Por Rubén Fernández / IDEP Salud | En el marco de la pandemia de COVID-19 que conmociona al mundo, IDEP SALUD entrevistó Nicolás Kreplak quien, además de Viceministro de Salud de la provincia de Buenos Aires, es médico clínico, sanitarista, docente y militante por el derecho a la salud y la soberanía sanitaria.
Entre otros conceptos, Kreplak destaca que las medidas oportunas permitieron que hoy “tengamos muy pocos casos” pero advierte: “si nosotros soltamos el aislamiento en 15 días tenemos el pico que nos sobrepasa el sistema de salud. Eso está clarísimo.”
¿Cuáles son las regiones más afectadas de la provincia, cuál es la proyección y cuánto preocupa que la pandemia comience a afectar a muchísima gente en los sectores más populares?
-En el Conurbano bonaerense, especialmente en la zona Norte del Conurbano, está la principal preocupación en cantidad de casos. Y si bien la incidencia que estamos teniendo hasta ahora es buena, tenemos muy controlada la curva, muy achatada la curva por suerte. Pero la verdad es que ya todo alrededor de la Ciudad de Buenos Aires y, por supuesto la Ciudad entera, es una zona donde hay una buena cantidad de casos.
Pero todavía son pocos los sectores populares donde se está empezando a ver. Ahí aparece una preocupación distinta porque el tipo de aislamiento que se puede realizar en los sectores medios, que tienen casas para cada familia y se pueden tomar decisiones de aislamiento que son más efectivas. Y, por ahí, en barrios más populares donde los hogares son multifamiliares, donde hay más hacinamiento, las formas de control son un poco más complejas. Hay que tener mucho cuidado. Y yo creo que la clave del éxito -insisto con lo relativo del término éxito ante una situación de pandemia-, hoy tiene dos partes: una, que es el aislamiento, y la segunda parte -que es más silenciosa y quizás la gente no habla tanto pero es un trabajo enorme-, es el seguimiento epidemiológico que se está haciendo. Imaginémonos que esto es un incendio en un bosque y ante cada foco del incendio, hay que ir a apagarlo, porque cada foco puede ser el inicio de un brote epidémico de magnitud.
Hoy hay muy pocos casos, casi no hay casos comunitarios, casi no hay transmisión de la gente porque se sube a un colectivo y se contagia, o va a comprar algo, toca la pared y se contagia, eso casi no existe. Lo que existe son contagios institucionales: en geriátricos, en hospitales, en algún que otro lugar de trabajo. Esa es la población que mayormente se contagia hoy. Cada uno de estos casos tienen contactos estrechos y el trabajo que se hace -que es muy exhaustivo-, es buscar esos contactos estrechos, entrevistarlos, ver que tan estrechos son, hacer un aislamiento, hacer un seguimiento telefónico o presencial, tenemos telemedicina, todo el seguimiento con todas las plataformas desde lo personal y la visita hasta las medidas por tecnología, para saber si alguno de estos casos representa un caso sospechoso porque aparece algún síntoma, entonces se toma la muestra.
Con este propósito se construyeron muchos laboratorios en la provincia de Buenos Aires para hacer diagnósticos especializados, como el diagnóstico PCR. Ahora tenemos 18 laboratorios y vamos a ir hasta 24. Estamos creciendo, es un programa que venimos haciendo hace 1 mes, compramos reactivos para la provincia, específicos, más allá de lo que la nación construyó, porque nosotros entendíamos que lo que la nación proveía y construyó, era un piso, pero no era suficiente para todo lo que la provincia necesitaba. Así que se hicieron 35 laboratorios en todo el país y nosotros le agregamos 24 más en la provincia de Buenos Aires. Ya hicimos 18 y estamos haciendo los seis que faltan. Y de esa manera poder diagnosticar rápidamente todos los casos que tenemos y poder saber cuáles de los casos que eran sospechosos, son efectivamente confirmados y hacer todos de vuelta el aislamiento en escalas.
