente a los países donde se instauró, pero que mantuvo el dinero, la plusvalía y la legislación capitalista. Si usamos la denominación de socialismo a la primera etapa, o etapa inferior del comunismo, en la que cada uno recibe según su trabajo y no según su necesidad, según define Marx en la Crítica al Programa de Gotha, bueno, no era socialismo. Era una forma de capitalismo sin propiedad privada de los medios de producción, salvo áreas menores. Pero eso no es una pavada. Millones de personas murieron en combate para instaurarla. Ese modelo de acumulación ampliada padeció del lastre de la administración burocrática que le impidió una evolución positiva, como explico en el libro.
El capitalismo de Estados Unidos y de China, en cambio, es exactamente el mismo capitalismo: propiedad privada de los medios de producción, predominantemente en manos de grandes empresas oligopólicas. El modelo chino, bajo la dirección del Partido Comunista, lleva creciendo sin crisis mayores durante tres décadas. El modelo yanqui, sin esa guía, evoluciona erráticamente. Pero ambos se encuentran en problemas.
Los robots producen sin hacer huelgas, pero no consumen. Ramas enteras de las multinacionales ven que su producción ya no tiene dónde ser colocada. El trabajo desaparece y los excluidos se multiplican por miles. ¿Cuál es la perspectiva del capitalismo a tu entender?
En el “Fragmento Sobre las Máquinas”, incluido en los “Grundrisse” (Elementos Fundamentales Sobre la Crítica de la Economía Política, de 1857), Marx explica que cuando la tecnología creciera lo suficiente, la incorporación de trabajo humano a las mercancías, que es la fuente del valor de cambio de las mismas, tendería a reducirse más y más. El valor de uso, en cambio, de cada mercancía, se mantendría sin alteraciones. Por lo tanto, habría más y más riqueza y menos y menos valor. Ese trabajo sin valor, previsto de manera clarividente por Marx, es lo que se experimenta actualmente en todos los países desarrollados y en algunas áreas de los emergentes. Al mismo tiempo, el capitalismo es incapaz de absorber las masas incontables de personas precarizadas, libradas a su suerte. Esta descripción es insuficiente si no tomamos en cuenta el surgimiento del general intellect, categoría teórica creada por Marx en el libro citado, que viene a reemplazar a la fuerza de trabajo del capitalismo convencional. El trabajo del general intellect se realiza a través de la alta tecnología y de la ciencia, en redes conectadas por medios digitales. Por supuesto la situación actual es de transición.
Este capitalismo post-fordista convive con el capitalismo fordista anterior. A largo plazo, el capitalismo es incompatible con una sociedad del general intellect. Se trata de un modo de producción en declive, capaz todavía de hacer mucho daño e incluso, a través de la destrucción del medio ambiente y de las armas de destrucción masiva, poner en peligro la subsistencia de la civilización humana. El capitalismo no se extinguirá sin lucha.
Lo que alguna izquierda nunca entiende:
El líder guerrillero argentino Cabeza Chata, fue recibido por el dirigente vietnamita Le Duan:
- “Deseamos seguir el sabio ejemplo vietnamita”, dijo Cabeza Chata.
- “Nosotros estudiamos la historia de Vietnam”, explicó Le Duan.
- “Nosotros también estudiamos la historia de Vietnam”, explicó el guerrillero argentino.
- “Algo no se entendió”, comentó Le Duan.
(Extraído de Las estrategias de la aurora, de Pedro Cazes Camarero)
Foto principal: Militantes republicanos, guerra civil española. Tomado de elespañol.com