Redacción Canal Abierto | Esta semana, el reflejo anticubano de Donald Trump demostró estar más sano que nunca, a pesar de la pandemia. En un mensaje de twitter, la propia Embajada estadounidense en la Habana sugirió a los países rechazar la asistencia médica de Cuba para enfrentar el coronavirus.
“Cuba ofrece sus misiones médicas internacionales a los afligidos con #COVID-19 sólo para recuperar el dinero que perdió cuando los países dejaron de participar en el programa abusivo”, dice el texto.
Antes, el propio Trump había enviado una carta a la comunidad científica estadounidense pidiéndoles una vacuna contra el coronavirus. El investigador y editor Holden Thorp, de la renombrada y centenaria revista científica Science, publicó una respuesta, que en Argentina replicó el portal Resumen Latinoamericano: “Atacaste a la ciencia durante los últimos 4 años, recortaste la financiación, llamaste a los científicos mentirosos y ahora ¿quieres velocidad? La ciencia no se hace de la noche a la mañana, necesita inversión, y especialmente para una vacuna, requiere tiempo e inversión. No puedes atacar a los científicos cuando no te gusta la ciencia y apretarlos cuando los necesitas”
El intento de endurecer el bloqueo histórico sirvió, una vez más, para reanimar las expresiones de repudio global a Estados Unidos, pero además para visibilizar y realzar la solidaridad de las brigadas sanitarias cubanas que son requeridas alrededor del globo.
Un ejemplo de eso son los cubanos residentes en Miami, por lo general rabiosamente anticastristas, que esta semana enviaron una carta en la que expresaron: «Los firmantes somos cubanoamericanos que vivimos en Estados Unidos (así como cubanos y cubanas que vivimos en Cuba o en cualquier parte del mundo). Somos también, hombres y mujeres de diferentes creencias políticas o religiosas a los que nos une el deseo de paz y reconciliación entre nuestras naciones», comienza diciendo la misiva, que agrega que las restricciones comerciales y financieras “dificultan o impiden que Cuba adquiera equipos médicos, alimentos y medicinas. Le rogamos que, al menos durante el tiempo que dure esta calamidad, el gobierno norteamericano extienda una mano amiga y solidaria al pueblo cubano».
Por su parte, el Servicio Mundial de Iglesias llamó al levantamiento inmediato y total de las sanciones de Estados Unidos contra países como Irán, Cuba y Venezuela. “El tiempo es crítico. La urgencia de actuar se intensifica cada día, y cada vida que se puede salvar, debe salvarse. Todas las personas son igualmente importantes para Dios, ya sean estadounidenses, iraníes o venezolanos», dice el comunicado.
También, la alta comisionada de los Derechos Humanos en la Organización de Naciones Unidas, Michel Bachelet, «se suma al reclamo universal y urgente de la comunidad internacional para aliviar o suspender sanciones y bloqueos ante #COVID19 en vista de los crueles impactos sobre el sector salud y los derechos humanos», celebró el canciller cubano, Bruno Rodríguez Parrilla, luego de la declaración de la diplomática chilena publicada en el sitio oficial de la ONU.
En Argentina, la CTA Autónoma le envió una carta a Edward Prado, embajador de los Estados Unidos en la Argentina, exigiendo el fin de las sanciones económicas contra Venezuela y Cuba. “El sostenimiento adquiere mayor gravedad y urgencia en el contexto de la crisis sanitaria a nivel global provocada por al despliegue del coronavirus COVID-19 y su extensión pandémica”, manifestaron desde la central obrera.
En la misiva, la CTA-A enfatiza que la pandemia “pone en peligro la vida y la salud de miles y miles de trabajadores y trabajadoras debido a la inestabilidad económica y sanitaria que el virus genera en cada uno de los países afectados, el embargo que recae sobre Venezuela y Cuba dificulta la acción pública para garantizar el derecho a la salud y la vida digna de sus pueblos, principales afectados por esta situación porque imposibilita la obtención de los recursos sanitarios y alimentarios para paliar la crisis”.
Además, la central obrera argentina se sumó los pedidos ya realizados por gran parte del sindicalismo internacional y regional, encolumnado en la Confederación Sindical Internacional (CSI) y la Confederación Sindical de las Américas (CSA), como así también de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), y la Confederación Latinoamericana y del Caribe de Trabajadores Estatales (CLATE).
“En medio de la pandemia por el COVID 19 se hace necesario la liberación de todos los recursos disponibles, públicos y privados, así como de la cooperación internacional para actuar en defensa de la población, especialmente de aquellos países con mayor situación de vulnerabilidad”, exigió la CTA-A.