Por Carlos Saglul | Un decreto del gobierno (Decreto 949/2020) abrió la nueva licitación de la Hidrovía. Nada se dice allí del control del Estado a través de una empresa cuya creación anunció el presidente Alberto Fernández. El sector es estratégico. Por allí pasa el 80 por ciento de las exportaciones argentinas, especialmente las ligadas al agro.
En silencio, para no levantar la perdiz, algunos grupos empresarios suspiran con alivio. Vivimos en un país donde el Estado no sabe con certeza qué exporta ni cuánto salvo a través de declaraciones juradas de los empresarios y la casi totalidad de los puertos fluviales están en manos privadas. Van y vienen los barcos con sus banderitas del Paraguay de donde, declaran, viene parte de su carga, la que no paga retenciones. El comercio exterior guaraní crece y crece. Ya casi ni se ven banderas argentinas por los ríos del país.
El diputado provincial santafesino Carlos del Frade advirtió sobre la inquietud que implica este decreto. Recordó que “el sistema que conforman los ríos Paraná, Paraguay, Uruguay y de la Plata es parte de los desvelos del viejo sueño artiguista de la construcción de una nación para todos y no, una colonia indefensa ante la rapiña de la oligarquía, siempre cómplice del interés del capital extranjero”.
Salió finalmente el decreto para el llamado a adjudicación de la Hidrovía pero nada dice de una empresa estatal. ¿Sorprende?
-Que haya salido el decreto para la adjudicación de la Hidrovía sin mencionar la presencia de una empresa del Estado da una mala sensación. Estas cuestiones son centrales para los que pensamos que –aún dentro del capitalismo– debe existir alguna regulación de los intereses de los grupos económicos dominantes en beneficio de las mayorías populares.
No se puede pensar en un Estado que no tiene control sobre los puertos, el comercio, exterior, la banca.
¿A qué se debe la falta de reacción por este decreto en el que muchos ven un retroceso?
–La falta de reacción está ligada a que la información casi no ha circulado. Con esto va a suceder lo mismo que con Vicentin. A medida que la información se conozca la gente tomará conciencia de la importancia de este tema.
La pandemia que nos afectó este año terrible hace que muchas cosas importantes para el destino del país queden en un segundo plano, y la prioridad termine fijada en atender las cuestiones del “día a día”.
Por eso es central que esta información llegue a los sectores populares. Eso irá formando conciencia. No van a tardar en levantarse las voces críticas ante estos cambios contra las regulaciones del Estado que por supuesto afectan los intereses de aquellos que concentran cada vez más las riquezas y que son sectores claramente extranjerizantes.
¿Cómo se mide este tema respecto de la reconstrucción del Estado?
-El control de la Hidrovía tiene que ver con la importancia del Estado como custodio de los bienes y las riquezas que son del pueblo Argentino. Es central para la economía y la soberanía nacional el control de lo que entra y sale por nuestros puertos.
El control del transporte fluvial debe estar al servicio de un proyecto de país que no es el de las minorías. Ese sistema que conforman los ríos Paraná, Paraguay, Uruguay y de la Plata es parte de los desvelos del viejo sueño artiguista de la construcción de una nación para todos y no, una colonia indefensa ante la rapiña de la oligarquía siempre cómplice del capital extranjero.
Desde 1976 para acá, pareciera que el verdadero Poder jamás se somete a elecciones y cada vez más, asume roles que son del Estado, como por ejemplo el control de los puertos…
-El Estado macrista fue cómplice del saqueo de las riqueza nacionales al servicio de esos sectores minoritarios de los que venimos hablando y que siempre aparecen asociados al capital multinacional. Una de sus características, como en el caso Vicentin, es que no solo saquean los bienes públicos que terminan fugando a paraísos fiscales sino que al mismo tiempo generan mayor endeudamiento externo. Se enriquecen y sirven para que el FMI condicione la economía.
Desde la dictadura militar se repiten las mismas políticas. Ahora la imponen con los votos en lugar de las botas pero el resultado es el mismo, un país cada vez más empobrecido donde unos pocos se llevan todo. Cambian los gobiernos pero el poder económico concentrado es cada vez más fuerte, logra doblegarlos cuando no siguen las reglas del neoliberalismo.
Más que nunca es necesario revisar la necesidad de construir un Estado al servicio de los intereses de las mayorías nacionales. Para hacerlo no hay otra alternativa que enfrentarse con esas minorías cuyo poderío no se somete a elecciones y cuando no maneja el Estado, utilizan el chantaje para volcar las políticas públicas a su favor.
¿Cómo se explica que haya funcionarios que teman desagradar a los grupos económicos que paradójicamente no cesan de intentar debilitar a este gobierno desde que el momento en que asumió? ¿Puede el oficialismo andar por ese camino sin chocar con la propia base?
-Esto de la Hidrovia recuerda lo que pasó con Vicentin. No hay confianza en la movilización y el poder que tienen los sectores populares y terminan cediendo ante la presión de los grupos económicos.
Lo más terrible de esto, y lo sabe muy bien el Poder Económico, es que cada marcha atrás del gobierno no es gratis. Va minando sus propias bases. No es que retrocede porque negocia, retrocede porque se debilita y esto es lo que buscan quienes gobernaron con Macri y otros gobiernos neoliberales.
Foto: Agencia Télam