Si una persona es sospechosa, todos sus contactos estrechos son puestos en aislamiento, y si alguno presenta síntomas, todos sus contactos estrechos también van a aislamiento. Es una forma de aislar cada foco y tratar de apagar cada incendio. Eso nos viene resultando muy bien porque nosotros vemos que una semana hay un brote en un distrito, se dice: “Uh, explotó en tal lugar”, pero a los 10 días ese brote se apagó y apareció en otro lado. Y para que se apague, hubo un trabajo exhaustivo y muy cuidadoso de todos los equipos epidemiológicos del ministerio, de las regiones sanitarias y los municipios.
¿Existe una preocupación especial por la situación de lxs trabajadorxs de la salud ya que constituyen uno de los porcentajes más altos de los infectados en Argentina?
Sí, sin duda. En la Provincia estamos cerca del 22% de los contagios que son de trabajadores de la salud y hay varias cosas para decir al respecto de eso. La primera es que fracasó la estrategia de áreas de doble circulación, de áreas COVID y áreas no COVID, que es una estrategia que se hizo en muchos países del mundo pero nuestra experiencia es negativa. Ya se había hecho con la pandemia del H1N1, pero en este caso lo puedo decir, es negativa, porque todos los contagios que yo tengo registrados, se hicieron en las áreas no COVID, de un paciente que venía a consultar por otra cosa y finalmente tenía COVID. Pero la enorme mayoría de los casos ni siquiera se produjeron entre pacientes y profesionales, la mayoría son contagios horizontales.
También el multiempleo, otro de los grandes problemas del neoliberalismo, de una persona que trabaja en un lugar y se contagia y va a otros lugares a trabajar. Y, como no está en el área de conoravirus, no se cuida lo suficiente. Y ahí hay muchos contagios entre colegas. Además, todo lo que hubo que hacer para poder tener los elementos de protección personal suficientes para abastecer a los equipos de salud de nuestro país. Es también otro de los aspectos del neoliberalismo de destrucción de la salud y el trabajo, de una no producción de bienes de capital en nuestro país y que todas esas cosas se importan.
No había forma de producir todo esto en nuestro país. Se cerró el comercio internacional, porque no hay más barcos y no hay más aviones, así que no teníamos forma de tener elementos de protección personal. Y lo que tuvimos que hacer fue trazar una ruta aérea entre Buenos Aires y Shangai (Buenos Aires es la capital del mundo más alejada de Shangai) y tuvimos que hacer el viaje más lejano del mundo para comprar allá los elementos de protección personal que están viniendo cada dos o tres días en aviones de Aerolíneas Argentinas, qué son los que ahora tenemos para garantizar la protección de los trabajadores de salud de la provincia.
¿Cree que esta nueva etapa en que se deja de lado la doble circulación en las instituciones va a permitir que los trabajadores de salud empiecen a trabajar con más tranquilidad? Porque todo esto también genera una gran incertidumbre a lxs trabajadorxs de salud y sus familias.
-Sin duda. Hoy tenemos a los trabajadores de salud con una muy baja tasa de trabajo, tenemos menos del 20% de las camas ocupadas en los hospitales, con lo cual todavía estamos todos con la sensación o esperando que suceda, que vengan los pacientes, eso es un tema que genera una ansiedad importante. Los elementos de protección personal costaron y hoy están en cantidad y calidad adecuada. Hay que aprender a trabajarlos y utilizarlos, hay que hacer comités de crisis en todos los hospitales donde participen los trabajadores y adecúen todos los protocolos que se hacen en la provincia para ver cómo van a funcionar en cada lugar.
