Redacción Canal Abierto | El economista estadounidense Warren Mosler elaboró en 1993 el documento Soft currency Economics (Economía de la moneda blanda) luego de trabajar por más de veinte años en operaciones financieras en los mercados de bonos y de divisas de todo el mundo. El documento es considerado el punto de partida de la Teoría Monetaria Moderna, la cual motivó la realización de la charla “Recuperemos la verdadera soberanía monetaria: Cómo aplicar la TMM en Argentina”.
La misma fue auspiciada por el Grupo Bolivar e impulsada por Cesar Crocitta, de la Corriente de Pensamiento Político Pyme; Bruno Capra, del Instituto de Energía Scalabrini Ortiz y integrante de la Central de Entidades Empresarias Nacionales (CEEN); y la Universidad de Moreno. También apoyaron la iniciativa la CTA Autónoma; Industriales Pymes Argentinos (IPA); Transformar Argentina; Consejo Productivo Nacional; y La Marchita, resistencia creativa.
Durante la presentación, Bruno Capra explicó: “Hoy, los argentinos necesitamos tener aproximadamente 20 millones de trabajos dignos para argentinos con dignidad, viviendo en casas dignas. Este conjunto de resultados precisa de modificaciones estructurales que la política nacional y popular debe poder obtener. Ese es el cambio que deseamos los militantes de lo nacional y popular y agradecemos todo esfuerzo que podamos integrar que ayude a llegar a eso”.
Después de meses de analizar la economía argentina, Warren Mosler elaboró doce propuestas para aplicar la Teoría Monetaria Moderna en el país y alcanzar un crecimiento económico estable. Entre ellas se destacan:
- Política de tasa de interés 0
- Política de cambio flotante permanente
- Limitar los bonos del tesoro a bonos de tres meses (en pesos) no indexados
- Ofrecer un empleo de transición financiado por el Estado para cualquiera que quiera y pueda trabajar
- Ajustar el balance fiscal para minimizar el número de trabajadores en transición
- Prohibir prestar en dólares a los bancos con depósitos asegurados por el gobierno
- Prohibir que el gobierno y las empresas públicas pidan prestados dólares
- Refinanciar la deuda en pesos indexada
- Vender los activos del Gobierno en el exterior
- Cesar los pagos de la deuda en dólares
- Establecer políticas de estabilidad de precios y oferta de alimentos
- Política de coordinación de exportaciones e importaciones proactiva para optimizar los términos de intercambio reales
En lo que refiere a la primera propuesta, Tasa de política monetaria del 0%, el economista explicó que es el Banco Central quien determina el tipo de referencia del 0%, que ahora está en torno al 30%. El tipo de interés interbancario es el costo de referencia para la banca. El tipo de interés se puede entender mejor como una política de transferencias a favor de personas que ya tienen dinero. Es el interés que paga el sector público sobre el saldo vivo de la deuda que tiene el sector privado.
“Algo que he estado diciendo por treinta años y que es muy claro ahora es que la tasa de política monetaria del 0% no causa inflación, no provoca que la divisa se deprecie, tampoco causa una burbuja de precios de activos, y en el caso de Japón, después de treinta años con tipos de interés 0 han mantenido una divisa fuerte, no tienen inflación y una economía que crece a tasa moderada. Y si miramos sus precios de bonos de deuda pública, acciones y activos son bastante aburridos porque han permanecido bastante constantes. Lo mismo aplica para Europa en los últimos diez años. Incluso ha sido en gran parte cierto para los Estados Unidos. Hubo subida de precios en el mercado bursátil pero argumentaría que no es por causa de estos tipos de interés”, agregó Mosler.
Sobre el segundo punto, política de cambio flotante permanente, puede haber causas que justifiquen la intervención ocasional del Banco Central. “No se me ocurre ninguna situación en la eso podría ser cierto, pero la política prioritaria debería ser mantener un tipo de cambio flotante. Cuando el gobierno central realiza gasto público deficitario en pesos limitaría la venta de letras del tesoro a títulos de vencimiento a tres meses únicamente. Eso forma parte de la tercera propuesta: Limitar los bonos del tesoro a bonos de tres meses (en pesos) no indexados”, aclaró Mosler.
