Por Clarisa Rojas | Existen protocolos periodísticos para abordar determinados temas, hay acuerdos para no utilizar la palabra “suicidio” ya que hay viejos estudios que determinaban que hablar de este tema podría ser peligroso en cuanto instaurar determinadas ideas peligrosas en la población. La decisión de quitarse la vida del jugador de Godoy Cruz “Morro” García, puso en el tapete de nuevo este tema, y la necesidad de al menos dos cosas: revisar la contención que tienen jugadores de fútbol en un esquema pensado sólo para ganar dinero; y la necesidad de que la salud mental deje de ser un tabú.
No tengo más que expresar mis condolencias con la familia y seres queridos del Morro García, no podría jamás hablar de situaciones personales o diagnósticos que arroja la prensa amarilla en medio de una situación más que dolorosa.
Sí entiendo que el silencio jamás fue salud, y que situaciones desafortunadas como estas tienen que ser una suerte de llamado a que (nos) repensemos de forma colectiva en tanto prácticas, ámbitos y situaciones. ¿Qué quiero decir? Vivimos en un sistema con modos de relación cada vez más crueles, el sistema capitalista para pervivir así de injusto como es nos quiere solxs porque nos necesita individualistas, y como bien dijo Mónica Santino en referencia al fútbol “esa picadora de carne que te deja tiradx”. El capitalismo hace de todo una picadora de carne que devora gente, por un lado te vende la idea del éxito/fracaso, por el otro nos encontramos con que a veces ni si quiera podemos bancar un alquiler o, como desnudó la pandemia del Covid-19, con gente que en la ciudad más rica de nuestro país muere por hacinamiento, por no tener agua para lavarse las manos.
Si nos remitimos al plano futbolístico profesional, hablamos en primera instancia de la liga de varones (ya que el futbol femenino hace muy poco que es profesional); hablamos de un ámbito donde los éxitos y fracasos están a la orden del día y donde planteos como “el ganar no es todo” suelen ser rarísimas excepciones y jamás la regla. Cuántas veces quienes hemos pisado un estadio no hemos escuchado las numerosas puteadas que reciben los jugadores o insultado nosotrxs a rabiar por un pase mal dado, sobre todo a las “figuras” quienes cargan con mayor responsabilidad y se naturaliza así que parte de ese trabajo sea justamente eso “aguantar la presión”. Ahí estamos, naturalizando el maltrato, sumado a la figura que este sistema patriarcal les asigna a los varones como “machos” de tener que aguantar con una suerte de estoicismo para ser justamente crack y figura. Juan Cruz Komar a través de sus redes sociales exigió apoyo psicológico inmediato dentro de los equipos profesionales de fútbol, a partir de la noticia del Morro García. Suena como mínimo justo y necesario.
Estas noticias que conmueven a la sociedad no deben ser olvidadas en dos días, porque la prensa se niega en nombre de protocolos de cuidado a hablar de suicidio y salud mental cuando vive poniendo en exposición la vida de jugadores, deportistas, famosos, de modos devastadores, en lo que constituye otro esquema de picadora de carne.
Me pregunto: ¿Quién no conoce a alguien que haya sufrido en los últimos tiempos un ataque de pánico? ¿Quién no sufrió algún tipo de maltrato o presenció discusiones, o incluso fue protagonista de maltratar a otrxs en el transporte público? Por esto es necesario hablar de salud mental, dejar de construir la otredad como un lugar enemigo.
Quién no se sintió abrumadx. Pero quién se atrevería a decirlo en una sociedad donde hemos escuchado tantas veces “psiquiátrico” como insulto. Donde hablar de asistir a un psicólogo, ni hablar de asistir a un psiquiatra sigue siendo un tabú. El sistema capitalista en el que vivimos nos vende por redes sociales que la solución está en nosotros con la famosa formula del “amor propio”. Donde médicos conocidos dicen que el “mejor ansiolítico es un abrazo” faltándole el respeto a aquellxs que en su proceso de sanación o terapia deban recibir algún tipo de fármaco. Tenemos una Ley Nacional de Salud Mental que poco se aplica y menos se conoce, entonces bien, informémonos, debatamos, sobre todo en un contexto de crisis sistémica donde nuestros principales medios de comunicación nos hablan de que salir a correr o tomar una cerveza es fundamental para la salud mental, pero no así tener acceso a nuestros derechos básicos ni hablar a tratamientos psicológicos o psiquiátricos.
Construyamos puentes como modo de, valga la redundancia construcción política, repensémo(nos), es un mundo con modos de relación, insisto, cada vez más crueles. Construyamos ámbitos donde quienes nos sintamos solxs y sin saber qué hacer podamos pedir ayuda, como escribía Cortázar hace tantos años “cuando sentimos como un vidrio roto en el pecho hablar, a los muchachos, al médico, decirle, sabes que, cada vez que respiro…”. No juzguemos, no utilicemos el estado de ánimo o los momentos que atraviesan las personas como un insulto. Una vez una psiquiatra me dijo algo que, ojalá le sirva a quien este leyendo esto, “no hay nada más valiente que poder pedir ayuda”.
Pidamos ayuda, y construyamos climas donde eso por más difícil que sea, sea posible, y sobre todo donde existan políticas públicas para que todxs y todes tengan acceso a los procesos de acompañamiento profesional debidos para la salud mental.
Construyamos un fútbol, y una sociedad donde las personas dejen de ser muñecos, donde la frustración no sea la regla. Eso es tarea de todxs.