Y esto que decía, que en cada hospital todos tengan cuidado todo el tiempo. Como aprendimos a hacer todos cuando apareció la epidemia de VIH, que aprendimos a sacar sangre siempre con guantes, a tocar a pacientes que tuvieran secreciones siempre con guantes, por las dudas de que tuvieran positivo. Lo mismo tenemos que hacer ahora con la enfermedad respiratoria, todos los pacientes pueden ser COVID positivo. Así que hay que cuidarse en todas las situaciones y en todos los casos mientras estemos en la situación de pandemia.
¿Cuántas camas de terapia intensiva había en la provincia cuando ustedes asumieron la gestión y cómo lograron modificar ese panorama hasta estos días?
-Cuando nosotros asumimos había un tema particular, sobre lo que tengo hipótesis pero no tengo respuestas reales: ¿Qué fue lo que estaba pensando el gobierno anterior cuando puso en obra a todos los hospitales de la provincia en simultáneo y después las paralizó? Entonces, lo que sucedió fue que nosotros agarramos la Provincia, no sólo con los hospitales que había hecho Cristina sin inaugurar -que de hecho la semana que viene se inaugura el primero y dentro de dos meses van a estar inaugurados los 5 hospitales-, pero además de eso todos los hospitales propios de la provincia estaban en obra en la guardia, en quirófanos o en terapia intensiva, en simultáneo.
Muchas obras en simultáneo que lo que terminaban produciendo es que tenga mucha menos capacidad de respuesta el sistema de salud. Porque eran obras que después se paralizaban, entonces hay hospitales sin quirófanos, hospitales sin terapia, etc. En concreto, cuando arrancamos el coronavirus teníamos en la provincia de Buenos Aires, del sector provincial, 385 camas de terapia intensiva. Si a eso le sumábamos las camas de guardia, de cardio, estábamos en 800 camas. Y hoy estamos en las 1400 camas. Y todavía nos falta terminar de inaugurar varias partes de los hospitales que estamos trabajando.
Esta semana empiezan a agregarse los hospitales modulares, se agregan las UPA, que estos aportan mucha cantidad de camas nuevas, 32 camas de terapia intensiva cada una de ellas, más los hospitales nuevos, la verdad que son unos cuantos.
Queda en evidencia que están en contacto permanente con el Gobernador y que el trabajo es 24 horas al día, ¿no?
-Sí, continuamente. Y además muy difícilmente con agenda, digamos, la agenda es la urgencia. Por eso hay que hacer un trabajo muy serio de organización y planificación para poder trazar. Hay que construir un sistema que no había. Nosotros estamos ante una provincia y un país que habían entregado el Estado y habían entregado la coordinación del sistema de salud, con las fragmentaciones y el financiamiento, todas esas cosas que pasaron con el sistema de salud.
Nos encontramos con un sistema de salud que no tenía sistema: el área de epidemiología era muy pequeña, no tenía ni siquiera un boletín epidemiológico, no había una sala de situación. Es una gran tarea, desde construir eso hasta tener un tablero de comando, como tenemos ahora. Yo tengo online la cantidad de camas que hay en cada uno de los sectores de la provincia, cuantas están ocupadas, cuantas tienen COVID, si son camas generales, intermedias o de terapia. Todo eso hubo que construirlo y, al mismo tiempo, uno tenía que ir construyendo un sistema de salud que no había y montar los servicios que estaban cerrados y los hospitales que estaban cerrados y contratar a la gente.
Todo tuvo que hacerse al mismo tiempo que había una tremenda demanda, que hace que la agenda todo el tiempo sea intervenida por la coyuntura. Hay un brote en un lugar y un juez interviene, tenés que soltar lo que estás haciendo para ocuparte de eso, todo el tiempo es así. Eso demanda mucho equipo y nosotros tenemos un equipo muy grande y muy sólido que trabajamos hace muchos años juntos. Y además hay que tener mucha plasticidad para adaptarse a los cambios.
¿Qué impacto le produjo ver el colapso de los sistemas de salud de los países más desarrollados del mundo y cómo evalúa la reacción de la sociedad Argentina ante esta situación?
