Redacción Canal Abierto | El COVID-19 avanza en nuestro país, pero también lo hace la creatividad y el trabajo para que cuando llegue el pico la infraestructura sanitaria esté lo mejor preparada posible para hacerle frente. Sobran ejemplos de organizaciones e instituciones que habilitaron espacios para que se acondicionaran a fin de poder ampliar la cantidad de plazas disponibles para el tratamiento de enfermos.
En la ciudad de Santa Fe, a partir de la iniciativa de militantes de los movimientos sociales entre los que se encuentra el actual director provincial de Economía Solidaria del Ministerio de Desarrollo e integrante del Movimiento de Organizaciones Barriales, Daniel Ríos, trabajadores de la economía popular nucleados en UTEP se encuentran en pleno proceso de refacción del viejo edificio del Hospital Iturraspe, para sumar 90 camas a la capacidad hospitalaria santafesina.
“Veíamos que el viejo Hospital Iturraspe estaba desocupado desde diciembre, cuando se inauguró en nuevo edificio, y podía arreglarse para recibir a los pacientes infectados con coronavirus en la ciudad. Esa idea fue trasladada al Ministerio de Salud y les pareció buena. El sábado se hizo un recorrido junto al ministro y personal de Recursos Físicos de ese Ministerio, viendo los sectores que se habían elegido para esa refacción. Una era la de maternidad, que era el área más nueva de aquel hospital, la sala de internación con quirófano, que se tabica y queda una habitación, y lo que se llamaba la Casita de las Madres, que era donde se quedaban las mujeres mientras tenían a sus hijos internados. Todo este recorrido tiene acceso a una apertura sobre una de las calles para el ingreso de ambulancias”, narró a Canal Abierto Laura Strely, militante del Movimiento de Trabajadores Excluidos.
En ese sector es que trabajadores de la economía popular pertenecientes al MTE, el Movimiento de Organización Barrial, el Movimiento Popular La Dignidad, el Movimiento Evita y la Corriente Clasista y Combativa, trabajan para acondicionar el predio para que pueda estar lo antes posible recibiendo pacientes. Cada organización aportó 10 trabajadores para las labores, a los que se les sumaron durante una jornada internos del penal de Coronda que se ocuparon del pintado y armado de las camas, pero sin tener contacto con los integrantes de las organizaciones, y con personal del Servicio Penitenciario provincial para garantizar su vigilancia. «Son trabajadores de las cuadrillas de construcción que trabajan en los barrios temas de integración urbana. Los internos solamente trabajaron el domingo y volvieron al penal«, explicó Sterly.
El lunes comenzaron las primeras tareas de limpieza, pero ya están avanzando en la pintura, el trabajo de herrería y los techos. “Se va a trabajar durante ocho días y el Ministerio de Desarrollo les va a pagar el equivalente a un salario social, que es lo que vienen cobrando”, contó Sterly.
Además de las condiciones salariales, se pidió que se garantizara un seguro de trabajo y la ropa adecuada. Sterly explicó que “hablamos de un hospital abandonado. No habían residuos patológicos, pero sí elementos cortantes como agujas. Así que no solamente pedimos la ropa de trabajo con la que cualquier persona debe contar, como guantes con goma en las palmas, sino también elementos de seguridad sanitaria. Los compañeros están trabajando con barbijos y guantes de látex debajo de los de trabajo”.