Redacción Canal Abierto | En la última sesión del período ordinario 2019, la Cámara de Diputados de la Nación dio media sanción a un proyecto de igualdad de oportunidades para mujeres en la ciencia.
Desde entonces, la iniciativa impulsada por la diputada nacional por la Ciudad de Buenos Aires Carla Carrizo se encuentra paralizada en la Camara Alta y, en caso de no tratarse este año, corre riesgo de perder estado parlamentario.
Si bien ya cuenta con el respaldo de la Comisión Unicameral de Ciencia y Tecnología, es la propia Comisión Especial del Senado “Banca de la Mujer” la que planteó algunas objeciones. En defintiva, la discusión se encuentra empantanada entre quienes buscan modificaciones que obligarían a un nuevo tratamiento en Diputados y aquellos legisladores que proponen subsanar errores en la reglamentación inmediata a la aprobación.
Si bien la UNESCO señaló el CONICET como uno de los organismos con mayor porcentaje de mujeres en actividades científicas (52%) de las 108 naciones con las que trabaja (de los 9.236 investigadores con los que el organismo contaba a fines de 2015, 4.856 son mujeres), la mayoría solo se mantiene entre investigadores asistentes (60%) y adjuntos (54%). En este sentido, según detalló el portal Economía Femini (s) ta, entre investigadores principales las mujeres ocupan el 40% y entre los superiores apenas el 25%.
Si bien esta situación de inequidad se repite en la mayoría de los ámbitos laborales, un informe del Centro de Estudios para el Desarrollo Nacional respecto de los cargos en las universidades revela cómo allí también se reproducen las desigualdades de género. Según el estudio, en la distribución de cargos, los titulares hombres representan un 62% y las mujeres sólo ocupan ese puesto en el 38% de los casos. Mientras tanto, la brecha se achica en 10% en el caso de los adjuntos, donde las mujeres lo superan en los cargos menores, como jefes de trabajos prácticos o ayudantes de primera categoría. En términos generales, mientras que un 7,6% de los ocupados varones tienen cargos de dirección o son jefes, un 5,1% de las ocupadas ejercen puestos de esas características.
El proyecto además establece que se deberá promover la igualdad de derechos, oportunidades, y trato en el ingreso, formación, empleo y promoción del personal del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, garantizando «la no discriminación de género o de cualquier otra naturaleza».
Por otra parte -indica el texto aprobado en Diputados-, la Secretaría de Tecnología deberá “organizar y mantener un registro nacional del personal comprendido en el Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación en todas sus categorías y segmentos”.
En los estudios de género, se denomina “techo de cristal” a la limitación velada del ascenso laboral de las mujeres al interior de las organizaciones o empresas. Como en tantos otros ámbitos, la ciencia argentina empieza a dar primeros –aunque importantes- pasos hacia la igualdad de oportunidades. Será uno de los desafíos del próximo gobierno dar marcha atrás en el proceso de ajuste macrista en el sector, y a la vez remediar la urgente necesidad de construir una ciencia igualitaria y con perspectiva de género.
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