-Me impresionó la incapacidad de los grandes sistemas de salud del mundo, especialmente Europa, para contener una problemática de estas características. Me pareció sorprendente porque uno veía y estudiaba mucho esos sistemas pensando que tenían una capacidad de organizar y prevenir.
Por otro lado sabemos que durante décadas el neoliberalismo global impactó en todos. Y si uno tiene un sistema más o menos lógico, con la construcción de derecho, pero el mundo va hacia otro lado, aunque uno nades contra la corriente, el río te lleva. A mí sí me impactó ver la velocidad y la fuerza con la que pasó y la poca capacidad de respuesta que tuvieron los países centrales.
Nosotros tenemos la ventaja de estar en la otra punta del mundo, en el hemisferio opuesto, así que estábamos atravesando el verano y nos dio bastante tiempo para poder analizar. Y tomamos medidas casi al mismo tiempo que en los países donde se estaban sufriendo los peores momentos de la pandemia, sin tener los casos. Entonces nos dio un resultado bueno hasta el momento. Y lo que sí nos sorprendió a todos muy gratamente es la capacidad de la sociedad argentina de absorber un golpe tan duro y de seguir creyendo en nosotros, de apoyarte, de bancar, cuando son muy pocas las personas argentinas que efectivamente tuvieron la enfermedad. Es cierto que nuestro pueblo en muchas oportunidades pone el hombro y banca las consecuencias de lo que pasa. En este caso no es por la decisión de nadie sino por una enfermedad, pero creo yo que todos estamos orgullosos de la seriedad y el respeto con que se tomó. Creo que son tiempos muy serios estos, son tiempos donde incluso todo el mundo está circunspecto, está como observando lo que sucede. No digo solamente con temor sino con seriedad y con responsabilidad.
¿Cómo ve la situación en Latinoamérica y cómo nos puede afectar, ya que hay diferentes reacciones en distintos países ante la pandemia?
-En los últimos años, lamentablemente, los países de Latinoamérica han retrocedido en la construcción de esta Patria Grande y son muy pocos los países que conservan gobiernos populares. Y Argentina por suerte justo acababa de volver a tener un gobierno popular, porque estamos viendo tantos presidentes y gobernantes de países muy importantes de Latinoamérica que están haciendo, negligentemente, caso omiso a los intereses colectivos y están enviando al muere a los sectores más populares, directamente. Y sabemos y entendemos y además estamos seguros, que eso mismo hubiese sucedido acá, porque hemos visto al ex-presidente en estos días reclamando que se deje de tomar medidas estatistas.
Hubiera preocupado mucho que le toque conducir este proceso porque hubiese hecho exactamente lo mismo que están haciendo Bolsonaro, Trump u otros dirigentes de la derecha más conservadora de América. Creo que el resto de los países de América con este tipo de gobierno no quisieron asumir el costo económico y el costo político de tomar medidas necesarias. Ahora en todos los países, aún en los que han decidido no tomar esta decisión o estas medidas, se imponen. Porque la condición se está imponiendo en todos los países y finalmente tienen que terminar cerrando porque la sociedad decide no salir a trabajar, decide quedarse, decide aceptar si un intendente o un gobernador, en contra de lo que diga un presidente, sugiere un aislamiento. La gente lo hace, porque se está cuidando.
Surge el instinto de supervivencia.
-Y hay que hacerlo, si se ve que en la Argentina funciona ¿por qué no va a funcionar en otros países? Entonces están todos proponiendo hacer lo mismo y cuidarse. Y bueno, la verdad, parece racional. Y tal vez lo que quiero decir con esto es que ni siquiera es una decisión que se pueda revertir porque nos cansamos. Esto, aunque nos cansemos, aunque cueste demasiado, aunque tenga mucho costo económico para la sociedad, es lo que se puede hacer, hay que organizarse a partir de esto y hay que hacerlo lo mejor posible.
¿Cree que esta pandemia puede fortalecer la soberanía sanitaria en la Argentina?
