Por Andrés Sal.lari * | El pasado 2 de diciembre el canciller (Secretario de Estado) estadounidense Mike Pompeo ofreció una charla en la Universidad de Kentucky en la que puso sobre la mesa su visión sobre la actualidad latinoamericana.
Pompeo fue capitán del Ejército, miembro del Tea Party y director de la CIA hasta su nombramiento como responsable de la política exterior de la administración Trump en abril de 2018. Su perfil es de halcón. Milita por el espionaje masivo -inclusive para jefes de Estado-; aboga por la pena de muerte para Edward Snowden y -al momento de comandarla- propuso una CIA más “agresiva, brutal, despiadada e implacable”.
Cómo se derrama este espíritu libertario en América Latina no lo sabemos con exactitud porque nunca nos dan parte, pero este perfil sumado a sus últimas afirmaciones, pueden ayudarnos a construir un panorama.
Un poco de historia
Los altos funcionarios de la diplomacia estadounidense suelen tener ciertas reservas a la hora de infravalorarnos públicamente como estados soberanos. Por ejemplo, es difícil que aparezca el término “patio trasero” -instalado en el mundo político y académico estadounidense- para referirse a América Latina en boca de un secretario de Estado. Suena demasiado insolente.
El vocablo patio trasero (backyard) se institucionalizó en aquellos tiempos en los que nuestra América lograba independizarse de España. Apareció de la mano de la famosa doctrina Monroe que se sintetizaba en la frase “América para los americanos”. Esta conceptualización justificó el inicio del intervencionismo e injerencismo estadounidense en nuestra región.
Nuestros protomártires del liberalismo homenajearon la doctrina bautizando una avenida que atraviesa los barrios de Belgrano, Coghlan y Villa Urquiza con su nombre. La segunda tiranía la rebautizó como Avenida Juan Manuel de Rosas en 1974 y la dictadura de Videla volvió a reencausar la arteria hacia nuestros valores occidentales y cristianos. Como algo de rebeldía nos queda, los porteños le decimos Monroe, no lo pronunciamos Monrou, como en inglés.
Como se ve, la grieta no es un fenómeno de la posmodernidad y los procesistas habrán valorado que de haber vivido en el siglo XX, con seguridad Rosas hubiera sido un marxista con simpatías por el tirano de Lobos. Para extirpar esas ideas extranjerizantes ajenas a nuestro sentir nacional, volvieron a elegir a Monroe, que nació en el condado de Westmoreland (Virginia) y murió de tuberculosis en Nueva York.
Tal como sus contemporáneos de la oligarquía porteña, James Monroe se ocupó personalmente de trabajar por una sociedad más blanca y con el menor rastro posible de afrodescendientes. Además -como Videla y Martínez de Hoz- fue un liberal que luchó contra el populismo, abogaba por un Estado lo menos intervencionista posible en materia económica.
Mejor volvamos a la actualidad
Hace 14 años Condoleezza Rice, secretaria de Estado de George W. Bush -y quien no se caracterizó precisamente por su gestión progresista-, aseguró que Washington no veía a América Latina como a su patio trasero.
Paradójicamente fue John Kerry, canciller de Barack Hussein Obama y afín a un ideario más amplio, quien en 2013 puso la frase sobre el tablero. Meses después reculó y valoró ante la OEA que la doctrina Monroe había terminado.
Pero ya sabemos que la política es muy volátil estos últimos tiempos y la llegada al poder de Donald Trump marcó un retroceso de más de 100 años en términos simbólicos.
En marzo de este año el entonces consejero de Seguridad Nacional, John Bolton, declaró que la administración Trump no le tenía miedo a la frase de la doctrina Monroe. Bolton salió eyectado del gobierno en septiembre aparentemente por el fracaso en derrocar a Maduro, pero el espíritu de Monroe pervive.
En su exposición de inicios de este mes, el canciller Pompeo volvió a calificar a América Latina como a su patio trasero, afirmando que había mucho trabajo por hacer en su backyard. Se sienten empoderados.
Nuestra América no ha mostrado músculo para responderle, la afirmación pasó casi desapercibida y más bien fue destacada otra de sus valoraciones imbuidas también por la centenaria doctrina intervencionista. Pompeo nos informó que su país trabajará con los gobiernos legítimos para prevenir que protestas deriven en violencia y disturbios.
El Departamento de Estado advierte que están siguiendo las protestas en Ecuador, Colombia, Chile y Bolivia y que apoyarán a estos gobiernos para evitar que Cuba y Venezuela secuestren esas protestas. El poder de estos gobiernos es ahora fantasmagórico.
El secretario de Estado lucía radiante en Kentucky, por lo que se permitió incluso destacar el carácter elegido de su pueblo:
“Vivimos en esta nación increíblemente excepcional. Tenemos un enorme privilegio como ciudadanos estadounidenses y tenemos un papel especial que desempeñar en este mundo.
Muchas naciones han dado un giro brusco hacia la democracia y el capitalismo, el buen gobierno, lejos de la dictadura y el socialismo y la corrupción que ha sido endémica en algunos de esos países.
Solo en las últimas semanas; los bolivianos están reconstruyendo su democracia incluso mientras nos sentamos aquí hoy. Nadie en la región cree ya que el autoritarismo es el camino a seguir.
Hoy hay más cooperación democrática en nuestro hemisferio que en cualquier otro momento de la historia, y estamos orgullosos del hecho de que hemos sido parte de ayudarlos a llegar a ese lugar.
