Redacción Canal Abierto | Los abajo firmantes, denunciamos los ataques a las instituciones democráticas brasileñas cometidos por el Gobierno de Jair Bolsonaro. Desde el 1 de enero de 2019, cuando Bolsonaro asumió el poder como presidente de Brasil, hemos sido testigos de una escalada autoritaria, reflejada en un intento sistemático de controlar y restringir varias instituciones culturales, científicas y educativas brasileñas, como así también la prensa.
Los ejemplos son muchos: Al comienzo de su mandato, los miembros del partido por el que Bolsonaro fue elegido (PSL) pidieron públicamente a los estudiantes que filmaran a sus docentes y los denunciaran por «adoctrinamiento ideológico» compartiendo las filmaciones en redes sociales. Esta campaña de caza de brujas, llamada «escuela sin partido», creó un sentimiento de intimidación y miedo en los institutos y universidades de un país que hace poco más de tres décadas salió de una dictadura militar opresiva. En enero de 2020, Bolsonaro declaró que los libros de texto brasileños «tenían mucha escritura» y sugirió que el Estado interfiriera directamente para promover valores conservadores en el contenido de las obras que llegan a las escuelas públicas.
La Administración Bolsonaro ha dejado en claro que no tolerará ninguna desviación de su política ultraconservadora. A principios de 2019, Delano Valentin fue despedido del puesto de director de marketing del Banco de Brasil por haber creado una campaña de comunicación que reflejaba la inclusión racial, la cual fue censurada por el Gobierno. Más tarde, mientras la selva amazónica brasileña ardía a niveles alarmantes, la Administración tomó represalias contra los científicos que se atrevieron a demostrar estos hechos. Ricardo Galvão fue despedido de la dirección del Inpe (Instituto Nacional de Investigación Espacial) por publicar datos satelitales sobre la deforestación en Brasil.
El 21 de enero de 2020, el Ministerio Público Federal denunció, sin pruebas, a Glenn Greenwald, periodista y cofundador de The Intercept, por participar en una supuesta organización criminal que, entre otras cosas, se habría infiltrado en los teléfonos celulares de las autoridades brasileñas. En un ataque a la libertad de prensa, directamente relacionado con los informes que The Intercept ha publicado sobre la corrupción dentro de la Operación Lava-Jato, la Fiscalía Federal desafió a la Suprema Corte Federal y eludió la medida cautelar en las investigaciones sobre Greenwald, dada por el Ministro de la Suprema Corte Gilmar Mendes.
Este no es un caso aislado. Varios agentes, incluidos los tribunales regionales y la policía militar, han estado actuando como células defensoras del proyecto bolsonarista y han tomado medidas para tratar de moldear a la sociedad brasileña. Solo en 2019 se contaron 208 ataques contra medios y periodistas.
El 16 de enero, el entonces Secretario Especial de Cultura, Roberto Alvim, y el propio Bolsonaro filmaron una transmisión conjunta donde expusieron sus planes ideológicos para el país. Alabaron el «giro conservador» y la «restauración de la cultura». Al día siguiente, el secretario fue más allá, filmando un video en su oficina para anunciar un nuevo premio nacional de arte. El video tiene alusiones a los principios y la estética nazis, utilizando frases de un discurso del líder nazi Joseph Goebbels. Fue solo por la inmensa indignación interna y el shock internacional que generó el vídeo, que el secretario fue obligado a renunciar. Sin embargo, Alvim estaba simplemente expresando el proyecto de Bolsonaro, el cual continúa con toda su fuerza: un enfrentamiento constante a la libertad de expresión en nombre de una “cultura nacional”.
Muchas instituciones públicas que representan el patrimonio multicultural de Brasil han sufrido reveses, entre otras están: el Consejo Superior de Cine, ANCINE, del Fondo Audiovisual, la Biblioteca Nacional, el IPHAN (Instituto de Patrimonio Histórico y Artístico Nacional) y la Fundación Palmares (que promueve la Cultura Afroamericana).
Por primera vez en la historia de Brasil, Petra Costa puede convertirse en la primera mujer latinoamericana en ganar un Oscar con el documental Al filo de la democracia. La Administración de Bolsonaro empleó el Twitter oficial de su secretario de comunicación para difundir un vídeo en el que Costa se definió como una antipatriótica que está difundiendo mentiras. Mientras que los largometrajes Bacurau, A Vida Invisível y Babenco recibieron reconocimiento internacional en los festivales de Cannes y Venecia, respectivamente, Bolsonaro declaró que no se han producido buenas películas en Brasil en mucho tiempo.
Basado en el más estrictos de los valores conservadores, el proyecto de Bolsonaro es cambiar el contenido de los libros y películas nacionales, restringir el acceso a becas e investigaciones, intimidar a profesores, periodistas y científicos.
El Gobierno actual también busca revertir varios de los importantes logros sociales alcanzados en las últimas dos décadas, como la implementación de acciones afirmativas, que por primera vez en la historia de Brasil han hecho que el país de cuenta de su diversidad, siendo más inclusivo y menos desigual, logrando que el 51% de estudiantes universitarios ahora provienen de comunidades negras. Lo que hemos visto desde 2019 es un retroceso en estos avances fundamentales.
Por lo tanto, nos enfrentamos a un Gobierno que niega la laicidad del Estado y fomenta los fundamentalismos religiosos y el racismo, que niega el calentamiento global y las quemas en la Amazonía, desprecia a los líderes que luchan por la preservación del medio ambiente y no respeta su la preservación realizada por comunidades indígenas y quilombolas, ni sus culturas.
