Redacción Canal Abierto | A un año de aquel 20 de marzo en que el Gobierno anunció el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO) que nos aislaría en nuestros hogares con mayor o menor rigidez por doce meses, la Argentina y la propia gestión de Alberto Fernández sortearon un camino sinuoso de éxitos y fracasos dependiendo del área que se elija analizar.
En este resumen, Canal Abierto repasa los principales indicadores económicos y sociales de este año de confinamiento. ¿Cómo estábamos entonces y cómo llegamos hasta acá?
Deuda externa
A comienzos de la pandemia, el lastre total de la deuda externa argentina ascendía a casi 324.000 millones de dólares, lo que representaba cerca del 90% del Producto Bruto Interno (PBI).
Pero en septiembre de 2020, en pleno pico de casos, el Gobierno se anotó un poroto: logró un canje del 99% de los bonos en manos privadas, de más de 65.000 millones de dólares. Y logró terminar el primer año de pandemia con menos deuda que al comienzo.
Sin embargo, aún quedan por renegociar los 52.000 millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional (FMI), fruto del acuerdo stand by suscripto durante el gobierno de Mauricio Macri. Los vencimientos comenzarían este año y se extenderían hasta 2024, con un estrangulamiento de las cuentas públicas que lo vuelven impagable. Mientras asegura que “no hay lugar para más ajuste”, el ministro Martín Guzmán negocia a contrarreloj.
Lejos ya de los espacios que reclamaban desconocer el crédito por ilegal, el Presidente sí anunció en la última apertura de sesiones que dio instrucciones para que se inicie una “querella criminal” destinada a determinar delitos en el endeudamiento que asumió el país sin autorización del Congreso.
Pobreza e indigencia
Como parte de la gestión económica que posibilitaría el ASPO, el Presidente anunció en marzo de 2020 un Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) de $10.000, que cobrarían monotributistas inscriptos en las categorías A y B, monotributistas sociales, trabajadores y trabajadoras de casas particulares, desocupados y beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo (AUH), entre otros.
Junto con él se lanzó la Tarjeta Alimentar, para las compras de primera necesidad, y bonos extraordinarios para jubilados y pensionados que cobrasen la mínima.
Pese a que alcanzaron a casi 9 millones de personas, las medidas no alcanzaron para paliar un escenario que ya venía complicado.
Según datos de INDEC, en el primer semestre del año la pobreza alcanzó al 40,9% de la población (18,5 millones de argentinos), y la indigencia al 10,5% (4,7 millones). El semestre anterior, el último de 2019, había cerrado con un 35,5% de pobres (casi 10 millones de personas) y un 8% de indigentes (2,2 millones).
Empleo y salario
En este punto el Gobierno tampoco tiene logros para mostrar. El último Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) que difundió el INDEC muestra que la economía argentina se hundió 10% en 2020, lo que representa la peor caída anual desde 2002. Este índice es un anticipo de la variación del PBI que el organismo público publicará el próximo 23 de marzo.
Pese al programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP), por el que el Estado pagó desde 1,25 hasta 2 Salarios Mínimos Vitales y Móviles por empleado a las empresas que realizacen actividades consideradas críticas y hubieran sufrido caídas en su facturación a causa de la pandemia, según datos de la AFIP, entre enero y noviembre se cayeron del sistema casi 19.000 empleadores (empresas).
La consecuencia fue un aumento en la tasa de desocupación, que creció del 10,4% al 13,1% (el guarismo más alto observado desde el 2004), y algunas consultoras prevén que este guarismo podría pegar un salta todavía más pronunciado.
Por su parte, el poder adquisitivo sufrió una caída anual del -2,3% en 2020 y no logró revertir un proceso que comenzó en marzo de 2018. Como consecuencia, los salarios llevan 34 meses de caída real y una pérdida de poder adquisitivo del 19,7% desde entonces, según datos de la consultora Labour, Capital & Growth (LCG) .
Ante la grave situación, el Gobierno mantuvo un congelamiento de las tarifas, convocó en octubre al Consejo del Salario y acordó aumentar un 28% el salario mínimo vital y móvil. Además, desde el mes pasado impulsa un acuerdo de precios y salarios con centrales obreras y empresarios de todos los sectores.
Medidas sanitarias
Éste es, quizá, el área donde la gestión de Alberto Fernández apuntó todos los cañones durante la pandemia y logró mostrar los mayores éxitos.
Con el objetivo de “aplanar la curva de contagios” –lo que equivalía a evitar el colapso del sistema sanitario-, el Gobierno impulsó una cuarentena temprana en todo el país que se fue flexibilizando o endureciendo luego de 37 días de acuerdo al índice de multiplicación de casos. Lo hizo con mucha celeridad y logró así retrasar el pico hasta octubre.
Por otra parte, y para contener la demanda, el Ministerio de Obras Públicas construyó doce hospitales modulares de emergencia en distintos puntos de Conurbano bonaerense, en Mar del Plata y en Córdoba, Chaco y Santa Fe. Los mismos fueron equipados con 840 camas de terapia e internación, 276 respiradores y 24 ventiladores de transporte. Gracias a esas medidas, el sistema sanitario soportó sin colapsar.
También fue rápida la gestión del gobierno argentino en relación a las vacunas contra el COVID-19. Argentina fue el primer país, fuera de la ex URSS, de aprobar la vacuna Sputnik V que luego demostró una efectividad superior al 90% y muy bajo riesgo.
Pese a que el escándalo del “vacunatorio VIP” le costó la renuncia de Ginés González García, el ministro de Salud que había piloteado toda la pandemia, la vacunación avanza a paso sostenido y es uno de los mejor posicionados de América Latina.
Además de la vacuna rusa, el gobierno argentino logró acuerdos con Oxford/AstraZeneca y con las vacunas chinas de Sinopharm, aún no aprobadas por Anmat para el uso en personas mayores de 60.
Siguiendo un cronograma de vacunación que priorizó personal de salud, adultos mayores y docentes, ya hay vacunadas más de 2,5 millones de personas en todo el país con la primera dosis.
Ilustración: Marcelo Spotti