Por Carlos Fanjul | EL PELO DEL HUEVO
Cuando hace más de 10 años decidí alejarme del periodismo deportivo, lo hice –hoy creo- hastiado de los dos sectores que más creía haber defendido: el propio periodismo deportivo y los hinchas.
Unos porque habían comenzado a olvidarse de su verdadera y única misión –y lo que vemos hoy es la prueba más palpable de eso- que no es otra cosa que informar bien, compartir con el resto lo que uno ha logrado recabar sobre alguna cuestión. Nada más que eso.
No hay por que ni ser graciosos, ni polémicos, ni opinadores seriales de cualquier tema, ni mucho menos solo buscar convencer con el pensamiento propio a nadie.
Y los otros, los hinchas, los benditos hinchas… a los que solo dejás conforme si contás cosas lindas del club al que aman. Todo lo demás no les interesa, porque, seguro, le da letra al vecino de al lado, que solo espera gastarlo cuando encuentra una punta para hacerlo.
La verdad, esa mina escurridiza que se te aleja constantemente, no le importa a nadie. Lo parecía en aquel momento y hoy ya resulta una verdad insoslayable….
Dijimos en este espacio que no pensábamos abordar un tema tan delicado y profundo como el suicidio. Simplemente porque no sabemos, no alcanzamos a interpretar qué lleva a una persona a terminar con la propia vida. Por eso, poco dijimos de la partida del querible Morro García…
Pero en estas horas apareció otra voz, que sí sonó a un pedido de ayuda desesperado y a tiempo, eso que algunos le reclamaron al Morro, y no está bueno dejarlo pasar como un título más. De esos que aparecen y desparecen al toque en la calesita de la actualidad.
Sebastián Morquio, el «Patota» Morquio. Ese grandote y firme defensor de Huracán, al que casi seguro todos pusimos alguna vez en el Gran DT, hoy ya lejos del fútbol, está mal. Y lo dice. Casi como un ruego.
Cuenta que esta sin trabajo, incluso que lo ha pedido por todos lados, hasta en la redes, y larga confesiones bien desde adentro: “Pensé en salir a robar, pero antes que eso prefiero irme de esta vida. Prefiero hacerme daño yo, que hacerle daño a otro”.
“No sé si me voy a matar. Siempre pienso que no lo haría, y que no me dan los huevos para quitarme la vida. Maradona dijo que hacerlo es de cobarde, y cómo él es mí máximo ídolo, sigo las palabras de él. Pero también a veces me digo: Hace dos semanas pasó lo del Morro García y hoy ya no le importa a nadie, no se habla. A quién carajo le va a importar si yo me quitara la vida. Ayudarme para qué, si no tengo trabajo, no tengo familia y no tengo vida. Quizá amasijarme sea una solución”.
Terrible, y advierte: “Si pasa algo no sean cínicos de decir había que ayudarlo, cuando ya no esté”.
Siendo un ignorante absoluto sobre esas cuestiones de la psíquis y las decisiones profundas de otros, sí parece apropiado reflexionar sobre otra cosa, que siempre suena tras un hecho así, y que Morquio mencionó abiertamente. Eso de que ‘es una pena que no pidió ayuda a tiempo, que no se sinceró’.
¿De verdad le pedimos a un futbolista que se muestre frágil? Que pida ayuda porque es débil? ¿Que abandone ese pedestal en el que lo ubicamos como el héroe de nuestros sueños?
Sé sincero. ¿Vos que dirías si tu equipo compra a un jugador frágil y deprimido? Que decís de un jugador con el pecho lleno de miedos, angustiado?
¿Estás seguro que si juega en tu equipo no rugís para que lo saquen ya mismo y lo manden al banco? Confesate para adentro. ¡Si no te bancas que uno tuyo no sea viril por encima de cualquier otra virtud!
Que se anime a superar cualquier montaña. Que sea un macho ganador, un winner. Y que te deje bien parado frente a tu vecino….
¡No seas hipócrita!
Uno pide ayuda cómo puede . Después si pasa algo no sean sínicos de decir había que ayudarle cuando ya no esté !!!!
— Sebastian Morquio (@SMorquio02) February 26, 2021
El macho que sí nos gusta
Tal vez por la misma lógica de virilidad que reina en el fútbol es que se ha repetido en los últimos tiempos un tipo de situaciones, que, invariablemente, han sido mal resueltas.
Jugadores supermachos –¿no es que así los hacemos sentir?- que entienden que toda mujer está para servirlos y, por eso, abusan de ella.
Hace poco fue Villa en Boca, luego Carbonero en Gimnasia, más adelante Brizuela y Thiago Almada en Velez….y ahora el tal Diego García, que es un García de la guía uruguaya, pero que, parece, ya dentro del fobal de Estudiantes, pasó a sentir que está para ostentar algún otro tipo de poderes.
En todos los casos, los clubes ¿sorprendidos? arrancaron bien, y terminaron como la mona… Se horrorizaron, castigaron, separaron del plantel y dieron ejecución al protocolo de género, que todos prolijamente tienen asentado en actas.
Hasta que un rato después razonaron que nadie es culpable hasta que no se pruebe lo contrario y, por último, aceptaron que el técnico los necesita y que hasta que la justicia no se expida no les pueden coartar la libertad de trabajo y bla, bla, bla…
En el caso de los jugadores de Velez vale acotar que incluso ya están en calidad de ‘imputados’ por la justicia, pero igual se lucen cada domingo con la V azulada, como si nada. Como si a nadie le importara.
Al igual que en ese caso, ahora varios jugadores del plantel pincha habrían alquilado una quinta, invitaron a las chicas del hockey y allí, en medio de la fiestonga, García habría acorralado a una joven y hasta la habría violado.
El club informó que “se ha activado el Protocolo Institucional de Acción para la Prevención e Intervención ante situaciones de violencia de género”, y “se ha resuelto, como medida preventiva, que el jugador no se encuentre a disposición del cuerpo técnico”.
Hagan sus apuestas: ¿cuándo vuelve a jugar el uruguayo?
Total, como ya dijimos, a la hinchada le gustan esos jugadores viriles, que rodean al rival y lo acorralan contra el arco hasta el gol que todos festejamos.
Son los supermachos que más nos gustan en nuestro equipo. Y por eso elegimos callar.