Los apoyamos porque la libertad política va de la mano con la libertad económica y el florecimiento económico, y el comercio con estas naciones beneficia a las personas aquí en Kentucky y en todo Estados Unidos”.
Venezuela
Las valoraciones sobre Venezuela en esta nueva era de la doctrina Monroe no tienen desperdicio; Bolton había dicho en enero:
“Hará una gran diferencia para los Estados Unidos económicamente si podemos tener empresas petroleras invirtiendo de verdad y produciendo las capacidades petroleras en Venezuela”.
Pompeo en diciembre:
“Puede verse también, interferencia maligna en la región. Hemos trabajado incansablemente para rechazarla. Hoy, en Venezuela, Rosneft, que es la compañía petrolera respaldada por el Estado de Rusia, continúa apuntalando al liderazgo corrupto e ilegítimo de Maduro. Sacan miles de millones de dólares de la economía venezolana cada año.
Hemos tratado de impulsar con claridad moral y estratégica el reconocimiento de que el autoritarismo en nuestro hemisferio es una amenaza, es una amenaza para nosotros aquí en los Estados Unidos. No podemos tolerar que estos regímenes inviten a los malos actores y traten de convertir las democracias aliadas en dictaduras.”
Maduro no sólo financia y organiza la protesta regional, también es una amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos. Ya lo había decretado Obama en marzo de 2015.
Eso sí, si les entregara el petróleo a las empresas estadounidenses podría ser su mejor aliado. Lo bueno es que ellos mismos aclaren públicamente que no se trata de principios ni derechos humanos.
Bolivia
Las sistemáticas violaciones a los derechos humanos instaladas por los golpistas bolivianos que en pocas semanas acumularon decenas de víctimas fatales y centenares de perseguidos tampoco forman parte de las preocupaciones de la administración Trump.
El magnate ya lo había dejado claro apenas consumado el derrocamiento cuando Evo Morales estuvo cerca de ser asesinado: «Estados Unidos aplaude al pueblo boliviano por exigir la libertad y al Ejército boliviano por su compromiso de proteger no solo a una persona sino la constitución boliviana».
La coordinación salta a la vista, no pasaron más de 4 horas desde que Pompeo acusara a Venezuela de atizar el fuego en la región para que el nuevo ministro de interior (Gobierno) boliviano liderara una rimbombante acusación de una confabulación terrorista financiada por Nicolás Maduro contra Bolivia, Perú, Colombia y Chile. (ver nota en Pagina siete – Bolivia)
Uno de los supuestos líderes de este demoníaco entramado es un periodista joven que conduce un programa de trinchera en favor del gobierno venezolano llamado Zurda Konducta. Su estilo y el de su equipo es provocativo, en alguna forma similar al que promovieron durante años desde CQC. Y la prueba irrefutable en su contra es que declararon abiertamente desde su canal de Youtube que allí donde viajan caen los gobiernos de derecha neoliberales.
Pensaría que es una forma bastante descuidada para pergeñar una conspiración terrorista. Me cuesta creer que la inteligencia estadounidense no esté detrás de esta denuncia presentada por la policía boliviana. Y también me cuesta creer que sus analistas no puedan producir algo más consistente para alinear al gobierno de facto boliviano con los intereses del Departamento de Estado.
Lo cierto es que bajo la excusa de una amenaza terrorista, la represión puede mantenerse activa contra una gama no menor de organizaciones y representantes sociales.
Argentina
Un interrogante es cómo se posicionará la administración Trump ante el nuevo gobierno argentino. Washington no suele ser tolerante a la disidencia y el ajedrez regional ha establecido que Alberto Fernández quede en una posición solitaria al sur del continente.
Ante la declaración de Trump sobre el golpe contra Evo, Alberto replicó: “Estados Unidos retrocedió décadas. Volvió a las peores épocas de los años 70, avalando intervenciones militares contra gobiernos populares elegidos democráticamente”.
Mientras Pompeo se jactaba de la caída de Morales y abogaba por el derrocamiento de Maduro, le dedicó un párrafo a la administración de los Fernández.
“Le hemos dicho al nuevo Gobierno argentino que estamos listos para trabajar con ellos a pesar de no estar de acuerdo en asuntos importantes de política exterior. Eso es respeto”.
A la asunción del nuevo gobierno nacional llegaron 3 funcionarios de Washington, Michael Kosak, vicecanciller de Trump para América Latina; Mauricio Claver, director de Seguridad Nacional para la región y Alex Azar, Ministro de Salud.
Claver asumió el rol del policía malo y protagonizó su acting retirándose de los actos en repudio a la presencia de Jorge Rodríguez, Ministro de Información venezolano.
Para superar el impasse, Alberto almorzó y se fotografió con Kosak y Azar.
El jueves 12 llegó al país Evo Morales y Kosak twitteó que el ex presidente boliviano renunció porque sabía que su pueblo no aceptaría una elección fraudulenta.
Horas después activó en la red del pajarito una de las principales voceras de Washington en el país, Laura Alonso:
“Si alguna vez refugiaron nazis, por qué no habrían de abrazarse con dictadores y asesinos del siglo xxi?”
La mesa está servida.
(*)@polillasalari | Periodista, documentalista argentino que vivió y trabajó durante 12 años en Bolivia y en la actualidad es colaborador de varios medios internacionales.