-Yo creo que eso depende mucho de lo que hagamos nosotros. Esta pandemia nos puede dejar igual, peor o mejor, en ese sentido. Eso va a depender de lo que construyamos como pueblo, de la construcción política que venga al lado de esto.
Nosotros en la gestión tenemos que intentar que todo lo que construyamos y que sea una inversión del Estado, en este momento en que no hay plata para nada y que se está empobreciendo tan fuertemente nuestro país, cada peso que se pone es un peso que es más costoso, más difícil de conseguir. Así que tenemos que hacer todo el esfuerzo del mundo para que esa plata, que se va a utilizar ahora para trabajar la pandemia, fortalezca el sistema de salud y fortalezca la soberanía sanitaria.
Pero con eso solo no alcanza, porque la soberanía sanitaria no es solamente un tema de salud, es un problema político.
También tenemos que construir como sociedad, tenemos que hablar mucho de esto, tenemos que ponerlo en discusión. No se trata de un problema de infectólogos una pandemia, es un problema de la sociedad, es un problema político, es un problema sociológico, es un problema que tiene múltiples aristas. Una de ellas es la infectológica, pero tiene múltiples aristas y tenemos que construir entre todos el sistema de salud y el país que queremos. Si no aprovechamos que hay una crisis que pone en duda todas las relaciones de poder y de construcción simbólica de lo que es el derecho de la salud de nuestro país, si no aprovechamos esta situación para poner en jaque todas las cosas negativas y que son las causas de los grandes problemas en Argentina y en el mundo, entonces no habremos capitalizado esta oportunidad.
Forma parte de un equipo que ya estuvo trabajando en el Ministerio de Salud de la Nación, en la gestión de Cristina Fernández, y ahora trabajan en el distrito más grande de la Nación. ¿Eso les da una visión más amplia?
-Sí, tener una experiencia de gestión previa nos acelera muchas cosas y ya tenemos algunos mecanismos de funcionamiento y de estructura organizada de antes. Yo creo que también tenemos, sobre todo, mucha militancia y mucha construcción de militancia también desde el llano, que nos hace entender la importancia de construir políticamente para poder llegar a la viabilidad, porque en estos lugares no se construyen las cosas solamente porque uno tenga una autoridad política por un ministerio, sino que necesitas construir consensos y para eso es muy importante tener legitimidad con los compañeros y compañeras en los sindicatos, en los territorios y en los hospitales. Legitimidad porque uno milita y conoce el lugar. Y capacidad de convencer, de persuadir y de escuchar.
Creo que esos son los elementos casi tan importantes como haber tenido la experiencia que tuvimos antes. En un contexto como éste la nación tiene que construir un proyecto sanitario que surja de las provincias. Quizás en otro contexto uno puede empezar a transformar el sistema de una manera distinta y ahí podría haber una idea nacional de sistema de salud. Ahora estamos ante una pandemia en emergencia y la planificación tiene que ser desde la realidad, desde lo que sucede, desde cómo se leen los territorios y la problemática que hay en cada lugar, desde dónde estamos y cómo se viene sintiendo la comunidad y los servicios de salud con la problemática específica del coronavirus, desde ahí se construyen las posibilidades en la provincia. Y yo entiendo que en nación, leyendo lo que sucede en las provincias y, sobre todo, en la Ciudad y en la provincia de Buenos Aires, que es donde se concentra la problemática más grande, me parece que leyendo eso se tienen que construir las estrategias nacionales.
¿Puede ser que esto sea el inicio de una nueva fase respecto de las formas de enfermarse y vinculado también con esta fase del capitalismo o del neoliberalismo financiero?
-Hay una cosa que no entiendo del todo: ¿Por qué razón se dio una respuesta de estas características a nivel global? Me parece que estamos todos ante hipótesis y podemos suponer cosas, es muy complejo entender por qué sucedió, por qué sucede esta respuesta, esta parálisis global ante esta situación. Pero sí creo que el neoliberalismo expuso a toda la sociedad a darse cuenta de las nulas, o casi nulas, herramientas que tenían los estados y sus pueblos para enfrentar una situación inesperada o ante un emergente.