Este Gobierno ignora las actividades criminales de las milicias paramilitares y la corrupción que prometió combatir. Bolsonaro y sus ministros atacan a las minorías y niegan las demandas de los movimientos negros, indígenas, LGTBIQ+. Atacan constantemente a científicos, académicos y periodistas cada vez que se sienten cuestionados. Es un Gobierno que ha realizado recortes drásticos en el presupuesto para el desarrollo de la cultura y la educación, y que no tiene un plan de desarrollo para su gente.
El proyecto actual del Gobierno de Bolsonaro ataca a las instituciones democráticas y esto puede ser irreversible. Por lo tanto, pedimos a la comunidad internacional que exprese su solidaridad y que tome posición pública en:
– Condenar estos actos de violencia y adoctrinamiento ideológico del aparato burocrático del Estado, para que este no forme parte de un programa de censura eficiente y regular.
– Presionar al Gobierno brasileño para que respete cabalmente la Declaración Universal de los Derechos Humanos y, con esto, la libertad de expresión, pensamiento y religión.
Finalmente, pedimos a los organismos de derechos humanos y a la prensa internacional que estén atentos a lo que está sucediendo en Brasil, a las amenazas a la democracia que la ponen a prueba diariamente. Es un momento muy delicado y resulta urgente decir no a la escalada autoritaria en Brasil.
Firman este manifiesto: Sting, Trudie Styler, Valeria Chomsky, Noam Chomsky, Caetano Veloso, Arnaldo Antunes, Nancy Fraser, Boaventura Sousa Santos, Glenn Greenwald, Juninho Pernambucano, Bernardo Carvalho, Conceição Evaristo, Willem Dafoe, Jean Wyllys, Karim Aïnouz, Gregorio Duvivier, Célia Xakriabá, Lilia Katri Moritz Schwarcz, Marielle Ramires, Luiz Schwarcz, Sueli Carneiro, Pilar del Río, Maud Chirio Valter, Hugo Mãe, Benedita da Silva, Djamila Ribeiro, Steven Levitsky, Randal Johnson, Chico Buarque, Marcia Tiburi, Paulo Coelho, Julian Schnabel, Mia Couto, Boris Fausto, Milton Hatoum, Jodie Evans, Petra Costa, Wagner Schwarz, Sebastião Salgado, Sônia Guajajara, James Naylor Green, Dominique Gallois, Dira Paes, Sidney Chalhoub, Igiaba Scelgo, Ida Vitale, Pablo Capilé, Reverend Billy and Stop Shopping the Choir, Alice Ruiz, Gianpaolo Baiocchi, Angela Rebello, Barbara Wagner, Dinamam Tuxá, Mel Lisboa, Maria Fernanda Candido, Ivana Jinkings, Gilberto Miranda, Luis Eloy Terena, Leonardo Vieira, Márcio Astrini, José Luís Peixoto, Alinne Moraes, Generosa de Oliveira, Rebecca E Karl, Georgia Kirilov, Muhammed Hamdy, Bruno Gissoni, Jeremy Adelman, Elika Takimoto, Ricardo Rezende, Adair Rocha, Virgínia Berriel, Mari Stockler, Cecília Pederzoli, Maria de Medeiros, Pancho Magnou, Cristina Pereira, Bete Mendes, Danuza Leal Telles, Luciano Marques da Silva, Valeria Verkini, Toni Lotar, Karl Robert Graser, Breno Serson, Mauro Nadvorny, Adriana Kanzepolsky, Edison Araújo Russo, Cintia Buschinelli, Delcele Mascarenhas Queiroz, Sim. Apoio, Joao Biehl, Sérgio Salvati, Marcus Fuchs, Fábio Stucchi Vannucchi, Maria Miranda, Fernando Prates, Mirna Boaroto Romero, Maria Doralina Silveira da Silva, Maria Elisabete, Mariana Caldin, Adélia Cristina Pessoa Araújo, Bruno Carvalho, Beatriz Carvalho, Elizabeth Marques, Sônia Altoé, María de Fátima Gouvêa, Nara Reis, Léo Heller, Andre Lázaro, Carmem de Farias, Isabel Cristina Gonçalves de Sousa, Myriam Gontijo de Campos, Luísa Urano, Alina Zoqui de Freitas Cayres, Sylvia Caiuby Novaes, Paulo Sérgio Rais de Freitas, Olga Sodré, Paulo Ricardo Nunes, Ana Maria de Almeida Ribeiro, Ana Basaglia, Maria Carolina Cardoso de Andrade Righi, Elizabeth Amaral, Edward Flavian Shore, Lucélia Rocha de Souza Pereira, Laura Maria da Silva, Clotilde Bassetto, Ligia Giovanella, Dilke Fonseca, Marcelo Fernandes de Mello, Paulo Roberto Pires, Morvan Anderaos, Angela Botelho, Filippe de Mello Lopes, Aparecida Flausino, Elisabeth Andreoli de Oliveira, Lindsay Mayka, Gustavo Martins Ferreira, Cristina Madeira, Pedro Paulo Cavalcante, Marina Bedran, Maria das Graças de Sousa, Ariane Zanelli de Souza, Rubens M. Volich, Cristina Catunda, Jurema Alves Pereira, Daniela Forner Castelan, Graziella Moretto, José Pagano, Vima Lia de Rossi Martin, Tatiana Salem Levy, Maria Filomena Grwfori, Marisa sant’anna cinquini, Ana Carolina Diefenthaeler, Luiz Saldanha, Telma Regina de Paula Souza, Bruno Lacerda, Janete Frochtengarten, Robson Rocha, Nara Milanich, Patrick Foley y 1800 personas más.