De esta manera, las letras del tesoro cotizarán permanentemente a un rendimiento cero. Esa sería la tasa de la política monetaria, con un margen de +/- 0,10% sin más fluctuación. Eso se carga toda la industria dedicada a hacer especulación con títulos de deuda pública, lo cual representa una carga sobre la economía real. “Todos esos miles de millones que ganan los operadores bursátiles o mejor dicho operadores de deuda pública, en los bancos y fondos de inversión desaparecen directamente” agregó.
Otra propuesta es ofrecer un empleo de transición financiado por el Estado para cualquiera que quiera y pueda trabajar. En este plan –de carácter permanente- hay un par de finalidades. Uno es ofrecer una mejor protección contra la inflación, frente a la alternativa de consentir que la gente permanezca en situación de desempleo.
Según explicó el economista, una de las causas de inflación puede ser que el costo de los salarios crezca muy rápidamente incluso cuando la tasa de desempleo sea muy alta. “Eso se debe a que al sector privado no le gusta contratar a personas que están desempleadas. Se han realizado muchos estudios sobre esta cuestión, pero cuando la gente está empleada en este plan de empleo de transición financiado por el Estado se convierten en empleados atractivos para el sector privado”, dijo.
Y agregó: “Seguramente recordarán el Plan Jefes de hace unos años, donde se ofrecía un puesto de trabajo a cualquier jefe de hogar o cabeza de familia. En los dos años posteriores a su implementación, cerca de dos millones de personas entraron en el programa, personas que nunca habían trabajado en el sector privado o que no tenían expectativas de encontrarlo. Aproximadamente un millón de estas personas fueron contratadas por el sector privado en los años siguientes y fue un aporte muy importante a la prosperidad de Argentina en esos años”.
Por otra parte, Mosler señaló que es necesario ajustar el balance fiscal para minimizar el número de trabajadores en transición. Si el Gobierno no los contrata porque no necesita de esos empleados, debe sostener una demanda suficiente para que el sector privado los contrate.
Las propuestas de prohibir prestar en dólares a los bancos con depósitos asegurados por el gobierno; prohibir prestar en dólares a los bancos con depósitos asegurados por el gobierno; refinanciar la deuda en pesos indexada, convirtiéndola a deuda de títulos a tres meses; y vender los activos del Gobierno en el exterior, recaen en que ninguna de esas acciones sirve a una finalidad pública –que es la finalidad de los bancos- y exponen al Gobierno argentino a una vulnerabilidad innecesaria.
Como una de las propuestas más radicales se destaca cesar los pagos de la deuda en dólares. En este sentido, Mosler explicó: “Habría que hacer algunas negociaciones previas pero esa sería la finalidad. La deuda es sin garantías, sin avales y por lo tanto no habría posibilidades de cobrarla con activos extranjeros de Argentina. El único propósito público para tomar deuda en dólares en servicio de la deuda existente es endeudarse de nuevo en dólares. Pero si se adoptan las medidas anteriores no hay necesidad de volver a endeudarse en dólares”.
Otro punto presentado es establecer políticas de estabilidad de precios y oferta de alimentos. Sobre ello, el autor de Soft currency Economics dijo: “Tradicionalmente, esto implica políticas de almacenamiento de stock de reservas. Al estabilizar los precios de los alimentos domésticos se elimina la mayor parte del riesgo de la inflación que experimentan las personas con salarios más bajos. El incremento de los precios es una fuente de inestabilidad para países como Argentina. Por lo tanto, estabilizarlos sirve a una finalidad pública”.
Sobre la política de coordinación de exportaciones e importaciones proactiva para optimizar los términos de intercambio reales, Mosler indicó que es necesario pensaren cuál es la riqueza real argentina. Si lo pensamos como una pila de cosas: todo lo que la incrementa es la riqueza real. Todo aquello que se importa aumenta la riqueza del país, y todo lo que se exporta la disminuye. Las exportaciones son críticas porque es lo que tenemos que entregar para conseguir las importaciones, por eso cuando se exporta hay que asegurarse de conseguir lo máximo a cambio de las importaciones. Eso es lo que se llama la relación real de intercambio.
“Se enfatiza que las exportaciones son un beneficio para la economía, pero pensemos en el caso extremo. Si exportamos absolutamente todo y nos quedamos sin nada, todos se mueren. El otro extremo es no exportar nada e importar todo: tienes todo y no necesitas trabajar. Esto simplemente se trata de ilustrar que las exportaciones son el costo real y las importaciones son el beneficio real”, finalizó el economista.