Redacción Canal Abierto | Como cada año, la Organización Internacional del Trabajo publicó su informe Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo que no trae buenos augurios para 2020.
Según el estudio, es muy probable que la disminución del crecimiento económico proyectado y la falta de inclusión perjudiquen la capacidad de los países de menores ingresos para reducir la pobreza y mejorar las condiciones de trabajo.
“En todos los países de bajos ingresos, el promedio del PIB per cápita en 2018 era de alrededor de 1.700 dólares, lo que se traduce en un ingreso diario per cápita inferior a 5 dólares”, relata el estudio. También se ha ensanchado la brecha entre estos y los países de ingresos medios.
En segundo lugar, la OIT alerta sobre la tasa de subutilización total de la fuerza de trabajo, que es más del doble que la de desempleo. Durante 2019, se contabilizaron 188 millones de desempleados en todo el mundo. Mientras tanto, hay otros 165 millones de personas que tienen empleo pero desean trabajar más horas pagadas. Y 120 millones que están marginalmente vinculados al mercado de trabajo y podrían encontrar empleo en un futuro próximo. “En otras palabras, más de 470 millones de personas en todo el mundo carecen de un acceso adecuado al trabajo remunerado como tal o se les niega la oportunidad de trabajar el número de horas deseado”, sintetiza el estudio.
Trabajo remunerado no es igual a trabajo digno
Como tercer punto, se destaca una verdad tan aterradora como verificable en lo cotidiano: el acceso al trabajo remunerado no es garantía de trabajo decente. Este último es, para la OIT, aquel que garantiza un salarios o ingreso adecuado a la tarea, el derecho a un lugar de trabajo seguro y saludable, el acceso a la protección social, la oportunidad de expresar las propias opiniones y preocupaciones a través de un sindicato, una organización de empleadores u otro órgano representativo, así como con otros derechos fundamentales como la no discriminación.
“Los déficits en materia de trabajo decente son especialmente pronunciados en la economía informal, que registra las tasas más altas de pobreza entre los trabajadores”, detalla.
Las malas condiciones de trabajo también se manifiestan en los bajos ingresos. “En 2019, más de 630 millones de trabajadores en todo el mundo –es decir, casi uno de cada cinco– no han ganado lo suficiente para salir ellos mismos y sus familias de la pobreza extrema o moderada, que se define como la situación en la que los trabajadores ganan menos de 3,20 dólares al día”, explica.
Ser mujer y joven en un mercado desigual
Por último, el informe asegura que prevalecen las desigualdades sustanciales en el mercado laboral. Por un lado, la ubicación geográfica de una persona determina en gran medida su probabilidad de encontrar un trabajo remunerado de buena calidad. En los países de bajos ingresos, muchos trabajadores se ven obligados a aceptar cualquier trabajo independientemente de su calidad. También se registra una migración notable de las zonas rurales a las urbanas dentro de cada país en busca de mejores condiciones laborales. Por el otro, los obstáculos más significativos para obtener empleos de calidad deben enfrentarlos las mujeres y los jóvenes.
En 2019, la tasa de participación de la mujer en la fuerza de trabajo era solo del 47%, 27 puntos porcentuales por debajo de la tasa del hombre (74%). “Los estereotipos de género que hacen hincapié en el papel de la mujer como principal cuidadora y en el del hombre como principal sostén de la familia siguen profundamente arraigados en algunas regiones», analiza el informe.
“Además del acceso al empleo, también persisten las disparidades de género en relación con la calidad del trabajo. Esto es cierto incluso en regiones donde las mujeres han hecho importantes avances en el mercado laboral -agrega-. En América Latina y el Caribe, por ejemplo, el nivel medio de estudios de las mujeres supera actualmente al de los hombres, pero las mujeres de la subregión siguen ganando un 17% menos por hora trabajada que los hombres”.
En lo que refiere a la edad, las cifras también impactan: 267 millones de jóvenes de 15 a 24 años de edad en todo el mundo (o el 22% de ese grupo de edad) no tienen empleo ni educación o formación.
Ilustración: Marcelo Spotti