Redacción Canal Abierto | Desde aquel 2005, cuando se conformó la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, a este 2020 de pandemia y tratamiento en el Congreso pasaron quince años.
“Cuando se hizo el Encuentro Nacional de Mujeres en Rosario, en 2003, en una gran asamblea se largó la idea de conformarla, pero nos llevó un año y medio poder hacerlo”, recuerda Nina Brugo, confundadora de la Campaña, abogada, y una de las militantes históricas del movimiento feminista argentino.
Ahora, en vísperas de un debate parlamentario que vaticina una puja reñida pero agita las esperanzas de que haya Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo antes de Navidad, Nina recorre el camino de transformación personal que la llevó a defender este derecho, y el social que permitió llegar hasta aquí.
¿Cuándo empiezan a pensar en el aborto legal, seguro y gratuito como una necesidad de salud pública?
—Si bien el tema del aborto desde el comienzo del siglo XX ya estuvo en aquellas feministas, pocas, que estuvieron organizadas, la primera comisión que se formó por el derecho al aborto fue en el año 88, y quien fue cofundadora y la impulsó fue Dora Coledesky que había estado exiliada en Francia.
Ella trajo la idea porque llegó a Francia cuando la ley recién había sido aprobada allá y estuvo muy en contacto con las feministas francesas. Eran pocas al principio las mujeres que empezaron a salir con algunas publicaciones y pusieron la famosa mesita de la confitería El Molino (frente al Congreso Nacional) para juntar firmas por el derecho al aborto. Algunas juntaban pero había mucha gente que las maltrataba. También recorrían los Encuentros Nacionales de Mujeres que ya había comenzado en el 86, iban a toda actividad y jornada que se hiciera sobre derechos de las mujeres y de movimientos feministas.
¿Y vos? Siempre apoyaste este derecho?
—En 1990, se hizo en San Bernardo un Encuentro Feminista de América Latina y el Caribe, recuerdo que yo estaba en la fila para comer, porque comíamos en comedores sindicales, cuando Dora se me acercó y me pidió la firma por el derecho al aborto. Yo tenía una postura tomada. No es que estaba en contra, pero para mí todavía era un tema tabú, no lo veía como derecho ni como lucha. Y cuando me pidió una firma yo me asusté y le dije: «¿Cómo un derecho? No, no te firmo nada».
En ese encuentro las brasileñas pidieron que se conmemorara la lucha por el derecho al aborto un día a al año, y que fuera el 28 de septiembre, porque ellas celebraban la libertad de vientres, por la que cada esclava que tuviera un hijo desde entonces nacía libre. Y las fundamentaciones que yo escuché me bastaron para empezar a ver que realmente ésta era una lucha por un derecho, la busqué a Dora y firmé. Y a partir de entonces hice una gran amistad con ella, que era abogada laboralista como yo, y comencé a incorporarme a esa lucha.
Ese encuentro cambió tu opinión sobre el aborto…
—Y sobre el feminismo. Yo ya venía bastante comprometida, pero no lo suficiente. Nadie es suficientemente feminista, una se va haciendo permanentemente y a medida que va estando y profundizando. A medida que nos vamos sacando lo arraigado que tenemos el patriarcado.
Qué cambió en la sociedad desde ese 2005 hasta hoy?
—Primero, cambiaron los Encuentros Nacionales de Mujeres que cada año son más masivos. Cambiaron las mujeres, que comenzaron a decir “basta” y a tomar conciencia de sus derechos, y por eso -es una paradoja pero es así- se incrementaron también los feminicidios: cuando las mujeres dicen «basta», los violentos no lo soportan. Cambió el Ni Una Menos que sale a la calle. Cambió también que este debate nosotras lo hemos llevado a todos los ámbitos de estudio, secundarios, universitarios, se lo ha visualizado, y eso conformó grandes movilizaciones. Que hemos estado en la calle permanentemente y llegamos en 2018 a lo que se llamó La Marea Verde, que no es solamente en Argentina sino en América Latina toda, y que no tiene que ver solamente con el derecho al aborto. Vamos conquistando leyes que hacen a la paridad, desde el punto de vista político, a la obligación de que haya formación con perspectiva de género, como la Ley Micaela.
A la luz de la historia, ¿te parece un acierto de la Campaña animarse a debatir en espacios hostiles?
—En los Encuentros, que se realizan en distintas ciudades, nosotras recorremos la ciudad, y el aborto clandestino que es moneda corriente en nuestro país hizo que salieran mujeres muy humildes a aplaudirnos. Me he visto conmocionada porque en las barriadas más populares, en los sectores más vulnerables, salieran a vernos y aplaudirnos.
Hay cierta idea de que el aborto clandestino es sólo un problema entre mujeres humildes, que no afecta a los sectores medios. ¿Es así?
—No. Lo que pasa es que los sectores medios no llegan a abortos tan inseguros, los realizan con médicos. Está lleno de médicos que hablan en contra del aborto porque se les acaba un negocio.
La noche en que se trató el aborto en Diputados, yo me quedé a dormir en el Hotel Bauen, en Congreso. Esa madrugada me desperté como a las 4 de la mañana y salí, porque la calle estaba llena de gente. Y encontré con chicas de los últimos años del Liceo Francés, que es donde van las hijas de los diplomáticos, de la élite, que estaban durmiendo en la calle, esperando la votación.
¿Le tenés fe al proyecto del Poder Ejecutivo? ¿Qué te pareció?
—Lo hemos leído y profundizado y hay algunos artículos que yo los hubiera puesto un poco diferentes, y ya veremos cómo queda reglamentado o si seguiremos luchando por esas modificaciones. Pero en líneas generales, el 70% o un poco más, es copia del proyecto de la Campaña.
¿Hay alguna diferencia muy importante?
—Hay cosas que no están suficientemente claras. Uno de los temas es la objeción de conciencia. Nosotras, desde la Campaña, pondríamos más restricciones a que se ejerza. No creo que sea un derecho. El derecho a la libertad de conciencia se ejerce cuando tiene que ver conmigo, no sobre el cuerpo de otras personas. No es un derecho, es una intromisión en la libertad del otro. En países como los escandinavos se ha prohibido porque de eso se agarran los antiderechos y los fundamentalistas.
¿Creés que esta vez sale?
—Las condiciones están. No hemos encontrado en ningún otro país del mundo que el Poder Ejecutivo haya enviado un proyecto propio que haya venido de la sociedad civil.
¿Qué país vamos a tener cuando tengamos ley?
—Dora dijo una cosa que yo fui profundizando. El último mail que nos envió, la noche antes de fallecer, decía: «Ojo compañeras: el aborto no es solamente la interrupción del embarazo, hace a nuestra libertad, a nuestra autonomía». Y yo le agrego que también hace a nuestra sexualidad. Estamos luchando por nuestra dignidad, para hacer un mundo mejor y más igualitario.