Por Leo Vázquez | Después de un cuatrimestre clausurado por la cuarentena, los y las estudiantes del Centro Universitario de la Universidad Nacional de San Martín en el Penal Nº 48 –CUSAM-, ubicado en la localidad de José León Suárez en el partido de San Martín, reiniciaron el año educativo. Allí se puede cursar las licenciaturas en Sociología y Trabajo Social, y una diplomatura en Arte y Gestión Cultural. La novedad es que la materia Territorio Educativo -que desde 2018 acerca la universidad a las organizaciones sociales, las empresas recuperadas y los espacios comunitarios de la región-, reúne este año en una misma cursada a alumnos y alumnas de la cárcel con los de los otros edificios de la casa de altos estudios sanmartinense.
Se trata de la primera experiencia de unidad entre los estudiantes de los distintos contextos que se da en el país, en un centro universitario que ya tenía otra particularidad distintiva: en el CUSAM estudian juntos los presos y las presas, trabajadores del penal y agentes del Servicio Penitenciario Bonaerense.
La materia que permite la novedosa comunión es parte de la diplomatura en Arte que tiene una duración de un año, y es optativa para las carreras de grado, adentro y afuera, lo que hace que habitualmente la matrícula sea reducida. En eso también el 2020 fue distinto ya que registró 65 anotados repartidos de manera pareja entre los de la cárcel -donde el año pasado hubo 8 inscriptos- y los de los otros recintos. Territorio Educativo se dictaba durante el primer cuatrimestre en el CUSAM y en la segunda parte del año en el resto del campus. La cuarentena y un grupo de docentes inquietos hicieron lo suyo y posibilitaron la nueva modalidad que, se proponen, sea el inicio de un camino de encuentros que no sepa retroceder.
Desde hace tres años la materia incluía visitas de los estudiantes a las cooperativas, comedores, medios comunitarios y agrupaciones barriales de la zona, y de los referentes sociales al centro universitario carcelario. Por ahora, esos acercamientos se darán de manera virtual mediante entrevistas que además serán trasmitidas por FM Mosquito, la radio del CUSAM, y FM Reconquista, una emisora que ya supera los 30 años de vida en el barrio suarense de Villa Hidalgo.
Gisela Bustos es referente del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas, integra la Cooperativa 19 de Diciembre que en 2002 recuperó una ex autopartista en Villa Ballester y desde este año trabaja en la Dirección Nacional de Empresas Recuperadas del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Además, es impulsora y docente de Territorio Educativo. “Nuestra materia tiene mucho de Paulo Freire, Orlando Fals Borda, Pierre Bourdieu, una mirada crítica y esto del dialogo entre universidad y territorio, como encuentro de saberes diversos, por eso planteamos con cursada en el aula y en las organizaciones. En el campus lo podemos hacer y en el CUSAM lo reformulamos para que el territorio fuera el penal, y fuimos con empresas recuperadas, con cooperativas de residuos y con los estudiantes del campus, y ahí nos pasó algo muy emocionante que fue que vimos que sobrábamos los profes, porque se entablaba un diálogo de estudiante a estudiante, sin importar de donde fueran”, cuenta a Canal Abierto.
Ahora, la cursada conjunta empuja nuevos interrogantes que se presentan como cimientos de un futuro no tan lejano: “Si los estudiantes de CUSAM son estudiantes de carrera, ¿por qué cursarían separado que los del campus, si cursan las mismas materias y programas?”, advierte la docente.
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La facultad en cana
El año pasado, los que finalizaron Arte y Gestión Cultural en el CUSAM recibieron el diploma de manos del actual ministro de Cultura de la Nación, Tristán Bauer, y celebraron con un recital de León Gieco en el pato del penal.
Entre los recibidos estaba Abel, que además estudia la carrera de Sociología. “Nosotros capitalizamos eso en dos planos, en cuanto a nuestra condena, nos sirve para pedir el Estímulo Educativo que se traduce en menos tiempo preso. Y después para cada uno tiene mucha importancia, yo afuera he laburado en municipios, hice algunas cuestiones culturales, por lo que una diplomatura sirve para sumar herramientas de gestión”, cuenta para esta nota. Además, destaca que antes “no había visto mucho cine, no conocía algunos pintores, maestros del arte, cuestiones musicales”.
Pero el valor de su testimonio excede las fronteras de su propia pena: “Yo soy un militante de la cuestión post penitenciaria, por la ampliación de derechos de las personas que están en cana, me parece que en la cárcel no tiene que haber políticas penitenciarias sino políticas sociales, me veo luchando por esas cosas, tratando de aportar la experiencia que tengo en esta mierda para poder transformar algo”.
“Me siento obligado a hacer eso porque siempre me sentí muy culpable de un montón de cosas y cuando empecé estudiar y a mirar las cosas desde otra perspectiva empiezo a darme cuenta de que tengo un poco de culpa, pero no de todo: hay un gran porcentaje de responsabilidad del sistema. Si hay algo que me enseña la carrera es a poner esas cosas, que están tan naturalizadas, en discusión”, dice Abel.
