Redacción Canal Abierto | El 3 de junio de 2015, más de ochenta ciudades de Argentina se unieron en un solo grito: ni una menos. Hasta ese momento, una mujer moría cada 30 horas por violencia de género. Desde ese día hasta hoy, el Observatorio Mumalá registró un total de 1.440 femicidios.
En octubre de 2016, Lucía Pérez, de 16 años fue drogada, abusada y asesinada por tres hombres en Mar del Plata. Dos años y un mes después, el Tribunal Oral en lo Criminal Nº 1 consideró que no se pudo probar que hubo abuso sexual ni que fue un femicidio.
Ambos acusados, fueron condenados por la venta de estupefacientes y no así por el abuso seguido de muerte de Lucía. Alejandro Maciel, el tercer acusado, llegó a juicio sospechado de encubrimiento pero fue sobreseído.
Este fallo provocó el primer paro nacional de mujeres bajo la consigna “Al pacto machista, paro feminista”. A cuatro años, la familia pide la nulidad del juicio y que se respete la figura de femicidio. En diálogo con Canal Abierto, Marta Montero, la madre de Lucía cuenta los pormenores de la causa y cómo sigue la vida sin su hija.
¿Cómo sigue la causa hoy?
-La semana pasada hablé con el fiscal. Le dije que hay que tomar una decisión: o se hace de nuevo el juicio o se condena. Son dos opciones. No hay mucho más. Nosotros como familia ya no tenemos tiempo ni más ganas de seguir padeciendo. Para el 25 de marzo se tendría que haber tomado una resolución, pasó lo del coronavirus y ahí se trabó todo. Pero ya está, ya estamos en junio.
Seguiremos insistiendo de la misma manera. Nosotros necesitamos una resolución. Por una cosa o por otra nosotros tenemos que saber cómo seguimos.
¿Siente que ha cambiado algo en estos años?
-Es durísimo. Tristísimo como de costumbre porque no hemos cambiado nada. Al contrario, la violencia hacia la mujer aumenta en todos los lugares. En los servicios de salud lo vivimos –yo soy enfermera-. Hay mujeres a las que han quemado con cloro por ser enfermeras y, según ellos, iban a contagiar el virus. Otras fueron amedrentadas al entrar en sus edificios.
Es tan triste que las mismas personas que vos tenés que curar o atenderlas en un momento de enfermedad te ataquen. Se han perdido tanto los límites que es inentendible. El ataque a las mujeres es terrible. No quiero imaginar a las que pasan por esto solas, aisladas.
Pero después de la sentencia de Lucía fue un antes y un después para la Justicia. Esta gran lucha que nosotras hemos tenido es lo que hoy hace que no nos callemos más.
¿Qué es lo que falta para que esta lucha gane espacios?
-Falta muchísimo, pero algo se ha hecho. Hoy lo ves en el acompañamiento, en las chicas más jóvenes, la consciencia que toman. En la gente mayor es más difícil porque tienen cosas muy arraigadas. En la juventud es diferente, si tienen que salir a luchar por la causa de un par van y lo hacen, no hay prejuicios.
Algo que veo y no comparto –que me pasó tener que hablar con una compañera sobre eso- es un programa nefasto (Casados con hijos) donde denigran a la mujer de una manera que no se puede creer. Ese modelo de programa meten tres horas en la televisión y no deberían estar. Es vergonzoso. Las mujeres repudiamos esos contenidos, esos estereotipos que humillan, pero hay personas para quienes eso es normal y es fuerte que una persona naturalice esas cosas. Desde esos lugares hay que cambiar. Hay que empezar a repudiar.
Después de estos años sin Lucía, ¿cuál es el mensaje que puede dar a las madres y padres que han perdido a sus hijas así? O a los hijos e hijas que quedaron sin madres por la violencia machista.
-El mensaje que puedo dar es de paz y de amor con esos hijos. No se llenen de odio porque el odio te destruye a vos misma, a tu alma, y vos tenés que seguir en la vida. Tenés que luchar por la que se te fue, por los que te quedan y también por vos. Nosotras somos personas, somos mujeres, tenemos trabajos. Ya otros terminaron con las vidas de nuestras hijas, no podemos permitir que terminen con la nuestra.
Si no se sigue, si no se sana, es muy duro. El asesinato de una hija es un antes y un después y no volvés más a vos, a tu lugar. La vida te cambia radicalmente. No sos la misma persona nunca más, solo te dedicas a sobrevivir, y esa supervivencia es mejor tenerla en paz y con amor hacia los tuyos y hacia vos misma.
Fotos: Sil Juárez