Redacción Canal Abierto | “Sorpresas te da la vida. Acabo de leer el discurso de Joe Biden ante el Congreso de EEUU, dando cuentas del estado de la Unión. Comparto algunos textuales imperdibles”. Ese fue el tuit de la vicepresidenta Cristina Fernández con el que comenzó un hilo que dio cuenta de las sorpresivas declaraciones del presidente estadounidense frente a ambas cámaras del Congreso a horas de cumplir los primeros 100 días de su gobierno.
En él, Biden afirmó: “Hay buena gente en Wall Street pero Wall Street no construyó este país, la clase media construyó este país y los sindicatos ayudaron a construir la clase media”.
Con esa frase rupturista para el ala conservadora que representa, el mandatario anunció el American Jobs Plan, al que consideró “el plan de empleo más grande desde la Segunda Guerra Mundial”. A través de inversión estatal, el programa planea generar puestos de trabajo manuales al servicio de la construcción de puentes, carreteras, corredores ferroviarios, puertos, aeropuertos y la modernización del sistema de agua potable que mantiene millones de hogares con tuberías de plomo.
Pero la sorpresa más grande llegó cuando habló de su financiamiento. “Es hora de que las empresas estadounidenses y el 1 por ciento más rico de los estadounidenses comiencen a pagar su parte justa. Sólo su parte justa”, afirmó.
¿Se trata de un inesperado giro neokeynesiano por parte de la principal potencia de Occidente? Para el investigador y especialista en historia norteamericana Pablo Pozzi -autor, entre otros, de La decadencia de Estados Unidos (2009)- la cuestión es más compleja.
¿El discurso de Biden es para la tribuna o responde a una situación económica complicada en Estados Unidos a la que Biden intenta responder?
–Hay una cuestión concreta que es la propuesta central de un gasto de miles de millones de dólares en infraestructura y energía alternativa. Lo primero es que hay que ver si se aprueba, segundo ver si se aprueba sin modificaciones, y tercero hay que ver la letra chica del proyecto.
¿Se puede considerar esta propuesta un programa neokeynesiano?
–Depende. (Franklin Delano) Roosevelt, el keynesiano original norteamericano, realizó el gasto a través del Estado, fue el Estado el que construyó la infraestructura. El dinero no lo daba a través de subsidios, sino que generaba trabajo, desde recoger las hojas en las plazas hasta ser cuidador de escuela. Eran empleos pagos a cambio de una tarea. Mi sospecha es que en el caso de Biden va a ser un gasto a través de las empresas privadas. Es decir, contratar constructoras que hagan los caminos. El gobierno norteamericano tiene fondos para Estados y condados para desarrollo de infraestructura desde 1965. Gran parte de esos fondos han sido absorbidos por Estados y condados para construir cloacas o caminos pero, en general, los lugares donde se hicieron están ligados al desarrollo de los countries. Eso no es keynesianismo, es lo contrario, porque el Estado genera deuda, reabsorbe la deuda y el dinero se utiliza en cosas que no necesariamente generan actividad económica, que era la idea de (John) Keynes. Si fuera por eso, (Donald) Trump fue el primer neokeynesiano. Él les dio miles de millones de dólares en subsidios directos a los afectados por la pandemia. Duplicó el presupuesto militar, le dio plata a las empresas como el ATP de acá. Y sin embargo nada de eso generó actividad económica. La intención quizá está bien, lo que advierto es que hay que mirar bien qué hacen y cómo lo hacen.
Sorpresas te da la vida. Acabo de leer el discurso de Joe Biden ante el Congreso de EEUU, dando cuentas del estado de la Unión. Comparto algunos textuales imperdibles:
— Cristina Kirchner (@CFKArgentina) May 3, 2021
¿Qué tan probable es que se lo aprueben?
–En el Congreso de la Nación, Biden tiene 50 senadores y los republicanos otros 50. La posibilidad de que se apruebe va a depender mucho de la negociación, no sólo con republicanos sino también con demócratas. Cada uno va a querer una parte de ese fondo para su electorado. Otra cuestión problemática es cómo se va a financiar esto.
¿Cómo lo financió Roosevelt?
–A través de varias cosas. Primero legalizó la venta de alcohol, con lo que le pudo cobrar impuestos y tuvo una recaudación infernal. Aprobó las primeras leyes de jubilación, con lo cual millones de trabajadores aportaron antes de jubilarse y entró un montón de plata. Aprobó el seguro de desempleo, por lo cual obreros y patronales aportaban al seguro. Es horrible sonar tan liberal, pero si no tenés cómo financiarlo, lo hacés con emisión y, por ende, generás un problema de inflación y aquellos que tienen plata dura (en bienes o capital) absorben buena parte de ese nuevo dinero circulante. Acaba de plantear que planea subir los impuestos a las corporaciones. Hay que ver si lo puede hacer y si lo dejan.
¿Y por qué Biden, un hombre moderado, da un discurso como éste?
