Redacción Canal Abierto | “Estamos en una situación de emergencia habitacional. Casi un tercio de la población de la Ciudad tiene serios problemas de este tipo y el Gobierno porteño mira para otro lado porque ha priorizado al mercado por sobre la acción del Estado”.
En diálogo con Canal Abierto, el arquitecto y decano de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Avellaneda, Jaime Sorín, analiza la realidad habitacional que atraviesa la Ciudad de Buenos Aires.
El 10% de la población vive en villas, el 35% o más está alquilando y el hacinamiento de la zona sur llega a casi el 20% de los habitantes. El presupuesto habitacional de la Ciudad cada vez es menor. Este año, en términos reales, bajó un 8%.
En 2018, la Legislatura porteña aprobó un nuevo Código Urbanístico. Para Sorín, esta normativa “pretende una ciudad más densa, con mayores problemas de estructura, de tránsito, con menor espacio verde, y que además fue aprobada sin discusión ciudadana”.
A través de estas resoluciones, Larreta vendió tierras por alrededor de US$1.200 millones, habilitando con eso negocios por US$12.000 millones, mientras las obras como el Paseo del Bajo fueron financiadas con deuda.
“La Ciudad está más linda”
Si hay algo que define a la gestión PRO/Cambiemos es la estética. Veredas, plazas de concreto, bici sendas y peatonales son obras que marcan su paso por el gobierno. Para Sorín, la belleza pasa por otro lado.
“El embellecimiento de una Ciudad es relativo. Que una plaza tenga bien cortado el pasto o que se hagan tres o cuatro veces la misma vereda no la hace más linda. La Ciudad está más fea porque hay mucha más pobreza, mucha gente viviendo en la calle. Esas cosas también hay que mirar. Hay 12.000 chicos esperando vacantes en las escuelas públicas y 11.000 para poder entrar en los jardines. Entonces, ¿cómo se mide la belleza de una ciudad? Se mide por la calidad de vida”, dice el arquitecto.
La “urbanización”
Actualmente, estos proyectos de urbanización e integración se realizan en Puerto Madero, la calle Triunvirato, detrás de la Villa Olímpica y en la Villa 31. El decano de la UNDAV se pregunta por qué se trabaja sobre estas cuatro villas en particular y no sobre el resto. La respuesta está en la especulación inmobiliaria, “en incrementar el valor de esas tierras para los negocios”.
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“El problema más grave es qué pasa cuando se mude esa población, como ya está pasando en algunos de esos lugares, ¿van a poder pagar los servicios, las cuotas? ¿Va a haber tarifa social? ¿Van a poder pagar expensas si la población de la zona sur tiene entre un 15% y 18% de desocupación? ¿Van a poder pagar costos de vivienda que son de clase media acomodada? Eso está pensado para que de acá a cinco años esa población cambie”, afirma Sorín.
El rol del Estado
Como solución a esta problemática, el arquitecto plantea la necesidad de un Estado que intervenga. “El Estado tiene que ser un Estado constructor, como fue en otras épocas, dar presupuesto a las cooperativas, darle fuerza a la ley 341 de autogestión, que está absolutamente desfinanciada. Tiene que haber una ley de alquileres fuerte, que ponga límites y controle, o que el Estado construya para alquilar como pasa en otros países. Este Estado hoy interviene pero a favor del mercado. Necesitamos uno que lo haga a favor de los ciudadanos, sobre todo de los que menos tienen”.
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