Sobre el crudo contexto en el cual se desarrollan estas vivencias, detalla: “Tenemos cuatro organismos de prevención contra la tortura, tenemos una Comisión Provincial por la Memoria que escribe libros con informes sobre la situación carcelaria hace 15 años, donde da cuenta de todas las denuncias de tortura, de los mecanismos, pero cuando nos ponemos a ver cuántas condenas hay por tortura no vemos ninguna. Entonces, si no hacemos algo vamos a seguir escribiendo libros y creando instituciones pero la situación no va a cambiar nunca. Hay cosas que están tan naturalizadas dentro de la cárcel que la gente se cree que tienen que ser así, y eso es lo que después hace que una persona salga de acá mas rota de lo que entra, más desquiciada y más resentida”.
“Hay una mirada de la cárcel desde lo académico que me parece muy interesante, el empezar a mirar la cárcel de otra manera y meter esas herramientas que realmente son las que sirven para la transformación del sujeto” agrega el futuro sociólogo. .
“El CUSAM es un espacio de resistencia y transformación. A mí la educación me transformó y me sigue transformando, sigo aprendiendo todos los días. En lo colectivo estamos desarrollando un proyecto cultural, que era la consigna del laburo final de la diplomatura, es un mural que vamos a pintar en una pared bastante grande lindera al espacio que tenemos en la Unidad”, cuenta. El mural, además, va a participar de un concurso que existe dentro del Servicio Penitenciario que entrega premios en dinero.
En el marco de la cuarentena ala que obligó la pandemia, todavía resuenan los graznidos de la campaña mediática que intentó -con buenos resultados-, instalar la idea una supuesta suelta masiva de violadores, asesinos y presos peligrosos con la excusa del coronavirus. Dice Abel: “Fue una mierda, otra mentira. Nosotros hicimos una investigación que tenía que ver con el área de salud, porque si hay una cosa que falla en este sistema es la salud, se produce enfermedad adentro de la cárcel, si vos venís tuerto te vas a ir ciego, si venís con un problema pulmonar te vas a ir con tuberculosis; y en el relevamiento que hicimos vimos que el 50% está en condiciones temporales de irse, entonces vemos un discurso que dice que liberan presos pero cada vez la cárcel está más llena. Es un discurso que sirve para hacer política, para vender la cuestión de la seguridad como herramienta de manipulación”.
“Acá tenes pibes que están por delitos menores, la mayoría de las penas en esta unidad son menores de 5 años, no digo que no haya otras realidades que son una mierda, nadie está de acuerdo con que la gente salga a matar por un celular, yo no justifico para nada eso, pero tampoco que una doña que esta por vender un par de bagullos de porro en un barrio para mantener cuatro hijos la pongan en el mismo status que un secuestrador que mata y tortura y no le den un beneficio”, amplía.
Por último, el estudiante destaca: “La cárcel no te recupera, vos te vas a recuperare en tanto pongas la voluntad para hacerlo y exista un CUSAM, porque yo no soy la misma persona que entró acá. Yo te digo la verdad, vos entras acá creyéndote vivo porque choreaste y cuando empezas a estudiar empezas a ver un montón de cosas y decís ´que gil que soy ´”.
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Derribando muros en la tierra de los basurales
La cuestión universitaria se enmarca en un rasgo bien definido de la identidad territorial en ese rincón bonaerense: la relación entre la cárcel y las organizaciones del Área Reconquista, un cordón de barrios, villas y asentamientos que bordea el Río Reconquista, al norte de Suárez, del que proviene y al que regresa gran parte de la población carcelaria, antes y después de la reclusión.
La cooperativa de reciclado de residuos Bella Flor, la Biblioteca Popular la Carcova, algunas empresas recuperadas, bachilleratos populares y agrupaciones culturales, entre otras, surgieron o se nutrieron de personas que pasaron por la cárcel local.
Lalo Paret es ciruja de formación y actual responsable del área de Articulación Territorial de la UNSAM, la cual parió la materia Territorio Educativo. «La apuesta es a reinterpelar las matrices de formación”, dispara.
“Nosotros entendemos que es indispensable reconsiderar todas las modalidades de aprendizaje, sobre todo después de esta historia que va a cambiar todo, y ahí la universidad tiene mucho para decir”, alerta Paret, uno de los más reconocidos referentes sociales de José León Suárez.
“Hay formaciones que van a estar obsoletas dentro de 15 años o menos. Soñamos con un ingeniero que sepa hacer un puente y que entienda el contexto social en el que lo construye, con nociones no tan estancas. Nos pasa con los abogados de las fábricas recuperadas, que entienden proceso legal del colectivo de trabajadores pero no alcanzan a dimensionar el proceso de transformación de los tipos, por eso hay que repensar muchas cosas y eso atenta contra el statu quo, pero la universidad de San Martín se animó y es un tiempo donde se pueden reconsiderar algunas cuestiones”, aventura.
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Por Leo Vázquez (@LeoVaz2020)