Cuando uno piensa en la teoría de la complejidad sabe que existen unos sucesos que pueden aparecer, que no son previsibles y que cuando suceden cambian todo el sistema social. No teníamos herramientas dentro del sistema neoliberal global para poder enfrentar a este tipo de problemáticas y no es impensable que puedan aparecer enfermedades respiratorias de transmisión, de hecho, casi siempre está por aparecer alguna. Hemos tenido varios episodios que podrían haber sido tan complejos como éste y lo que no había hecho el sistema era dar cuenta de la necesidad de tener herramientas, de tener soberanía y capacidad de respuesta; porque seguía pensando en la salud solamente en términos de lucro, había una hipertrofia de lo que se producía como negocio pero no había una idea de cómo se hace para trabajar el sistema para que se pueda garantizar el derecho a la salud.
Así que yo no sé si esto inaugura una nueva etapa. Lo que yo creo es que nos hizo ver una serie de cosas. Me da bastante temor que cuando todo esto pase y tengamos que reflotar todas las cosas que se hundieron en este periodo -con todas las problemáticas que va a generar económica y socialmente esta pandemia-, no se ponga efectivamente en la agenda política la reconstrucción del sistema de salud más allá de la pandemia, en la lógica de la soberanía y del derecho, y que pase a quedar nuevamente en el último lugar de las prioridades. Porque va a haber tantas cosas para resolver que nos va a comer la agenda.
¿Se está estableciendo algún trabajo interministerial con respecto al tema de los femicidios en las condiciones de aislamiento?
-La verdad que no es un tema que nosotros estemos trabajando principalmente en el Ministerio de Salud, si bien tenemos un área que trabaja en las temáticas de género. El Ministerio de la Mujer está trabajando específicamente en esto. Nosotros vemos que es un problema y estamos intentando articularlo. Pero digo la verdad y, con sinceridad, estamos abocados fuertemente al sistema de salud específicamente, pero también necesitamos empezar a trabajar a partir de ahora la idea del derecho a la salud con una mirada mucho más amplia que solamente la atención de la enfermedad y en esto, sin dudas, la mirada feminista es indispensable.
En esta situación de la pandemia, ¿pudieron articular las acciones de gobierno con las organizaciones sociales?
-En la provincia de Buenos Aires en particular es impensable que podamos tener un trabajo sobre los territorios sin contar con los intendentes y el trabajo territorial que hacen los intendentes y las organizaciones sociales en cada localidad. Es impensable. Y eso va desde las relaciones políticas a los curas, los pastores, sin duda todas las organizaciones sociales y políticas están trabajando, creo yo que en la mayoría de los casos, excepto algunas excepciones, con la suficiente seriedad y responsabilidad para entender que no podemos estar con las pequeñeces y las miserias que cada uno puede tener, perdiendo, en este contexto, en esta situación, la oportunidad de colaborar y de ayudar. Y especialmente en nuestro sector la importancia del trabajo con las organizaciones sindicales. No sólo para coordinar sino también para tomar decisiones, por ejemplo, cómo hacemos para llevar adelante las necesidades sanitarias en todos los hospitales.
¿Qué rol está cumpliendo la producción pública de medicamentos en esta pandemia?
-Nosotros tenemos el laboratorio de producción pública Tomás Perón, que es uno de los ejes estratégicos de nuestra gestión y del gobierno de Axel. Pensábamos, la verdad, estar avanzando en el fortalecimiento de la planta y en el desarrollo de varias líneas de trabajo que queríamos hacer. Esta pandemia nos agarró y esto también lo atravesó. El laboratorio igual se puso en condiciones para poder producir alcohol en gel, que es muy importante. Y también utilizar su capacidad de laboratorio: ahora es uno de los centros de diagnóstico con los que se cuenta en la provincia de Buenos Aires, el Tomás Perón. Y la producción pública de medicamentos es clave, es estratégica y es una herramienta de soberanía.
