Cuando nos ves apelotonados sobre colchones en una vereda de Paseo Colón, al amparo de esas recovas viejas, con suerte protegidos de la intemperie con un cacho de plástico. ¿Y cuando nos ves tratando de vender unos pañuelitos de papel en cada esquina de la ciudad? O haciendo malabares con seis bolas en una esquina, semáforo rojo, sin molestar a nadie, y cuando paso junto a la ventanilla de tu auto con la esperanza de que me tires unos pesos metés el seguro en las puertas y subís de inmediato el vidrio y ponés cara de culo. Qué ves cuando un revoltijo de tipos bien trajeados, bien encorbatados, típicos vecinos de Puerto Madero, Barrio Parque, la Recoleta, y esas guaridas que llaman countri, asoman su cara pulcra y su lengua pulcra en la tevé y piden piedad y justicia por lo mal que la están pasando. ¿Qué ves cuando nos ves cortando una ruta, cansados, ojerosos, pidiendo simplemente que no nos echen del trabajo?
¿Cómo será lo que se ve cuando no se ve?
(*) Gracias, maravilloso Mollo.