–Viene hablándose hace rato de un gasto importante que reactive la economía norteamericana. De hecho el ala más progresista del Partido Demócrata, como (Alexandria) Ocasio-Cortez y compañía, vienen reclamando un nuevo trato verde donde se empiece a reemplazar la energía petrolera, de gas, por energía más limpia. En ese sentido, el discurso parecería contemplar aspectos de esos reclamos.
100 days ago, America’s house was on fire. We had to act, so we:
– Passed the American Rescue Plan
– Administered over 200 million shots
– Sent over 160 million relief checks
– Delivered food and rental assistance to millions
– Provided small business loans— President Biden (@POTUS) April 29, 2021
¿A quién fue dirigido el discurso? ¿Para quiénes habló?
–La última encuesta le dio una opinión pública favorable del 55 por ciento. Pero los últimos 44 presidentes tuvieron más del 60 por ciento en los primeros 100 días de gobierno. Y el 38 por ciento de esa opinión dice que lo odia, y casi el 45 sigue insistiendo en que robó la elección. Hay un problema serio de legitimidad. El segundo punto es que el norteamericano medio está mal. La mayoría de la base de infraestructura industrial de Estados Unidos data de antes de la Segunda Guerra Mundial, es vieja e ineficiente. Hay que reorganizar, reconstruir, hay que hacer. Lo que hicieron fue reconvertir fábricas de autos para hacer tanques, pero los tanques no generan actividad económica. Si se usan, destruyen, y si no se usan no sirven para nada.
¿Quiénes son esos sectores que lo odian?
–Hay de todo. Hay muchos trumpistas y una cantidad de gente importante que no cree en los políticos norteamericanos, que están hartos, que no son necesariamente republicanos ni tampoco demócratas, simplemente quieren que se vayan todos. Allí hay sectores medios bajos, sectores obreros, evangélicos. Hay absoluta anomia. La gente piensa que no va a tener un mejor futuro, que siempre va a ser un hoy de mierda.
¿Estás diciendo que la sociedad norteamericana ya no banca el capitalismo?
–Eso no lo sé, de lo que estoy seguro es de que no están convencidos de las cosas como son. Hay una gran crisis de legitimidad política, no sé si es una crisis orgánica todavía. La situación tal y cómo está para una cantidad de norteamericanos no camina, el sistema no les funciona. Hasta ahora no parece que lo vinculen con el capitalismo porque la derecha ha tenido mucho éxito en acusar a la izquierda -como Ocasio-Cortez, que no sería de izquierda en ningún otro país del mundo- de estar arruinando el mundo. Yo creo que Biden está tratando de responder a eso, en una situación muy complicada, siendo un tipo bastante torpe, y muy controlado por una vicepresidenta (Kamala Harris) muy fuerte.
¿Es apresurado ser optimista?
–Si Biden logra aprobar el presupuesto y hace un neokeynesianismo ganamos todos.
¿Por qué ganamos todos? ¿Qué repercusiones tiene esto para nosotros?
–Ganamos todos porque puede reducir niveles de tensiones en el mundo, que en este momento están altísimas. Puede significar que haya menos pobres. El New Deal salvó al capitalismo y se metió a la izquierda en el bolsillo. Los comunistas que venían muy combativos se convirtieron en socialdemócratas. Y la vasta mayoría de los obreros norteamericanos tuvo casa. Cincuenta años más tarde vino (Ronald) Reagan y la vasta mayoría de los obreros norteamericanos dejó de tener casa. Pero hubo tres generaciones para quienes su vida mejoró. Si Estados Unidos diera un vuelco en serio hacia un tipo de capitalismo socialdemócrata alejaría un poco la posibilidad de que reviente todo. Con un Green New Deal bajaría el calentamiento global, por ejemplo, y mejoraría la vida de la gente.
Y si somos pesimistas, ¿qué podría salir mal?
–Creo que el nuevo gobierno norteamericano tiene la lectura de que gracias a Trump retrocedió el poderío norteamericano en el mundo y está absolutamente dispuesto a volver a ubicarse en ese mundo como gran potencia hegemónica. En ese sentido, no sólo ha mandado tropas a África, sino que está utilizando la pandemia como elemento de influencia fuerte. A nosotros Trump nos dejó tranquilos porque tenía muchos problemas internos para preocuparse por América Latina. Ahora nos están mirando, y esto hay que contemplarlo.
¿Creés que, pese a lo que dijo Biden, podrían ir por eso aun a costa de su propia clase media?
–Absolutamente. Cuando yo me pregunto cómo va a financiar esto Biden, la posibilidad más factible, más que cobrarle a las corporaciones, es aumentarle la carga impositiva a trabajadores formales o a sectores medios y medios bajos. La segunda posibilidad es apretar a todo el mundo en el exterior para que pague, o para que, si queremos seguir comerciando con Estados Unidos, le compremos algo a cambio. Estados Unidos saldó su gran crisis de 1988-1989 saqueando Europa del Este. Hoy no creo que Putin se deje…