Por Juan Carlos Giuliani* | En sus cuatro años de gobierno, Macri dejará una hecatombe social, económica, política y cultural sin parangón. Todos los indicadores estadísticos establecidos para verificar el nivel de calidad de vida, la producción, el consumo y el desarrollo nacional dan negativos. Dejará millones de pobres e indigentes y la sombra del hambre extendiéndose por una tierra bendecida con todo tipo de recursos naturales.
Los únicos ganadores de esta fiesta neoliberal volvieron a ser los bancos, los agroexportadores, las empresas de hidrocarburos, luz, agua, gas. Casi todas en manos de amigos del Presidente. Pingües negocios del capitalismo prebendario, fuga de divisas obscena, endeudamiento escandaloso y un aparato industrial quebrado, víctima de la vieja contradicción actualizada por este gobierno oligárquico. Entre Campo e Industria, la “gauchocracia” resultó claramente beneficiada.
En sus mensajes de campaña no dijo una palabra de las calamidades que azotan al pueblo por sus políticas de ajuste y entrega. Ni se percató que el trabajo precario está por las nubes, el desempleo superó los dos dígitos, bajaron las persianas de cientos de comercios y PyMES, cerraron fábricas, el consumo es una foto de heladeras vacías y las ollas populares son templos donde acuden los que no tienen pan y han perdido la fe.
La contracara de tanta infamia son las mujeres y hombres que están en los barrios bancando la crisis, organizándose para que todos puedan tener un plato de comida, que no se resignan y dan pelea. Están acostumbrados a nadar contra la corriente. Porque la Emergencia Alimentaria no se declama. Hay que aplicarla. Todos los días. El hambre es un crimen. Y no espera. No sabe de turnos electorales ni de promesas de campaña. Es urgente. Por eso se suman las manos solidarias de los que entienden que sólo el pueblo salvará al pueblo y esto va para el gobierno que sale, pero también para el que entra.
Mientras termina la agonía de los 1.460 días en el Gobierno, el Presidente actúa como un autómata, repitiendo slogans, dando manotazos de ahogado, aferrado al sueño perenne de la clase dominante: Ser la reserva moral de la Nación. La esperanza blanca que nos haga mirar hacia la vieja Europa y los Estados Unidos con la condición de olvidarnos definitivamente de nuestro mestizaje latinoamericano.
Después de tanto desasosiego, tenemos la oportunidad de inaugurar un nuevo tiempo, que devuelva la dignidad a nuestro pueblo, repare derechos conculcados y ponga punto final a tanta impudicia expresada por una minoría que reniega de los pobres y humillados, aplasta a la clase media, huye hacia adelante sin hacerse cargo de la catástrofe social que dejó a su paso, y vocifera que la culpa de todos los males es de los otros.
Acompañar la esperanza popular sin resignar el pensamiento crítico. He allí la tarea de esta hora. Para que los sueños de un país donde quepamos todos vuelvan a cobrar altura.
*Vocal de la Comisión Ejecutiva Regional de la CTA Autónoma.
Congresal Nacional de la CTA-A en representación de la provincia de Córdoba
Foto principal: Macri en su despedida. Plaza de Mayo, 07/12/2019.
Ilustración: Jericles
Fuente: www.retruco.com.ar