Redacción Canal Abierto | “La Mocha” es una escuela secundaria que desde el 2011 promueve la inclusión de personas trans-travestis en la educación formal e intenta subsanar la discriminación estructural que enfrenta esta población.
“El Bachillerato Travesti Trans Mocha Celis este año, antes de que se declare la pandemia, se encontraba en una situación complicada porque no sabíamos si íbamos a poder comenzar las clases. El gobierno de la Ciudad no paga el financiamiento del espacio y la Mocha no cuenta con una sede propia”, narra Manu Mireles, docente y secretaria académica de la Mocha.
El bachillerato funciona con el aporte de los docentes y con el dinero que se recauda a través de fiestas y donaciones. En marzo de este año anunciaron que peligraba la continuidad de la experiencia por la falta de recursos suficientes para afrontar los gastos del edificio donde funciona.
La pandemia promovió una solución momentánea: las clases virtuales. “El año pasado teníamos alrededor de 110 estudiantes y éste son más de doscientas personas; nunca tuvimos una matrícula con tantas personas travestis y trans, históricamente teníamos un 40% y hoy estamos sobre el 60%”, señala Manu, destacando la satisfacción del equipo docente con esta situación.
Pero la Mocha es más que una escuela. “Es una oportunidad para darnos afecto, los estudiantes le dicen la escuela de cariño. No sólo trabajamos con la educación popular, es un refugio, un espacio de contención. Les estudiantes que van a la Mocha no solo estudian, también tienen distintas actividades, apoyo médico, psicológico, trabajadores sociales, asistencia jurídica. Hay un equipo integral de bienestar estudiantil que acompaña a los estudiantes”, describe Mireles.
“Les da la oportunidad de conectarse con otras personas, con otras disidencias y habitar un espacio educativo como el que soñamos la mayoría de los que estamos ahí que quisiéramos haber tenido, un espacio en el que es posible y legítimo ser quienes somos, donde nuestra identidad es valedera, donde nuestro nombre cuenta y donde la gente nos trata con afecto siendo las personas que somos”, agrega.
El teje solidario
El colectivo travesti-trans, pese a los avances que se han dado en los últimos años –con la ley de identidad de Género, el matrimonio igualitario, el cupo laboral en algunos distritos del país y en la provincia de Buenos Aires–, sufre sensiblemente la situación de la pandemia y el impacto de las medidas de prevención del Covid-19.
La cuarentena obligatoria deja a una gran cantidad de esta población en una situación de inminente riesgo y si bien la asistencia por parte del Estado nacional existe, no está llegando a este sector.
“La mayoría de nuestres estudiantes travestis y trans ejerce la prostitución o el trabajo sexual, es decir que se quedaron sin la posibilidad de tener ingresos y pagar las cosas de la vida cotidiana”, señala Mireles.
A su vez, la mayoría del colectivo vive en hoteles familiares en condiciones de habitabilidad precarias, que no cuentan con los servicios apropiados para mantener las condiciones de higiene y sanidad.
“Relevamos esta necesidad y rápidamente hicimos una convocatoria por redes sociales y vecinos y vecinas de toda la ciudad comenzaron a sumarse, así que organizamos la necesidad de recibir cuidado y de darlo. Hay personas que donan dinero, comida o abrigo”. Así nació lo que bautizaron el Teje Solidario que Manu define como una red de afecto, no una red asistencial. “Muchas personas tienen ideas estereotipadas del colectivo travesti-trans, sólo lo que reciben por los medios, no tienen un vínculo cercano, afectivo. A partir de esta experiencia, muchas personas se vinculan afectivamente con personas trans y no binarias. Esto es muy importante porque no hay políticas públicas integrales que permitan contener y valorar a las disidencia sexuales”.
Reconocimientos
“Es increíble que el Ministerio de Educación del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires todavía desconozca a la Mocha y no otorgue el financiamiento integral y la sede propia del espacio. Es la primera escuela en el mundo con perspectiva inclusiva para personas travestis y trans. Es una de las pocas iniciativas que contienen a este colectivo particularmente”, señala Mireles.
La legisladora Ofelia Fernández del Frente de Todos presentó en estos días un proyecto para declarar al Teje Solidario de interés para el resguardo de los derechos humanos reconociendo la experiencia. También los ministerios de Desarrollo Social y Mujeres y Género destacaron el emprendimiento.
A nivel internacional, la UNESCO reconoció a la “Mocha” como un proyecto insignia en la garantía de derechos humanos para colectivos disidentes y cuentan con apoyo de la Cruz Roja y las Naciones Unidas, pero a la ministra Soledad Acuña y al jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta parece no importarles la continuidad de esta experiencia.
Así, el nombre de la Mocha, una trava tucumana que no sabía leer ni escribir, que compartió con Lohana Berkins las luces y sombras de las calles de Flores y, como tantas otras travas, murió violentamente de tres balazos presuntamente policiales, es bandera de derechos para este colectivo y para nuestra democracia. “Estos proyectos favorecen que la democracia sea más inclusiva, que sea más diversa, que la democracia valore a todas las personas que hacen parte de la ciudadanía”, concluye Manu Mireles.
Entrevista: Leo Vázquez / Nahuel Croza