Por Melissa Zenobi | La única verdad es la realidad, la otra es la ficción. Con esta premisa, Arístides Vargas escribió La razón blindada, una obra basada en la experiencia de su hermano Chicho, preso en la cárcel de Rawson durante la última dictadura cívico-militar. Por tercer año en cartelera, la pieza teatral volvió este sábado al escenario porteño tras la larga pausa de la pandemia.
En el patio del penal, un preso y una presa política se reúnen cada domingo a contarse las aventuras de Don Quijote y Sancho Panza. En un contexto represivo y violento, la imaginación y el juego constituyen para los personajes esa porción de libertad que necesitan para resistir.
Bajo la dirección de Florencia Suarez Bignoli, Daniel Begino y Maite Velo ponen el cuerpo a los detenidos de La razón blindada, pero también a todos esos personajes que viven dentro de ellos: “La atención no está en componer a la perfección todos esos otros personajes, sino que son personas comunes y corrientes intentando jugar: con sus torpezas, sus tentaciones, y su humanidad. Con esta necesidad de jugar sin presión de que salga bien”, explica una de sus protagonistas.
Al respecto, Suarez Bignoli agrega: “La imaginación y la creatividad nos permiten pensar nuevas formas de relacionarnos y de existir. El arte es transformador justamente porque nos permite ver esas formas y creerlas posibles, pero sobre todo nos permite compartirlas”.
Con un ritmo vertiginoso y profundo a la vez, la obra nos lleva por distintos escenarios y momentos de la vida en la cárcel. El tiempo que transcurre en el patio, que significa el recreo y el juego; la vigilancia, donde aparece el control y el temor; y los periodos más dolorosos y reflexivos, donde luchan para seguir encontrando sentido. Sobre esto, Velo remarca: “Ahí hay tres emociones muy fuertes, pero a la vez no debemos perder el ritmo vertiginoso, que es un poco como viven ahí dentro, en expectativa”.
El teatro es seguro
La pandemia por COVID-19 afectó drásticamente a la actividad artística y en particular al teatro. Las salas fueron uno de los últimos espacios en abrirse, y artistas, directores y empresarios teatrales trabajan para sostener la actividad: “Para que las salas estén abiertas necesitamos que la gente venga al teatro, que entiendan que el teatro es seguro”, sostiene Begino.
Por su parte, Velo reflexiona: “El arte es necesario para seguir encontrando nuevos sentidos a la existencia, en todos los contextos que se nos presenten: hoy es la pandemia, otro momento –como lo cuenta la obra- fue la dictadura cívico militar. Y en dictadura el teatro resistió: se quemaron teatros, los actores y las actrices fueron perseguidos, desaparecidos, muchos tuvieron que esconderse y exiliarse para poder contar lo que estaba pasando. La historia del teatro está llena de resistencias, por eso es esencial”.
“El arte nos ayuda a sobrevivir siempre. Ahora en pandemia mucho más”, agrega Florencia Suarez Bignoli, e indica que “nadie podría imaginar la vida sin poder escuchar una canción o leer una historia conmovedora”. “El teatro nos permite transitar el dolor y la belleza de igual manera, volviendo sumamente necesaria la experiencia”, resume.
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Autoría: Arístides Vargas
Actúan: Daniel Begino, Maite Velo
Producción ejecutiva: Barbara Gyalay
Puesta en escena: Florencia Suarez Bignoli
Asistente de dirección: Iñaki Bartolomeu
Dirección: Florencia Suarez Bignoli
Funciones: Andamio 90 (Paraná 660, CABA), los sábados a las 20.
Entradas: Alternativa Teatral (click para adquirirlas). $300. [/mks_toggle]