Aunque hoy el problema principal no pasa por ahí, porque no hay medicamentos significativos o importantes hasta el momento para el tratamiento de COVID. Y la verdad es que el problema lo tenemos con cosas impensadas como los barbijos, que son cosas que nunca fueron un problema muy serio para los servicios de salud y ahora es un problema. Pero bueno es una enfermedad viral aguda y por el momento no tiene ningún tratamiento específico. Lo negativo es que no tiene tratamiento y lo positivo es que no estamos enfrentando a una de las Industrias más complejas en estas situaciones.
¿Cómo vislumbra los próximos pasos en toda esta situación?
-Para mí hay que seguir como estamos, hay que seguir administrando y focalizando. Esto quiere decir que no hay que soltar, no hay que aflojar, no hay que bajar la guardia. Lo que hay que hacer es focalizar mucho más en las situaciones donde hay casos, ir apagando cada brote cuando sucede es muy importante. En los territorios donde haya más casos hay que focalizar más y hacer más esfuerzo. Y con la población de mayor riesgo también hay que hacer un esfuerzo muy grande de focalizar. Seguir así, esperemos que pase el invierno, esperemos que quizás la ciencia y la tecnología nos aporten alguna herramienta que nos ayude a enfrentarlo de la mejor manera. Pero no hay que poner vidas en juego innecesariamente, hay que trabajar para seguir conteniendo la pandemia como estamos haciendo hasta ahora.
¿Evalúan que el riesgo de relajarse es muy alto?
-Hay muy pocos contagiados entonces no hay ningún modelo matemático distinto a esto que estoy por decir ahora: Si nosotros soltamos el aislamiento en 15 días tenemos el pico que nos sobrepasa el sistema de salud. Eso está clarísimo. Y todos los países del mundo que pensaron que tenían que soltar el aislamiento tuvieron pico enseguida.
Así que no hay ninguna razón para no pensar que nos va a pasar lo mismo a nosotros. Pero también hay que focalizar y esforzarnos más porque hay ciertos sectores que van a necesitar poder salir a trabajar para ir buscar el sustento y son sectores que tienen que ser los que menos riesgo tengan y los que no estén en situación de alto contagio. Así que para que eso pueda suceder tenemos que focalizar mucho y ser más fuertes con los grupos más vulnerables en donde más contagios hay.
¿Cómo vive esta situación tan inmensa e intensa, un militante de la salud colectiva que además ejerce el rol de Viceministro de Salud de la provincia más grande del país?
-La vivo de diversas maneras en simultáneo, por un lado con mucho esfuerzo físico y también contento de saber que tenemos un equipo muy grande. Y que uno no llega acá solamente porque es técnico y tiene conocimientos, sino que además tenemos un compromiso, un equipo que acompaña y permite afrontar una cosa así, porque sino el esfuerzo, la responsabilidad tan grande y con tanta atención puesta, sería muy difícil. Pero también entendiendo que es una oportunidad.
Por un lado, es una responsabilidad muy grande -a nadie le gusta el trabajo defensivo-. Cuando nosotros pensamos en el sistema de salud que queríamos construir y cuando hablamos con el gobernador, pensamos mucho más en cómo reorganizar el sistema, cómo plantear la construcción y no en cómo defendernos de una pandemia infecciosa. Pero también en este contexto lo que tratamos de hacer es utilizar todas las estrategias que podamos tener para que todo lo que hagamos en este momento no sólo sirva para resolver la problemática del coronavirus, sino que además sirva para construir el sistema de salud que necesitamos. Entonces el desafío es doble: que lo que estamos haciendo ahora también sume para el futuro.
Publicado originalmente en IDEP Salud ATE Argentina